En el árido panorama de la economía argentina, existe un sector que se percibe como un oasis: el textil. Con aumentos de precios del orden del 80% interanual, gran parte de las empresas del rubro no sólo anticipan un buen resultado en 2021 sino que, incluso, consideraron que 2020, el año de la irrupción de la pandemia en el que se produjo un derrumbe de 10% del PBI y la pobreza alcanzó 42%, fue mejor que el año anterior.
Así se desprende de una encuesta realizada entre las firmas de toda la cadena del sector por la Fundación ProTejer, relevamiento en el que, además del buen desempeño, los empresarios del rubro señalaron la recomposición de rentabilidad como el principal desafío. Esto pese al acelerado ritmo de suba de precios. Según informó ayer el INDEC, “Prendas de vestir y calzado” lidera el ránking de inflación por sectores con una suba de 79,1% en los últimos 12 meses en los que la inflación creció 46,3%.
A diferencia de otros sectores en los que ante el avance inflacionario se aplicaron distintos programas de control, como los alimentos, o el gobierno les impuso acuerdos, como el sector de los electrodomésticos, el nivel de incremento de la indumentaria contrasta con la pasividad oficial, que no ha adoptado ninguna medida de intervención. Y, al menos por el momento, admiten en la Secretaría de Comercio que no está bajo estudio ningún tipo de acción para contener o al menos paliar el impacto de los aumentos de la vestimenta y el calzado.
Esto a pesar de que fuentes del sector señalaron a Infobae que la funcionaria a cargo del área, Paula Español, planteó alguna queja a las cámaras empresarias e, incluso, a modo de moderada represalia, les acotó el beneficio del plan de cuotas Ahora 12, limitando su participación al Ahora 3 y Ahora 6. En su defensa, los empresarios aducen que además de la suba de costos que implicó producir en la pandemia, la carga impositiva les impide mejorar el nivel de precios. Pero ambos planteos se topan con un fuerte contra argumento: la suba de precios también se extiende a los outlets, locales donde suelen liquidarse prendas de temporadas anteriores y, por lo tanto, producidas antes del incremento de costos que provocó la pandemia.
Con todo, el enojo de Español con los textiles no se expandió al secretario de Industria, Ariel Schale, ex director ejecutivo de Protejer hasta asumir en su cargo en diciembre de 2019 y de presumible inmejorable diálogo con los actores del sector.
De hecho, al funcionario le atribuyen -y agradecen- los empresarios el alto nivel de protección del sector frente a la competencia de productos importados: medidas en dólares, las importaciones cayeron 51,45% en el primer trimestre del año respecto del 2020 y 56% medidas en volumen.
Esta caída es considerada, según el relevamiento de la fundación, uno de los principales motivos que explica el buen desempeño para el 43% de los encuestados que afirmaron que su negocio mejoró en 2020 respecto del año anterior (40,3% admitió un empeoramiento) y fundamenta, también, las altas expectativas para 2021, en el que coinciden 83% de los encuestados. La enorme mayoría prevé un aumento de ventas para este año en el contexto de un mayor nivel de actividad económica y 30% de las firmas, que el año pasado logró exportar, cree que mantendrá esa posibilidad.
A raíz de las expectativas positivas en relación al mercado interno, 59% de las empresas textiles prevé invertir para elevar el nivel de productividad y también el 91% aseguró que mantendrá o ampliará la dotación de personal. Más de la mitad de las firmas encuestadas (54%) anticipó que aumentará las horas trabajadas.
Pero toda rosa tiene espinas. Ante los principales problemas que deberán enfrentar en lo que queda de 2021, los empresarios se ubican ante una paradoja ya que identifican el cierre de importaciones como la principal dificultad. Se refieren, claro, a la importación de insumos y repuestos, difíciles de encontrar en la industria nacional, al menos a buenos precios. En segundo orden, y en línea con todos los demás sectores productivos, señalaron la carga tributaria como un gran problema también este año y, en tercer lugar, la inestabilidad macroeconómica.
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