Los bancos argentinos atraviesan su momento de rentabilidad más baja en la última década y el negocio crediticio se vuelve cada vez más reducido, a la par de la crisis económica y la recesión. La combinación de las regulaciones en las tasas, el cepo cambiario, la inflación y la bajísima demanda de préstamos llevó a una reducción de las ganancias que, no obstante, cuenta con un paraguas que no tiene ningún otro sector económico. La necesidad de financiamiento del sector público hace que el sistema bancario tenga al Estado como principal cliente, a través del enorme stock de títulos del Banco Central y de títulos de la deuda pública.
En los últimos meses, las ganancias cayeron considerablemente. En enero y febrero, el sistema tuvo un promedio de $5.000 millones mensuales, una disminución del 80% (Econviews)
Según un informe de Econviews, la tendencia a la baja rentabilidad se extiende tanto a bancos estatales como los privados, nacionales o extranjeros. “El rendimiento sobre el capital y sobre activos del sistema bancario se encuentra en el punto más bajo en más de una década. Ambos indicadores oscilan alrededor de un 35-45% de su promedio histórico. En los últimos meses, las ganancias cayeron considerablemente. En enero y febrero, el sistema tuvo un promedio de $5.000 millones mensuales, una disminución del 80% en comparación con el promedio de 2020 o casi un 90% menos que el beneficio mensual promedio de 2019, medido en dinero constante”, asegura un informe de la consultora.
Existen múltiples razones para la disminución de las ganancias de los bancos, según Econviews, pero la principal es que “el Gobierno ha establecido intereses mínimos para pagar depósitos a plazo y máximos para tarjetas de crédito y préstamos obligatorios a empresas, a tasas negativas”.
¿A qué se dedica un banco? A captar depósitos de alguien pagándole una tasa de interés y a prestarle ese dinero a otra persona a cambio de una tasa mayor que la del primero. El dato crítico del sistema bancario argentino actual es que lo que gasta por los intereses que le paga a los depositantes es menor que los intereses que cobra por los préstamos a las familias y a las empresas. Es decir, la primera parte de la ecuación de su negocio es más chica que la segunda, cuando debiera ser al revés. Eso no implica que pierdan dinero: lo que equilibra sus cuentas son las enormes colocaciones para su principal cliente, el Estado, a través de la deuda pública y de los $2 billones de títulos del Banco Central.
“El problema es el estancamiento de la economía desde hace tantos años, que lleva a la amplísima mayoría de la población a no tomar préstamos. Para ganar la escasa diferencia entre el 37% que pagan el plazo fijo a un particular y el 38% que reciben del BCRA por una Leliq, los bancos sostienen una estructura de sucursales que es carísima”, destacó Andrés Borenstein, economista de Econviews, quien menciona otros problemas para el negocio bancario.
“El cepo cambiario ayudó a mejorar los depósitos porque muchos pesos que no pueden dolarizarse quedan en las cuentas, pero también les recortó el negocio de la compraventa de dólares minoristas” (Borenstein)
“Hace 15 meses que la atención en las sucursales está limitada. Tuvieron congelado el valor de las comisiones durante casi un año. El cepo cambiario ayudó a mejorar los depósitos porque muchos pesos que no pueden dolarizarse quedan en las cuentas, pero también les recortó el negocio de la compraventa de dólares minoristas, que siempre fue rentable y hoy se volvió muy pequeño”, agregó.
También sintieron las restricciones en el comercio exterior. El stock de préstamos en dólares del sistema, durante la pandemia, se redujo de USD 9.100 millones a solamente USD 5.500 millones.
Pero hay problemas que llegaron mucho antes que el covid-19. Por la inflación y las sucesivas crisis económicas, la Argentina es el país con el sistema financiero más pequeños de la región. El indicador crédito/PBI así lo demuestra, aún en la comparación con economías que, a priori, se suponen menos desarrolladas.
En los bancos se desmarcan de la idea de que prestarle al estado los deje en una situación ventajosa y resaltan que las ganancias, deflactadas por inflación, son más bajas de lo que se cree. “No hay demanda de crédito, y es difícil colocar préstamos a una tasa competitiva si para fondearse hay que pagar una tasa del 37% y a eso sumarle el costo impositivo, los salarios y el costo operativo”, explican en una entidad de primera línea. Al mismo tiempo, también minimizan el fondeo a costo 0% que son las cuentas-sueldo, una enorme masa de fondos que pasa cada mes por sus cuentas. “No es tan fácil fondearse con los salarios, en la Argentina se gasta mucho efectivo y ese dinero se nos va enseguida,” explican.
“Prestarle a la Estado es un arma de doble filo”, explicó a Infobae el economista colombiano Jorge Saza, analista de la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban). “Por un lado es interesante porque es un cliente que no desaparece, ofrece muchas garantías y siempre representa un riesgo bajo, sobre todo en el corto plazo. Pero prestarle al Estado implica concentración y si hay problemas de default, como ha ocurrido en la Argentina, la apuesta puede salir mal. Por eso los banqueros siempre prefieren diversificar y repartir los riesgos.”
“No hay demanda de crédito, y es difícil colocar préstamos a una tasa competitiva si para fondearse hay que pagar una tasa del 37% y a eso sumarle el costo impositivo, los salarios y el costo operativo” (Bancos)
“En el caso de la Argentina, la rentabilidad de los bancos está asociada a dos factores, el alto nivel de inflación y la debilidad del peso. También hay que decir que el sistema bancario argentino tiene buenos indicadores patrimoniales en cuanto a su solvencia y a la calidad de su cartera. Eso es algo clave para enfrentar los momentos de incertidumbre”.
El informe de Econviews advierte que la baja irregularidad de los bancos argentinos ocurre “solo en la superficie” ya que el BCRA tomó diversas medidas para que los deudores no caigan en mora durante los meses más duros de la cuarentena. A partir del mes próximo, muchos préstamos deberán empezar a normalizar sus pagos y en los bancos todavía no saben cuál será la reacción del público. Por ello, Econviews prevé una mora mayor para el segundo semestre del año.
En una entidad bancaria consideran que la exposición al sector público “está controlada y no tiene riesgos”. En cierta forma, “tener tanto dinero en Leliq más que un negocio es una necesidad”, dado que los encajes que fija el Central son muy elevados. “Pero en los bancos sabemos que hacia el largo plazo prestarle solamente al estado no es saludable, aunque ayuda a compensar que la ecuación de nuestro margen financiero está desfasada”, admiten.
Según explicó Saza, “históricamente, los bancos de América Latina tuvieron mayor rentabilidad que los de otras regiones”. Pero a partir de la pandemia, eso se modificó y tiende a converger a la del resto del mundo.
“Históricamente, los bancos de América Latina tuvieron mayor rentabilidad que los de otras regiones”. Pero a partir de la pandemia, eso se modificó y tiende a converger a la del resto del mundo” (Saza)
Los factores para explicar esa caída a nivel regional, según el experto, son claros: “La inflación está en baja, la demanda de crédito no es vigorosa y las tasas de interés están en un piso tan bajo que los bancos están obligados a prestar a cambio de una remuneración mínima”. El analista ejemplificó la baja de tasas con el caso de Perú, cuya tasa de política monetaria es de solo 0,25%. En la Argentina la realidad es otra: la tasa de referencia es del 38% anual.
Saza destacó que durante la pandemia, en todo el mundo, crecieron los depósitos. Ante el escenario de incertidumbre, muchos eligieron vender acciones, bonos e inversiones de todo tipo y depositar su dinero en cuentas de ahorro, para quedar líquidos. Muchos temen que una vez superada la pandemia y retiradas las restricciones, se genere un shock de consumo que eleve la inflación a nivel global.
Desde octubre, en términos reales, el stock de préstamos al sector privado no crece: es más lo que familias y empresas le devuelven a los bancos que lo que las entidades les prestan. “El negocio crediticio no les deja un margen positivo, los intereses que cobran a sus clientes son menores que los intereses que pagan. Y los plazos fijos crecen a un ritmo mayor que las cuentas a la vista, por lo que el fondeo es más caro”, apuntó Borenstein, que también destaca la llegada de “los nuevos jugadores, más ágiles y sin sucursales”. La referencia es hacia las fintech, que en la pandemia tuvieron su gran momento y le disputaron a los bancos muchos de sus servicios, sobre todo en el terreno de los medios de pago.
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