
El problema de la economía bimonetaria no es nuevo en la literatura económica ni entre las preocupaciones de los gobiernos de distinto signo político en la Argentina. Uno de las causas de esa debilidad del peso tiene que ver con uno de los atributos que debería tener cualquier moneda: la reserva de valor. Según un estudio de Ecolatina, tras el fin de la convertibilidad hubo muy pocos momentos en que el peso tuvo mejor rendimiento que el dólar o que no perdió contra el ritmo inflacionario.
“Los argentinos ganamos y gastamos en pesos, pero ahorramos y pensamos en dólares. En respuesta, se suma un componente a la demanda usual de divisas que tienen los demás países -cancelar importaciones, pago de deudas y remisión de utilidades y dividendos-. Este factor extra provoca que nuestra economía necesite más dólares para funcionar que las demás, agravando la escasez crónica de divisas que solemos enfrentar. Por lo tanto, la economía bimonetaria es una de las causas de la inestabilidad y desvalorización constante del peso”, consideró Ecolatina.
Según el relevamiento hecho por esa consultora, desde 2003 hasta la actualidad “ahorrar en pesos no fue una buena decisión”. Para eso tomó como referencia cuál es la tasa de interés de un plazo fijo en cada mes y lo comparó con la evolución del tipo de cambio, por un lado, y del índice de precios por otro.
“En números, en los 220 meses que van desde enero de 2003 a abril de 2021, tan sólo en 20 la tasa de interés en pesos le ganó a la inflación mensual y a la tasa de devaluación mensual. Por el contrario, en 200 perdió contra una de estas variables al menos”, fue la conclusión del estudio. Solo para graficar ese dato, si se agruparan todos los meses en que el peso ganó, el resultado positivo para la moneda nacional iría desde enero de 2003 hasta agosto de 2005 y desde ese momento habría enhebrado casi 16 años consecutivos de pérdida de valor.
“En consecuencia, el peso no fue un buen activo financiero, es decir, buena reserva de valor, y de ahí la bimonetarización de la economía, que ya existía de antes, pero se reforzó en la última década”, consideró Ecolatina.

En ese sentido, el informe destaca que el dólar no dejará de ser la referencia para la reserva de valor hasta tanto el peso pueda ofrecer tasas de interés positivas y que los ahorros no pierdan a lo largo del tiempo. “En la actualidad la tasa de interés de plazos fijos minoristas se ubica apenas por encima del 2,6% mensual, un nivel muy inferior a una inflación que promedió el 4% en el último semestre”, ejemplificó la consultora.
Existe una opción de depósito que protege a los ahorros de la inflación: los plazos fijos atados a UVA. Si bien crecieron 80% en términos reales durante el último año, explica Ecolatina, los plazos fijos tradicionales avanzaron solo 7%. “Sin embargo, aun con esta marcha dispar, los plazos fijos ajustables por inflación representan solo un 3,5% del total del stock de depósitos a plazo. En consecuencia, su impacto sigue siendo muy acotado y no está cambiando la dinámica de los ahorros”, consideraron los autores del informe.
Respecto al dólar, al mirar los últimos meses las inversiones en pesos fueron una mejor opción: el tipo de cambio oficial se depreció a un promedio de 2% mensual desde febrero (contra el 2,6% de rendimiento de los plazos fijos) e incluso la relación es más favorable si se toma en cuenta el dólar blue, que está 6,6% por debajo del precio al que cerró el 2020.
De todas formas, al hacer un pantallazo más amplio, durante el año pasado la tasa de interés en pesos promedió 2,3% efectivo mensual, mientras que el dólar blue avanzó 6,9% en la media mensual. “Peor aún, esta dinámica se refuerza al retrotraernos al 2018 y 2019: alguien que tenía 100 pesos al comienzo de 2018, habría terminado con 188 pesos en 2019 si los hubiera puesto en un plazo fijo, 227 si los hubiera ajustado por inflación y 407 si hubiera comprado dólares. En consecuencia, se observa cómo en los últimos años esta dinámica se viene fortaleciendo en lugar de atenuarse”, explicó Ecolatina.
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