El presidente Alberto Fernández buscará este miércoles por la mañana con una reunión virtual con la canciller alemana Ángela Merkel conseguir el último apoyo clave de una nación europea para evitar que un impago de USD 2.400 millones al Club de París implique un nuevo default de la deuda.
El Gobierno necesita avanzar en dos frentes paralelos para encaminar esa gestión que dé continuidad al proceso de renegociación de la deuda que comenzó el año pasado con los bonistas privados: por un lado, con los propios estados europeos que son acreedores bilaterales de la Argentina y, por otro, mediante un gesto del Fondo Monetario Internacional.
El peso de Alemania, tanto en el FMI como en Club de París, es mayor que el resto de los países que apoyaron a la Argentina en la última gira oficial
En términos prácticos, la intención del Poder Ejecutivo es evitar que se declare la cesación de pagos el 30 de julio en caso de que el país no pague los USD 2.400 millones pendientes ante el Club de París que tienen como última fecha de vencimiento este lunes 31, aunque con una ventana de tiempo de dos meses. Además, necesitará que ese consorcio de países descarte seguir actualizando el monto de la deuda argentina a una tasa de interés anual de 9 por ciento.
La videollamada con Merkel intentará concluir la cosecha de respaldos que se llevaron de Europa Alberto Fernández y el ministro de Economía Martín Guzmán, que mantuvieron reuniones en Portugal, España, Italia y Francia. Un encuentro presencial con la canciller alemana fue imposibilitado por las restricciones de la pandemia en ese país.
El peso de Alemania, tanto en el FMI como en Club de París, es mayor que el resto de los países que apoyaron a la Argentina en la última gira oficial. Eso sucede porque en rigor, más de la mitad de la deuda argentina al Club de París está concentrada en dos países: Alemania (37%) y Japón (22%). Más atrás le siguen Holanda (casi 8%), España (6,68%), Italia (6,29%) y Estados Unidos (6,28 por ciento).
Los dos principales acreedores en el Club son considerados con una postura ortodoxa. De hecho, en su primer paso por Berlín a mediados de abril Guzmán pudo comprobar la escasa flexibilidad alemana para instrumentar su propuesta de “reasignar” (a favor de los países pobres y de ingresos medios, como la Argentina) buena parte de la emisión de DEGs.
El Gobierno necesita avanzar en dos frentes paralelos para encaminar esa gestión que dé continuidad al proceso de renegociación de la deuda que comenzó el año pasado con los bonistas privados
Pero Alemania también tiene relevancia en el Fondo Monetario. Los tres principales países con proporciones más altas de presencia en el directorio son Estados Unidos (16,52%, y además es el único que tiene poder de veto de las decisiones del directorio), seguido por China (6,15%) y Japón (6,09%). Luego sí, le sigue Alemania, que ocupa el puesto número 4 con un 5,32% del poder de voto, Francia comparte el quinto lugar con Gran Bretaña ya que posee el 4,03% del total.
El Club de París tiene sus propias pretensiones dentro de esta negociación, tal como lo dejó saber en los últimos días un representante diplomático de Japón, el segundo país acreedor más importante. El embajador japonés en Buenos Aires Tahakiro Nakamae, declaró que “para los miembros del Club de París no resultaría justo si la Argentina propusiera la prórroga de pago de sus deudas, mientras que continuara pagando a otros acreedores fuera del club. Quisiéramos, en este sentido, trato equilibrado”, mencionó Nakamae. Aunque no mencionó ningún país, podría hacer referencia a China, que no forma parte del Club de París.
La intención del Poder Ejecutivo es evitar que se declare la cesación de pagos el 30 de julio en caso de que el país no pague los USD 2.400 millones pendientes ante el Club de París
El segundo camino por el que transita la negociación de esa deuda es a través de las conversaciones con el FMI. Fuentes de Washington y desde el Palacio de Hacienda lo desmienten –y aseguran enfáticos que no hay misión programada–, pero podría haber una visita del staff del Fondo Monetario a Buenos Aires a lo largo de esa ventana de 60 días antes del default con el Club de París. De esa misión saldría, entonces, el guiño que necesita el Gobierno sobre un avance preliminar de un nuevo programa financiero que allane la postergación de los USD 2.400 millones. También podría salir de conversaciones virtuales u otro gesto, algo que el kirchnerismo duro ve con mejores ojos.
Ese gesto del FMI podría llegar, ejemplifican también en el Poder Ejecutivo, a través de un comunicado que destaque el avance de las conversaciones entre el staff técnico y las autoridades argentinas para alcanzar un acuerdo en los próximos meses sobre un nuevo programa financiero. En ese sentido, recuerdan que durante el inicio del tira y afloje con los bonistas, el Gobierno celebró el mensaje que el Fondo Monetario “bajó” a los acreedores privados al afirmar que la deuda argentina era “insostenible”, lo que estableció el punto de partida de esa negociación.
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