Crudo diagnóstico de la UCA: “De cuatro chicos que se sientan a una mesa, solo uno come todos los días”

En la convocatoria a la colecta anual de Cáritas, el Observatorio de la Deuda Social hizo hincapié en el fuerte aumento tanto de la pobreza como de la indigencia en 2020. La frase se refiere al Conurbano Bonaerense, donde la pobreza infantil es mayor que en el resto del país

Más de la mitad de los chicos son pobres, porcentaje que alcanza casi el 75% en el Conurbano bonaerense y otras zonas del país

El Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) participó de la convocatoria a la colecta anual de Cáritas con un crudo diagnóstico respecto de la realidad social y económica en tiempos de pandemia. El centro de estudios remarcó el acelerado aumento no solo en los niveles de pobreza, sino también en los de indigencia en 2020. Y alertó particularmente sobre el impacto sobre la infancia: en el conurbano bonaerense y otras zonas del país, solo uno de cada cuatro chicos come todos los días.

“Caen en la pobreza familias que siempre tuvieron trabajo, pero que hoy no les alcanzan sus ingresos”, señaló la UCA en la convocatoria a la Colecta Anual de Cáritas, en la que estuvo a cargo de un informe sobre la situación social que abarcó áreas como pobreza, inseguridad alimentaria, brecha de acceso a la educación y hasta malestar psicológico. El 12 y 13 de junio se realiza en todo el país la colecta.

“Nuestra infancia se ve particularmente afectada por esta situación: en Argentina, más de la mitad de los chicos son pobres, porcentaje que alcanza casi el 75% en el Conurbano bonaerense y otras zonas del país. En estos lugares, de cuatro chicos que se sientan a una mesa, solo uno come todos los días”, denunció.

Junto a la pobreza material crecieron considerablemente las múltiples consecuencias psicológicas y afectivas, provocadas por la enorme presión emocional que se genera tanto por la enfermedad, como por las medidas asumidas para afrontarla. La escuchada frase “la gente no da más” se traduce en una enorme necesidad de contención psicológica. Cáritas también es el oído y el corazón que está acompañando a estas personas, porque los más afectados son los más vulnerables.

Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, estuvo a cargo de detallar la situación en materia de trabajo, pobreza y exclusión.

“Las privaciones sociales no sólo se expresan en la pobreza por ingresos, también en el acceso a dimensiones de derechos sociales”, dijo Salvia, en referencia al acceso a alimentación y salud, a servicios básicos, a vivienda digna, a un medio ambiente saludable, educación y empleo y seguridad social. Así, señaló que el 41,9% de la población sufría al cierre de 2020 pobreza por ingresos y por la carencia de al menos una de esas seis dimensiones, cuatro puntos porcentuales más que un año antes. Y un cuarto de la población en varias de esas dimensiones.

“Tenemos un tercio de la población estructuralmente incluido, un tercio estructuralmente excluido y un tercio que está afectado por los vaivenes de nuestro devenir económico” (Salvia)

“La pobreza multidimensional estructural consiste hoy en 24,2% de la población, uno de cada cuatro argentinos es pobre no sólo por ingresos sino en tres de esas dimensiones de derechos sociales”, alertó Salvia. “Tenemos un tercio de la población estructuralmente incluido, un tercio estructuralmente excluido y un tercio que está afectado por los vaivenes de nuestro devenir económico”, agregó.

Desocupación

El informe remarcó que la desocupación abierta definida en forma estricta llegó en 2020 a casi el 14% de la población según cálculos de la UCA. Pero alertó que la crisis de 2020 escondió el verdadero alcance de la desocupación, por la caída de la cantidad de población activa.

“Una parte de la población se retira del mercado de trabajo y se declara no activa. Cuando analizamos el efecto desaliento el desempleo sería del 28,5%. No solamente la sociedad fragmentada, no solo mercados del trabajo que no garantizan la inclusión sino ahora una población excluida del mercado de trabajo”, dijo Salvia.

En ese sentido, la UCA midió el efecto de transferencias de recursos como el IFE y otras iniciativas. Y, si bien valoró la necesidad de mantenerlos, dijo que solo aliviaron la situación.

“La pobreza sin IFE y Tarjeta Alimentar hubiera llegado al 50%, pero su incidencia la reduce al 44%. Ningún programa social va a sacar a la gente de la pobreza sino el trabajo”, dijo Salvia.

“El Gobierno, los gobiernos desde hace varios años, han podido aliviar los efectos de la pobreza con transferencias de recursos. Si no hubiese habido en 2020 programas de transferencia de ingresos hubiera llegado al 20% el porcentaje de la población en pobreza extrema, es decir se hubiera duplicado. Y casi triplicado sin el resto de los programas. ¿Cumplen un rol esas transferencias? Sí, de alivio, pero no necesariamente de inclusión”, concluyó Salvia.

“Se va a necesitar crear más trabajo, erradicar la pobreza sólo se va a hacer con más trabajo. Pública sin dudas, pero también privadas”, dijo Salvia.

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