La suba de los precios internacionales de los commodities agrícolas, en especial de la soja, el maíz y el trigo, abrió una suerte de debate respecto a qué efectos tiene sobre la economía argentina. Por un lado hay quienes piensan que es algo totalmente beneficioso para el país debido al robusto ingreso de divisas, sobre todo teniendo en cuenta la eterna avidez de dólares de las arcas nacionales, pero también hay quienes piensan que es un factor inflacionario, por lo que es necesario “desacoplar” su precio del valor de los alimentos en el mercado interno.
Más allá de esta discusión, hay realidades que son insoslayables, hasta para los que entienden que es una “maldición” exportar alimentos: es clave para el mantenimiento de la estabilidad cambiaria, para engrosar las reservas del Banco Central y para aumentar la recaudación vía cobro de retenciones.
Así lo asegura un informe de la red de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA), en el cual afirma que “la suba en los precios agrícolas representa una ayuda inesperada que mejoró sensiblemente el panorama macroeconómico para el país en 2021” y que “su influencia fue decisiva en al menos dos frentes”, como lo son el mercado cambiario y en la recaudación fiscal.
En primer lugar, hay que mencionar que las cotizaciones de los principales productos agrícolas que exporta la Argentina vienen teniendo fuertes incrementos desde la segunda mitad de 2020, principalmente impulsados por una fuerte demanda china, el achicamiento constante de los stocks (sobre todo norteamericanos) y la alta emisión monetaria por la pandemia que volcó a los fondos especulativos de manera masiva a los mercados de commodities.
“En efecto, los precios del maíz, la soja y el trigo en Chicago son hoy, pese a la baja de los últimos días, 59%, 62% y 34% mayores, respectivamente, a los valores promedio de 2019. De esta manera, volvieron a ubicarse en valores no vistos desde 2013 o 2014, dependiendo del producto”, señaló la entidad en su informe.
A partir de este fenómeno, que fue altamente volátil, las expectativas de ingresos de dólares al país dieron un salto considerable respecto a lo registrado en 2020. Esto llevó calma a muchos índices cruciales de la economía argentina que estaban atados a una gran incertidumbre, por ejemplo, en lo que respecta a la tensión cambiaria. “Las liquidaciones del agro ‘dieron vuelta’ el mercado cambiario y el Banco Central de la República Argentina (BCRA) pasó de vender divisas a comprarlas en montos significativos”.
En este sentido, el informe marcó que en los primeros cuatro meses del año el sector de cereales y oleaginosas aportó al mercado de manera neta, o sea, descontándole los dólares de las importaciones, de USD 10.609 millones, USD 6.000 millones más que en el mismo período de 2020, alcanzando el valor “más alto de la serie de ese período”. Así, junto al ingreso neto de dólares de otros sector de la agroindustria, en los primeros 5 meses del año, el BCRA lleva adquiridos en el mercado de cambios USD 5.727 millones, mientras que en el mismo período de 2020 había tenido que vender USD 568 millones.
A su vez, “las compras de divisas mejoraron la situación macroeconómica general al permitir una recomposición de las reservas”, las cuales crecieron USD 2.204 millones en esos meses y volvieron a situarse por encima de los USD 40.000 millones, lo que “incrementa el margen del Gobierno para intervenir en el tipo de cambio oficial y realizar pagos de deuda”.
Impacto fiscal
Por otro lado, la suba de los precios internacionales ayudó a que se dé un reacomodamiento y una suerte de orden a las cuentas nacionales, sobre todo por el mayor aporte en concepto de retenciones que realiza el sector granario argentino. Según el trabajo realizado por la entidad, en los primeros cuatro meses del año, la recaudación en concepto de derecho de exportación escaló un 187%, alcanzando el 0,8% del PBI, su valor más alto desde 2012.
“Así, la mayor recaudación, junto con la disminución de los gastos por la pandemia y la recuperación de la recaudación del resto de los impuestos respecto a los niveles deprimidos de 2020, es uno de los factores que explica la reducción del déficit fiscal en los primeros cuatro meses del año”, el cual se redujo a -0,7% en 2021 versus el -2,2% registrado 2020.
Sin embargo, la participación en el PBI de las retenciones podría escalar aún más si se dan una serie de previsiones. En esta línea, desde CREA consideran que si se mantienen los precios actuales, con una soja en torno a los USD 570, la harina en USD 430 y el aceite en USD 1.500 la tonelada, la exportación del complejo oleaginoso podría saltar en casi USD 7.400 millones, “lo cual aportaría 0,9% del PBI de recaudación adicional por retenciones”.
“De esta manera, los precios internacionales de los commodities dieron una ayuda inesperada en un 2021 que ofrecía un panorama complejo en el marco de la sequía que afectó a la producción agropecuaria. Por este motivo, una reversión de la tendencia y una caída significativa en las cotizaciones de los granos es un riesgo no solo para los productores sino también para la macroeconomia”, concluyó el informe.
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