La pobreza infantil en el conurbano llegó al 72,7% en el último trimestre del 2020, frente al 65% de promedio en el país.
Así se desprende de los datos oficiales, que reflejan el efecto de las mayores restricciones aplicadas por el Gobierno en esta zona del país a raíz de la pandemia.
Entre 0 y 14 años, el aumento fue de 10 puntos, ya que en el último trimestre del 2019 el registro había sido del 62,7 por ciento. A nivel nacional, este nivel pasó del 55,7 al 62,9 por ciento; en el NOA, del 58,6 al 60,9%, el NEA del del 59,1% al 61,9% y en la Patagonia del 44,3% al 50,8 por ciento.
En términos de indigencia, en el conurbano pasó del 20,2 al 20,8 por ciento en un año entre 9 y 14 años, frente al salto del 14,7 al 15,6 por ciento a nivel nacional.
Los microdatos de la EPH del Instituto Nacional de Estadística y Censo (Indec), procesados por los expertos de la Universidad Católica Argentina (UCA), muestran que el salto fue especialmente violento en los partidos del conurbano, donde se mezclan condiciones estructurales con la caída del ingreso real de los últimos años y las restricciones de la cuarentena-pandemia.
Por esta razón, Santiago Poy del Observatorio de la Deuda Social Argentina, Pontificia Universidad Católica Argentina, indicó a Infobae que el incremento en el Gran Buenos Aires duplica al que se registró en el resto del país en el mismo período, entre fines del 2019 y fines del 2020, “porque fue la región más castigada por la pandemia y la que por lo tanto aplicó más restricciones a la circulación, por lo cual hubo más pérdida de ingresos”.
“A eso hay que sumarle el empleo informal estructural en la zona, lo que se refleja en estos datos”, aclaró el experto.
En cuanto a la pobreza por edad, aclaró que en términos estadísticos hay una “sobrerrepresentación”, ya que la pobreza no se mide en forma individual, sino por hogar y en los hogares pobres hay varios miembros de una familia y uno o dos ingresos. En la otra punta de la pirámide demográfica, entre los adultos mayores, por cada hogar suele haber un ingreso, aunque sea muy bajo.
“Evidentemente el salario familiar y las transferencias directas no alcanzan para evitar la pobreza”, se lamentó; en parte por esta razón el Gobierno decidió ampliar el universo alcanzado por la Tarjeta Aliment-Ar, que, de todos modos, para los movimientos sociales no alcanza porque se trata de asistencialismo y no de generación de recursos genuinos.
“Al ver los promedios de los datos semestrales, hay un aumento de los 9 puntos en el GBA versus uno de casi de la mitad, tanto el norte y el sur del país, por trabajo informal y malas condiciones estructurales”, indicó el experto.
El dato que se elija, “resulta muy impactante, muy alto, lo mires como lo mires” y es el mayor desde que se retomó la serie en 2016, luego de nueve años de manipulación de las estadísticas públicas durante el kirchnerismo.
El experto aclaró que, cuanto más chico sea el tamaño de la zona que se examine, mayor es el error estadístico, ya que los datos oficiales son más precisos si se observan las regiones del país como un conjunto.
El argumento del Gobierno, desde que se conoció que la tasa de pobreza a nivel país fue del 42% en el último trimestre del año pasado, es que sin las medidas aplicadas (como el IFE, que llegó a casi 10 millones de personas), posiblemente la pobreza habría superado el 50 por ciento durante la pandemia. A la vez, el Gobierno no logró dominar la inflación ni pudo ubicarse entre los países que amplió su gasto social durante la crisis del 2020, debido a sus fuertes restricciones fiscales y, justamente, a la crónica suba de precios.
Cabe aclarar que la Argentina atravesó una de las cuarentenas más extensas del mundo y eso impidió una recuperación más rápida de la economía y por lo tanto del trabajo formal e informal, lo que hubiera permitido una recomposición del salario nominal, ya que el real continúa siendo severamente afectado por la inflación, que terminó en 36% en 2020 y apunta, según los analistas, a estacionarse entre el 45 y el 50 por ciento este año.
Cabe aclarar que los expertos en estadísticas prevén que el 42 por ciento pueda saltar al 44 o 45 por ciento en la próxima medición oficial que se conozca, en un contexto de recuperación parcial del PBI, pero con caída del ingreso real y pobre creación del empleo, antes de la nueva etapa de cierres por la segunda ola del coronavirus, a la que se llegó con un muy bajo nivel de vacunación.
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