A horas de regresar de su gira europea, el Presidente Alberto Fernández se refirió al problema más acuciante de la economía argentina, la inflación. Aseguró estar muy preocupado por la suba de los precios, a la que no le encuentra -según dijo- “explicación alguna” salvo que “algunos han aprovechado el momento y han ganado más de lo que debían ganar”. Por “el momento”, el mandatario aludió a los meses de marzo y abril, que tuvieron un registro de 4,8% y 4,1% aunque ya desde octubre del año pasado, el ritmo inflacionario se ubicó siempre por arriba del 3% y, con excepción de noviembre, en torno de 4% y por encima.
Incluso reconociendo la búsqueda de recomposición de rentabilidad, es decir, la intención de las empresas de obtener ganancias, los economistas identifican varias razones más por las cuales la presión de sobre los precios no cede a pesar del congelamiento de tarifas, del freno a la suba del dólar oficial y las paritarias acotadas, los argumentos de los funcionarios del Gobierno que analizan con algo de impotencia las cifras del INDEC.
“Las recientes decisiones de política económica no lograron desacelerar la inflación mensual de los últimos meses porque una buena parte ya estaba gestada”, opinó la economista Lorena Giorgio, quien explicó que el exceso de emisión monetaria para financiar gasto más la inestabilidad financiera incubó un proceso de remarcación por la incertidumbre en los costos y los tiempos de recomposición de stock. Esas incertidumbres se mantienen a pesar de que el ministro de Economía, Martín Guzmán, logró controlar la brecha cambiaria y el aluvión de dólares del campo aporta un oxígeno inestimable.
En este sentido, el Gobierno logró anclar las expectativas del mercado respecto del tipo de cambio pero no respecto de la evolución del resto de los precios. Conspiran contra ese objetivo las distorsiones al interior de las distintas cadenas, como combustibles aumentando 28% con tarifas energéticas apenas descongeladas o, en el rubro salud, un aumento de las prepagas muy por detrás de la suba del precio de los medicamentos.
Pese a que logró controlar la brecha cambiaria y el aluvión de dólares del campo aporta un oxígeno inestimable, el Gobierno contuvo las expectativas del mercado respecto del tipo de cambio pero no respecto de la evolución del resto de los precios
En este sentido, el Gobierno logró anclar las expectativas del mercado respecto del tipo de cambio pero no respecto de la evolución del resto de los precios
El último informe de Consultatio describe al menos tres fenómenos claves para explicar por qué la inflación no se desacelera aún cuando, incluso en términos monetarios y fiscales, el Gobierno puso un freno de mano que el contexto político amenaza con volver a soltar. A saber:
-La subestimación “dramática” de la inercia inflacionaria que se refleja en la suba de precios de todos los sectores. “Una muestra de la magnitud del problema es la homogeneidad en el ritmo de crecimiento de los precios: la mediana de la inflación según las principales divisiones fue de 3,7%, apenas por debajo del 4,1% del mes pasado y en los niveles promedios del período agosto de 2018 a diciembre de 2019, que concentra varias devaluaciones del tipo de cambio y ajustes tarifarios”, reza el informe.
- El desanclaje de expectativas: la proyección del Presupuesto perdió todo tipo de credibilidad y no fue reemplazada mientras que lo que para Guzmán era la “hoja de ruta” para la economía este año, perdió total vigencia en virtud de la segunda ola de coronavirus y la presiones por mayor gasto, particularmente en subsidios a las tarifas. Aun cuando el altísimo precio de la soja permita financiar gastos no contemplados, las dudas sobre el marco en el que se deberían desempeñar las variables alimentan las subas por efecto cobertura. Dice el informe de la consultora financiera: “Aunque parezca una frase hecha, no lo es: para poder domar la inflación, el Gobierno necesita de alguna manera volver a controlar las expectativas de los actores relevantes de la economía. El Gobierno no solo no fijó una meta creíble, sino que tampoco cuenta con un plan consistente y políticamente viable para llegar a dicha meta. Un ejemplo claro de la ausencia de rumbo económico está dado por las pocas novedades que hay respecto del programa con el Fondo”. Agrega que el ruido político es otro factor no menor que impide anclar las expectativas.
- El cepo y la política cambiaria, que en mayo tuvo para el Banco Central una mejora histórica, con una enorme posibilidad de hacerse de divisas, que no se tradujo en una flexibilización de las restricciones. Por el momento, parecería ser que el Gobierno prefiere acumular reservas y prepararse para el invierno antes que aprovechar para relajar importaciones y favorecer alguna recuperación de la actividad. “La estrategia de seguir apostando por un súper-cepo reforzado erosiona la efectividad del ancla cambiaria. A medida que el dólar oficial pierde relevancia, los dólares alternativos empiezan a transformarse en referencia y, por lo tanto, se da una especie de “devaluación de hecho” que tiene asociado un traslado a precios. Abonando esta teoría, durante abril, la inflación en dólares se mantuvo en el mismo nivel que el mes pasado, en el orden del 2,3%, un ritmo muy elevado y solo comparable con episodios de salida de devaluación o imposición de cepo”, dice el informe semanal de Consultatio.
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