El ministro de Economía, Martín Guzmán, cerrará el lunes su mes más difícil de su gestión. El episodio de la suba de las tarifas y el fallido pedido de renuncia al subsecretario Federico Basualdo, que dio por terminado el Presidente el fin de semana pasado cuando afirmó que se decidió “un aumento de 9% y punto” contrariando los planes del ministro, marcó el inicio de unas semanas que traerían más malas nuevas. La principal, sin duda, fue el dato de la inflación que no cede. Con un acumulado de 17,6%, lo que augura un desvío cada vez mayor respecto de su pauta original de 29%, que las estimaciones privadas calculan en más de 10 puntos, mayo tampoco habría ofrecido un apaciguamiento de los precios. Y eso sucede a pesar de que el confinamiento más estricto que rige desde el sábado pasado podría haber tenido algún efecto reduciendo la circulación de personas y dinero, tal como ocurrió durante la cuarentena de 2020. Sin embargo, la decisión casi en simultáneo de cerrar las exportaciones de carne para bajar su precio tuvo un efecto contraproducente y uno de los rubros de mayor ponderación en el IPC dentro de la categoría alimentos volverá a reflejar incrementos de 5% a 10%. También impactará el aumento del 5% de la nafta.
Cuando se conozca el dato del INDEC el mes próximo, Guzmán estará presumiblemente en Buenos Aires, a diferencia de lo que ocurrió en abril y mayo. En ambas ocasiones, el funcionario se encontraba en Europa con una sola misión: lograr el apoyo de países europeos a la renegociación de la deuda con el FMI, en el contexto del inminente vencimiento de USD 2.400 millones con el Club de París este domingo. El propio Alberto Fernández encabezó su último periplo. Sin embargo, tampoco en este frente el titular del Palacio de Hacienda logró avanzar en el camino que se había delineado. Aunque esa reestructuración fue el eje central al que se supeditó durante meses la política económica del Gobierno y condicionó cualquier acción en ese terreno, según declaró más de una vez el primer mandatario, no existen en ese plano avances sustanciales después de un año y medio. Otra vez, el objetivo planteado por Guzmán queda cada vez más lejos. Sin un acuerdo con el Fondo Monetario, son marginales las mejoras que se pueden obtener para los activos argentinos, aun cuando la acumulación de reservas por parte del BCRA gracias al ingreso estacional de dólares por la liquidación de la cosecha en valores récord pueda alentar una suba circunstancial.
Ante los embates recibidos del propio gobierno en materia de tarifas, negociación con el FMI y exportación de carnes, Guzmán al menos puede ostentar haber logrado al menos uno de los objetivos que se había propuesto, que no es menor. El déficit fiscal de las cuentas públicas registra, al menos por ahora, una notoria mejora
“Tarde o temprano, la suba de reservas netas del Banco Central va a impactar en los bonos soberanos”, opinó el economista Fernando Marull, quien no descartó sin embargo una nueva caída de las reservas hacia el segundo semestre. Ocurre que operan en ese período fuertes vencimientos con el FMI, que el ministro difícilmente haya logrado reestructurar para esa fecha aun cuando era su vocación ahorrarse esos pagos mediante un acuerdo que despejara la amenaza de default. Tal vez después de las elecciones, pero es incierto. El ala dura de la coalición del Gobierno que integra dejó claro como nunca sus expectativas para el manejo de la cuestión y también las instrucciones. Fue a través del proyecto que aprobó el Senado para condicionar el uso de los fondos extraordinarios que giraría el propio FMI a los países miembro, con la orden de destinarlos exclusivamente a gasto corriente por la pandemia y no al pago de deuda. Ocurrió días después de que el Presidente y el ministro pidieran a las diferentes autoridades europeas que visitaron que los países centrales “cedieran” su parte a aquellos países en problemas, como la Argentina.
Con ese escenario impensado para él mismo, Guzmán al menos puede ostentar haber logrado al menos uno de los objetivos que se había propuesto, que no es menor. El déficit fiscal de las cuentas públicas registra, al menos por ahora, una notoria mejora. De hecho, se redujo en abril 95% respecto al año pasado, eliminando casi por completo el inmenso impacto que tuvo el gasto en el resultado de abril 2020. “Esta disminución del déficit se apoya en la recuperación de la actividad económica y el fortalecimiento de los recursos fiscales, al tiempo que mantiene una estructura de gasto que consolida y da sustento a dicha recuperación”, dijo el Ministerio de Economía cuando dio a conocer el dato, que esconde una realidad: el fuerte ajuste en salarios y jubilaciones.
Un informe reciente del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) sostiene que “los datos de ejecución presupuestaria hasta abril mostraron que, por un lado, no hubo un fuerte crecimiento del gasto asociado específicamente a la pandemia y, por el otro, se observó una reducción de gastos en rubros relevantes para las finanzas nacionales como lo son las jubilaciones y asignaciones más los salarios públicos, que contemplando el efecto de la inflación muestran caídas reales de entre el 8% y el 10%”. Tal vez es exactamente eso lo que hizo de mayo el peor mes del ministro desde que asumió.
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