Natalia Motyl, de Fundación Libertad y Progreso: “Nos encontramos frente a una de las peores crisis de la historia”

La economista fundamentó en una entrevista con Infobae con diversos indicadores locales e internacionales el deterioro de la situación socioeconómica del país. Estimó que el escenario no cambiará en corto plazo

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"Con las nuevas restricciones, ante
"Con las nuevas restricciones, ante la segunda ola y frente a la incapacidad del gobierno de acelerar la provisión de vacunas para los argentinos, nuevamente, muchos sectores como el gastronómico y servicios de turismo quedaron relegado"

La economía transita el segundo trimestre, e ingreso al segundo año en situación de crisis sanitaria con un severo deterioro de los indicadores socioeconómico y nuevas regulaciones por parte del Estado que en nada contribuyen a mejorar las expectativas de corto plazo, mientras se acelera la inflación, vuelve a caer la actividad productiva y comercial y con ello la confianza de los consumidores.

Natalia Motyl, economista de Fundación Libertad y Progreso, analiza en una entrevista con Infobae el escenario actual y su expectativa para el corto y mediano plazo, a partir del análisis comparado de diversos indicadores con el resto del mundo.

— En el Gobierno se muestran convencidos de que la actividad económica está próxima a recuperar el nivel previo a la irrupción de la crisis sanitaria ¿Comparte esa apreciación?

— Por supuesto que no. Es cierto que algunos sectores como la industria y la construcción mostraron avances positivos en los primeros meses del año. No obstante, el sector de servicios se encuentra muy lejos de los niveles pre-pandémicos. Más precisamente, con las nuevas restricciones, ante la segunda ola y frente a la incapacidad del gobierno de acelerar la provisión de vacunas para los argentinos, nuevamente, muchos sectores como el gastronómico y servicios de turismo quedaron relegados.

Hay una realidad, la recuperación de la Argentina se encuentra sujeta tanto a la probabilidad de que vuelvan a incrementarse las restricciones sanitarias a lo largo del año; como a la posibilidad de que, luego de las elecciones, no se lleven adelante algunas reformas que están necesitando los mercados. Se sabe que hasta las elecciones no va a haber muchas novedades en materia económica, salvo políticas muy cortoplacistas que sirvan de parche para mantener calmados los mercados hasta noviembre.

Además, en el hipotético caso de que consigan las vacunas para cubrir a toda la población, al país le va a costar mucho volver a crecer, si persiste el rechazo del Gobierno a la creación genuina de riqueza a través de la libertad. Mientras el resto del mundo superó cuestiones de sentido común, en la Argentina se sigue discutiendo si una unidad adicional de recursos en el sector público logra compensar, consecuentemente, toda la pérdida de riqueza que se ocasiona en el sector privado.

“En la Argentina se sigue discutiendo si una unidad adicional de recursos en el sector público logra compensar, consecuentemente, toda la pérdida de riqueza que se ocasiona en el sector privado”

Cabe ser redundante en este punto, Argentina es uno de los países con más alto índice de riesgo y vulnerable de la región. En el índice de calidad institucional, que elaboramos desde la Fundación Libertad y Progreso, en 2020 el país cayó 6 posiciones, al puesto 112 de 189 naciones. Obviamente, noticias tales como la toma de tierras, los problemas de coordinación en la coalición de gobierno; el control de precios y de cambios, el problema con Vicentin, el conflicto con el campo, no ayudan a cambiar el clima de negocios. Como tampoco el aumento de la Percepción de Corrupción, según la medición de la Organización de Transparencia Internacional, se encuentra pero que Botswana, Sudáfrica, Ghana, Rwanda, Jamaica. Por otra parte, la inflación se mantiene entre las más alta del mundo.

— Ahora que virtualmente se ingresó en fase 1 de las medidas preventivas contra la propagación del covid-19 ¿Qué cabe esperar sobre el desempeño de la actividad?

— Lamentablemente, entre las prioridades del Gobierno no se encuentra el futuro económico. Cuentan con el tan ansiado “arrastre estadístico”, que les permitiría obtener una variación positiva del PBI para utilizarla en campaña. Dicha variación surge de comparar dos años con el promedio anual del PBI; y como 2020 fue muy malo al compararlo con un 2021 en el que se comenzaron a flexibilizar ciertas restricciones, la variación, por contraste, va a ser positiva. Hasta antes de las nuevas limitaciones a la circulación de las personas el promedio trimestral de la serie desestacionalizada del EMAE del Indec arrojaba un aumento del 7,5%. Si las restricciones se extienden a todo junio, se estima que la economía se contraería alrededor del 3% en el segundo trimestre del año, y reduciría la previsión para todo el año al rango de 6% a 6,4 por ciento.

"Si las restricciones se extienden
"Si las restricciones se extienden a todo junio, se estima que la economía se contraería alrededor del 3% en el segundo trimestre del año, y reduciría la previsión para todo el año al rango de 6% a 6,4 por ciento"

¿Contribuye a la recuperación del consumo y de la actividad económica agregada la suspensión de las exportaciones de carnes, y mayores restricciones sobre el comercio exterior?

— No, para que se recupere el consumo es necesario: 1) que se creen puestos de trabajo a través de la expansión de una estructura productiva diversificada; 2) baje la inflación; y, 3) se revierta la crisis de confianza de los mercados por el pago de los vencimientos de la deuda. Es probable que en los próximos meses el Indec registre que los precios de las carnes están desacelerando, pero cuando se vaya a comprarla no van a estar. Eso generan este tipo de restricciones que igualan hacia abajo. Asimismo, las restricciones a los comercios para permanecer abiertos también son un factor a tener en cuenta que impacta negativamente sobre el consumo, el cual por el nivel de empobrecimiento general de la población acusa un cambio hacia los bienes y servicios más básicos, que no se va a revertir en tanto las expectativas en materia inflacionaria, fundamentalmente, no mejoren.

“Las restricciones a los comercios para permanecer abiertos también son un factor a tener en cuenta que impacta negativamente sobre el consumo”

— ¿A qué atribuye que, pese al control de cambios y cupos a diversas importaciones, incluso de partes claves para sembrar y movilizar las cosechas, como para la ejecución de obras públicas, como es el caso de los neumáticos especiales, las cifras del Intercambio Comercial Argentino del Indec mantengan a ese rubro como el más dinámico, con un crecimiento superior al de las exportaciones?

— Siempre que se recupera la actividad económica, viene acompañado por un alza en las importaciones. Además, muchas empresas están intentando recuperar la actividad que habían relegado por las medidas restrictivas. Y, también, la brecha cambiaria entre el dólar oficial y el informal provoca que muchas empresas adelantan importaciones. Lo que faltan no son más restricciones sino un programa económico sostenible y de largo plazo, basado en un fuerte ajuste del gasto público y eliminación de los privilegios políticos.

— El Banco Central comunicó en su Informe de Política Monetaria Mensual que la aceleración de la inflación en el primer cuatrimestre fue un fenómeno transitorio y comenzará a disminuir en los próximos meses ¿Comparte ese análisis?

— Definitivamente no. Es lamentable que el BCRA, la entidad cuyo principal trabajo es defender el valor de la moneda local, no se encuentre comprometido en intentar lograrlo. Recordemos que el año pasado la inflación fue del 36,1%, sólo porque las medidas restrictivas duraron 9 meses. Se proyecta una inflación entre 40% y 50% anual en 2021 por el incremento del ritmo de emisión monetaria que tuvo a lo largo del 2020 con el objetivo de amortiguar el impacto de las restricciones sanitarias. La misma había sido absorbida con deuda remunerada que hoy supera los $3,6 billones y, si no resuelven los problemas estructurales de fondo, se traducirá en más emisión futura y mayores presiones inflacionarias.

La Argentina es el único país de la región, sacando Venezuela, que presenta una inflación acumulada de dos dígitos. Es más, si vamos a la inflación acumulada de los últimos 5 años vemos que en nuestro país superó 437%, mientras que en Uruguay fue del 48%, en Brasil 24%, en Bolivia 12%, en Paraguay 18%, en Colombia 14%, en Chile 14% y en Perú 11%. Y si se mide la inflación de los últimos 10 años vemos que ascendió a 1.742% en Argentina cuando en Uruguay fue del 122%, en Brasil del 74%, en Bolivia del 45%, en Paraguay del 43%, en Colombia del 44%, en Chile del 36% y en Perú del 32 por ciento.

— El Gobierno reglamentó la Ley de Góndolas para “democratizar” la oferta de productos masivos y favorecer la producción de las pyme y el consumo de las familias de artículos de menor precios ¿Ese es el camino para reactivar la economía y desacelerar la inflación?

— Claro que no. Es indignante que siempre gobiernos tan populistas como el actual, en todas sus políticas, hablen de favorecer la producción de las pyme cuando no hacen más que perjudicarlas. Sabemos que las pequeñas y medianas empresas constituyen el 98% de los empleadores en la Argentina y generan alrededor del 48% de los puestos de trabajo registrados en relación de dependencia, y en 2020 cerraron más de 42.000, por crisis de liquidez y solvencia, porque a muchas de ellas se les exige paralizar sus actividades por la crisis sanitaria, pero seguir pagando los impuestos con planes de “facilidades de pago”.

Cabe recordar que las empresas en la Argentina pagan en impuestos un 106% por sobre sus ganancias. Es más, se estima que de poco más de USD 12 millones que factura anualmente una mediana empresa de 60 empleados, debe pagarle al Estado el equivalente a unos USD 2,54 millones; no sólo no gana, sino que debe pagarle USD 144.000 más. Mientras que, en Uruguay se reduce a 42% de su ganancia y en Chile no supera 34 por ciento.

Además, otro dato a tener presente, y que dificulta la actividad empresarial, es que, según el Banco Mundial, las empresas en la Argentina deben destinar 312 horas al año a pagar impuestos cuando en Chile se reduce a 296 horas al año y en los Estados Unidos 175 horas. Los impuestos son altos y complicados. Existen alrededor de 165 impuestos totales, pero sólo 11 generan el 90% de la recaudación total. La consecuencia de semejantes desequilibrios es que detrás de cada número hay una familia destrozada, personas desamparadas.

“Mientras en el resto de los países comprendieron hace décadas que la inflación es un fenómeno íntegramente derivado de la emisión monetaria, aquí todavía se sigue con el cuento de la multicausalidad”

— ¿Hay antecedentes en el mundo de medir la inflación con un metro en las góndolas de los supermercados?

— Ya desde hace 4.000 años, la historia nos enseña que los controles de precios no funcionaron y no lo van a hacer jamás. Siempre que se implementan medidas de precios máximos provocan desabastecimiento. La cuestión sería preguntarnos por qué no podemos bajar la inflación. Simple, no hay predisposición por parte de la política de hacerlo. Mientras en el resto de los países comprendieron hace décadas que la inflación es un fenómeno íntegramente derivado de la emisión monetaria, aquí todavía se sigue con el cuento de la multicausalidad, aplicando los precios máximos, persiguiendo a las empresas, en vez de dejar de emitir. Cuando el Gobierno inyecta pesos que nadie desea a la economía, está directamente corroyendo el valor de la moneda. Así que, el panorama a futuro no es para nada alentador; sino todo lo contrario. Si se quiere transformar la realidad, desde la política deben empezar a tomar decisiones en pos de los argentinos, no de sus intereses.

— Las finanzas públicas mostraron en el primer cuatrimestre una singular disminución del déficit fiscal, aún en valores nominales ¿Es un indicador de austeridad?

— Hoy nuestro país se encuentra frente a un trilema: 1) mayores necesidades de gasto; 2) contener suba pronunciada de deuda pública; y 3) incrementar los ingresos tributarios. Si el Gobierno decide aumentar el gasto público deber endeudarse y/o incrementar impuestos; si el decide incrementar los ingresos fiscales (racionalizando las exenciones y/o haciendo más eficiente el sistema tributario) deberá reducir el endeudamiento y/o bajar el gasto público; y si aspira a disminuir el endeudamiento deberá incrementar impuestos y/o bajar gasto público.

A pesar de que los ingresos fiscales en abril mostraron una recuperación frente a un año antes por la reactivación de la actividad económica en determinados sectores como la industria y la construcción y los ingresos provenientes de las ventas al exterior que fueron acompañadas por la suba de las cotizaciones internacionales de las materias primas; todavía no son suficiente para compensar las crecientes necesidades de gasto.

”A pesar de que los ingresos fiscales en abril mostraron una recuperación frente a un año antes por la reactivación de la actividad económica en determinados sectores, todavía no son suficiente para compensar las crecientes necesidades de gasto”

Para incrementar la recaudación en el mediano-largo plazo será necesario de forma urgente una reforma del sistema tributario. No obstante, esto supone que en el corto plazo sea necesario reducir el gasto público. Sin embargo, dada las restricciones de la segunda ola de covid-19 y el lento proceso de vacunación que incrementa la posibilidad de una profundización de las restricciones en el invierno; es casi ilusorio confiar que se reduzca el gasto público en los próximos meses. Más aún, teniendo en cuenta que se siguen destinando muchos recursos a los programas sociales como Políticas Alimentarias y Repro a las empresas.

— ¿Cómo afectará ese proceso la agudización de la crisis sanitaria, y la imprevisibilidad en el Presupuesto?

— Obviamente, dado este trilema, el único camino que le queda al Gobierno es o endeudarse o emitir para financiar el déficit fiscal. Endeudarse esta complicado bajo el actual contexto y en medio de una renegociación de vencimientos con los organismos internacionales. La única vía es la emisión, que va a terminar impactando negativamente sobre el valor de la moneda. Y, cada vez que anuncia más restricciones, el dólar sube, mejor dicho el peso pierde valor porque el mercado descuenta que el único camino que sigue el Poder Ejecutivo es el de la emisión monetaria.

"Cada vez que el Gobierno
"Cada vez que el Gobierno anuncia más restricciones, el dólar sube, mejor dicho el peso pierde valor porque el mercado descuenta que el único camino que sigue el Poder Ejecutivo es el de la emisión monetaria"

— El Gobierno se resiste a elaborar un plan económico integral sustentable ¿Se puede revertir el lamentable cuadro de ser casi campeones en pobreza, inflación, estancamiento y deterioro del clima educativo con una actitud de “vamos viendo”?

— Obvio que se puede revertir, lo que se requiere es predisposición por parte de la política. Para poder crecer se necesita atraer capital y favorecer las inversiones locales. Hoy el abultado déficit fiscal genera lo que se conoce como efecto “crowding out”. Es decir, dados los altos niveles de endeudamiento y las dificultades para acceder a los mercados de capitales internacionales, el Estado absorbe todo el crédito interno, elevando así la tasa de interés y obstaculizando las inversiones de las empresas locales. Por ende, un paso urgente es reducir el déficit fiscal.

En ese caso hay dos caminos. El primero, imprescindible, es encarar una serie de reformas estructurales: achicar el tamaño del Estado, reforma laboral, bajar impuestos, reforma del sistema previsional y apertura comercial, lo que permitiría crecer y bajar el peso del gasto público. El segundo, es el recesivo, recurrir a formas de financiamiento que condenan la posibilidad de consolidar un crecimiento económico sostenible: incrementando impuestos, tomando deuda o emitiendo moneda.

“Para poder crecer es imprescindible encarar una serie de reformas estructurales: achicar el tamaño del Estado, reforma laboral, bajar impuestos, reforma del sistema previsional y la apertura comercial”

— ¿Por qué cree que, pese a los dramáticos indicadores de pobreza, marginalidad laboral y singular caída del ingreso medio real de los argentinos, gran parte de la sociedad no percibe una sensación de crisis terminal, como la que percibió con la hiperinflación de 1989 – 1990; y luego la debacle de 2001? ¿Qué hace falta?

No creo que la gente no se dé cuenta de que nos encontramos frente a una de las peores crisis de la historia de nuestro país. Recordemos algunos datos, según el Indec, más de 4 de cada 10 argentinos se encuentra en situación de pobreza; más de 1 de cada 10 habitantes está en situación de indigencia; 6 de cada 10 niños en situación de pobreza; 7 de cada 10 de los hogares con jefe no registrado recibió prestaciones implementadas a partir de la pandemia; el 5 de cada 10 recurrió al uso de sus ahorros o venta de bienes para afrontar la crisis; 4 de cada 10 argentinos se endeudó para enfrentar la crisis; más de 42.000 pyme que cerraron; 2 de cada 10 locales cerraron en todo el país; una deuda total de más del 100% del PBI, la más alta de la región; y, un PBI per cápita a niveles del 2006.

La gente eso lo siente en su día a día, pero, creo también, que muchos todavía le tienen miedo al covid-19. El año pasado el Gobierno marcó una falsa disyuntiva entre salud o economía; generando un costo enorme para toda la sociedad. No obstante, como en 2020 no pudo garantizar la provisión de vacunas para todos en 2021, hoy vuelve a optar por las mismas políticas empobrecedoras. De ahí que hoy la posibilidad de una crisis social tal como la del 2001 no está descartada y se incrementa a medida que no haya una respuesta certera de política económica para evitarla.

Todas las elecciones la definen una parte de la población que vota en cuestión de cómo le va en materia económica. Lamentablemente, salvo los que tienen un contrato con el Estado, el resto los argentinos la está pasando muy mal desde el último año. Así que es muy probable que la derrota tanto de este año como en 2023 sea del oficialismo, si no cambia a tiempo. Eso podría modificar el rumbo del país, por lo menos en materia económica.

“Hoy la posibilidad de una crisis social tal como la del 2001 no está descartada y se incrementa a medida que no haya una respuesta certera de política económica para evitarla”

— Una reflexión final

— Creo que se debiera comprender que la única forma de proyectar un futuro distinto al que estamos transitando es a partir de un proceso de introspección profunda de los argentinos; entendiendo la libertad como el único camino posible para el progreso de todos. Sólo si le declara la guerra a la burocracia estatal y al exceso de regulaciones, y se exige que se respeten las libertades individuales se podrá aspirar a un horizonte de desarrollo que mejore la calidad y bienestar de vida de los argentinos.

Fotos: Adrián Escandar

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