Luego de otro dato negativo de inflación, crece la presión para que el Gobierno suba las tasas de interés

Tanto el Banco Central como el Tesoro se resisten porque generarían un impacto negativo en la economía. El cepo permite sostener rendimientos negativos, pero en la segunda parte del año podría complicarse

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El ministro de Economía, Martin Guzman, y el presidente del BCRA, Miguel Pesce
El ministro de Economía, Martin Guzman, y el presidente del BCRA, Miguel Pesce

El dato de inflación de inflación de 4,1% en abril encendió nuevas luces de alerta y presiona para que se tomen nuevas medidas de política monetaria. La fuerte absorción de pesos que viene llevando adelante el Central por ahora no parece suficiente, como tampoco la decisión de suavizar la suba del dólar oficial para anclar expectativas. Por eso el tema que resurge en el equipo económico es si resultaría conveniente recurrir a una suba de la tasa de interés como mecanismo para volver más atractiva la inversión en pesos y evitar presión cambiaria.

Dentro del BCRA hay distintas posiciones. Algunos directores creen que algo habrá que hacer antes que el aumento de la inflación contamine al tipo de cambio. Otros, en cambio, consideran que el remedio sería peor que la enfermedad. Un aumento de tasa de referencia que se aplica en las Leliq y que hoy también encarecería el crédito y terminaría afectando la reactivación.

Incluso anteayer fue el ministro de Producción, Matías Kulfas, quien salió a atacar la política monetaria que aplicó el gobierno de Mauricio Macri: “Aumentaron las tasas y terminaron con una inflación superior al 50%”.

El argumento es que cuando la suba de tasas resulta exagerada, representa un fuerte aumento de costos para las empresas y se termina trasladando al costo de los bienes que comercializan. En 2018-2019, en medio de un fuerte aumento de la desconfianza preelectoral, las tasas de las Leliq llegaron a subir del 70%.

Ahora la tasa de referencia que aplica el BCRA desde marzo de 2020 es 38%, bien por debajo de cualquier medición de la inflación. Si se tiene en cuenta que en los primeros cuatro meses de 2021 el aumento del índice fue de 4% mensual, la inflación anualizada se ubica en torno al 60%. Sin embargo, la proyección es que habrá una disminución gradual para adelante. Ecolatina, por ejemplo, consideró que el año terminará en torno al 45%, unos nueve puntos por encima del año pasado.

El titular del Central, Miguel Pesce, no estaría de acuerdo con subir las tasas, al menos por ahora. La principal variable que se mantiene bajo observación es el comportamiento de los depósitos en pesos, que siguen aumentando a pesar de los rendimientos negativos (por debajo de la inflación) de los plazos fijos.

La tranquilidad de los depósitos radica en dos razones de peso. La primera es que el cepo cambiario vuelve mucho más complicada la dolarización, sobre todo para empresas y otros inversores institucionales. La otra, y posiblemente más fuerte, es que el tipo de cambio se mantiene bajo control, lo mismo que la brecha. Por lo tanto, aún con inflación quienes invierten en pesos consiguen ganancias medidas en moneda dura. El inversor, finalmente, hace la cuenta de cómo le va en dólares y no si le gana o pierde contra la inflación.

Pero se trata de una postura riesgosa. Ni bien el dólar empiece a tener más movimiento, lo que podría suceder en la segunda mitad del año y cuando se acerquen las elecciones legislativas, será casi inevitable ajustar las tasas en pesos para evitar una mayor dolarización.

El Tesoro también observa con preocupación la inflación persistente, ya que precisa colocar más deuda. Hasta ahora la suba de tasas en las últimas licitaciones fueron marginales y por ahora no tendría mayores inconvenientes para renovar los vencimientos o incluso conseguir fondos adicionales. Pero, de vuelta, será difícil sostenerlo en caso de que en los próximos meses la inflación no empiece a bajar de manera mucho más marcada.

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