IFE, más préstamos de familiares y changas: las estrategias de los argentinos para sobrevivir en pandemia

Un análisis privado se focaliza sobre las estrategias de los hogares pobres ante el derrumbe de la actividad y el empleo durante 2020. Hubo pico de ayuda social por el IFE, pero también de venta de bienes, préstamos intrafamiliares y otros recursos de emergencia

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La pobreza por ingresos pasó de la pobreza pasó así en un año del 38,5% en 2019 al 45,2% al cierre de 2020 (Franco Fafasuli)
La pobreza por ingresos pasó de la pobreza pasó así en un año del 38,5% en 2019 al 45,2% al cierre de 2020 (Franco Fafasuli)

Los hogares argentinos pobres recurrieron en forma masiva a las transferencias de recursos desde el Estado para sobrevivir en 2020, de la mano de programas como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y otras formas de asistencia estatal extraordinaria puestas en marcha por la pandemia. Pero ni siquiera eso alcanzó: el año pasado también se disparó el recurso al uso de ahorros, préstamos pedidos a familiares o amigos y hasta la venta de bienes con tal de poder sobrevivir. Y, pasado lo peor de la cuarentena, ante la pérdida del trabajo se dispararon las actividades cuentapropistas menos productivas.

El año 2020 pasó a la historia como uno de los peores derrumbes de la actividad económica argentina reciente, con una caída del 9,9% del producto. De la mano de la menor actividad, la pérdida de empleo, la caída en la tasa de actividad y la inflación la pobreza pasó así en un año del 38,5% al 45,2%, siempre según datos oficiales del Indec.

Ante esa situación, el recurso a medidas de emergencia se disparó entre los hogares pobres según un informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA) basado en datos de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec.

La principal estrategia para tratar de mitigar el impacto sobre los hogares pobres de la crisis sanitaria y económica de 2020 fue el recurso a las transferencias estatales. Con cerca de 9 millones de beneficiarios, el IFE llevó a las políticas de asistencia a récords históricos y los hogares más pobres no desaprovecharon la oportunidad. El 51% de esos hogares accedieron a ayuda social en dinero en el tercer trimestre del año pasado, un salto enorme frente al 32% de hogares pobre que recibían subsidios a fines de 2019.

La ayuda directa, en forma de mercadería, también creció. Casi se triplicó: a fines de 2019 el 7% de los hogares pobres recibía ese tipo de asistencia y al cierre del año pasado pasó a ser recibida por el 20% de los hogares que no llegan a alcanzar ingresos equivalentes o superiores a la Canasta Básica Total.

Pero la segunda estrategia más importante utilizada por las familias más vulnerables fue otra: usar ahorros. Al tercer trimestre del año pasado, el 39% de los hogares dijo haber recurrido a ahorros para compensar la caída en los ingresos, frente a un 33% que declaraba lo mismo a fines de 2019.

“Son estrategias de último recurso. Las familias pobres recurrieron a lo último que tenían y se están descapitalizando, son recursos que ya no se pueden volver a utilizar este año” (Canalis)

También fue relevante el crecimiento de los pedidos de préstamos informales a familiares o amigos. El 31% de los hogares pobres dijo haber necesitado ese tipo de ayudas al cierre de 2020, mientras que un año el 23% había dicho lo mismo. En relevancia, fue la tercera estrategia más importante relevada por el Indec.

Por último, el recurso a préstamos de bancos y financieras no reguladas no fue la respuesta ante la crisis. De hecho, la cantidad de hogares que recurrieron a préstamos formales pasó del 17% a fines de 2019 a sólo el 9% al final del año pasado en la medida en que el crédito al sector privado se dirigía más a empresas y los bancos controlaban el riesgo de sus carteras.

La venta de bienes propios, por último, no mostró una variación tan relevante. Mientras que el 14% de los jefes de hogares pobres le dijeron al Indec que habían vendido bienes para sostenerse en el último trimestre de 2019, el 15% dijo lo mismo en el mismo trimestre de 2020.

“Son estrategias de último recurso. Las familias pobres recurrieron a lo último que tenían y se están descapitalizando, son recursos que ya no se pueden volver a utilizar este año. Y al descapitalizarte perdés además la capacidad de desarrollarte en el futuro”, dijo Patricio Canalis, economista de IDESA.

Ante la pérdida de empleos, mientras tanto, la opción del cuentapropismo fue la norma. Los datos del Indec también lo muestran. Entre el último trimestre de 2019 y el último trimestre de 2020, la cantidad de empleados asalariados no registrados, en negro, 534 mil puestos. Entre los registrados, mientras tanto, se perdieron 230 mil puestos más. Y, por último, hubo 213 mil patrones menos. A la inversa, 264 mil personas pasaron a ser cuentapropistas como respuesta a la pérdida de trabajo.

“El caso típico en el último año fue el empleado en negro que perdió su empleo, pasó a la inactividad y al reabrirse la actividad, buscó trabajo como cuentapropista”, analizó IDESA.

Las actividades dentro del cuentapropismo que más crecieron fueron, también, de emergencia. Changas y pequeños emprendimientos comerciales, de baja productividad. La que más creció fue elaboración de alimentos, con un 16% de crecimiento en un año. Le siguieron la construcción, con un aumento del 13%, peluquería y belleza con el 12% de aumento, tiendas de alimentos con el 4% y jardinería con otro 4 por ciento.

Así, aunque no les permitió salir de la pobreza, alrededor del 85% de los hogares pobres tuvo ingresos vinculados a su trabajo en todo 2020.

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