Los datos de inflación se salieron de quicio a principios de este año. El 4,8% de avance que anotó el Índice de Precios al Consumidor en marzo seguido del 4,1% de abril muestran que la pauta del 29% de inflación anual con la que aspiraba a manejarse del Gobierno está lejos de la realidad. Pero si el 46,3% al que aceleró el dato interanual de inflación y el 46,4% en el que se movió en el mismo período el capítulo “alimentos y bebidas” son de por sí fuente de preocupación, la variación de los cortes de carne que sigue el Indec es aún peor. En promedio, los seis productos que releva el Indec avanzaron 70,56% interanual algo que el Gobierno ahora intenta paliar con el cierre de exportaciones que tiene al sector en pie de guerra.
El precio de la carne, según lo sigue el instituto estadístico, se movió hasta bien entrado 2020 de la mano o por detrás del Índice de Precios al Consumidor, el nivel general de precios. Pero en noviembre del año pasado esos seis productos de los que el instituto estadísticos da detalles se separaron de la dinámica general para entrar en su propio camino alcista.
El kilo de asado sube 95% en términos interanuales según datos del Indec, más del doble de lo que avanza el nivel general de precio. Llegó en abril a los $634,88 según datos oficiales. En el año trepa 23,8 por ciento.
Otro corte que se destaca por su suba es el kilo de nalga, que trepa 76,18% interanual con datos a abril y 22,63% en el año. Llegó a los $ 756,56 según datos del Indec.
El movimiento que registra el instituto estadístico para la carne picada llega por su parte al 63,85% interanual, para el kilo de paleta del 73,83% interanual y para el kilo de cuadril del 74,87% interanual. Sólo las hamburguesas congeladas, un subproducto, se mueven menos que el nivel general de precios: aumentan 38,90% interanual.
El divorcio entre la carne y el nivel general de precios se retrotrae a noviembre del año pasado, inmediatamente después de las turbulencias cambiarias que llevaron al dólar libre a rozar los $200 por unidad. Según especialistas del sector, ese salto en los precios en las carnicerías obedeció en parte a la situación macroeconómica de ese momento y, en parte, a condiciones propias del mercado ganadero en ese entonces.
“Hacia mediados del año pasado el ternero se encareció porque los productores para protegerse de la inflación se refugiaban en animales y no estaban dispuestos a cambiarlos por pesos. Fueron refugio de valor. Así como la clase media salía a comprar autos, materiales de construcción y dólares, el sector salía a comprar animales”, explicó David Miazzo, economista jefe de FADA.
“Los feedlot que engordan a los terneros y venden novillos se encontraron con menor entrada de animales y, para colmo, subía el precio del maíz a nivel internacional -el principal insumo- sin que el consumo interno, de bolsillos muy flacos, reaccione”, agregó el economista. “El resultado es que meses después los feedlots empezaron a entregar muchos menos animales, una reducción de oferta que se fue rápido a precio”, concluyó Miazza.
Miguel Schiaritti, presidente de CICCRA, coincide en el diagnóstico. “Tuviste un factor macroeconómico, que hizo que los productores no quieren tomar pesos que se licuaban. Entonces animales que se engordaban en 60 días en un feedlot pasaron a un proceso en campo que toma unos 8 meses. En el medio, la suba del maíz afectó al negocio de feedlot y el resultado es esa suba”, agregó.
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