El presidente Alberto Fernández estiró su estadía en Europa para encontrarse cara a cara con Kristalina Georgieva, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). El encuentro, el primero presencial entre los dos dirigentes, será mañana y tendrá como ejes las negociaciones para refinanciar el crédito de cerca USD 44.000 millones que tomó el país en 2018 además de tratar la propuesta de Martín Guzmán la para la redistribución de una inyección de capital a los países miembro del organismo y que volcará el equivalente en USD 4.354 millones al Tesoro argentino. A nivel global el Fondo distribuirá unos USD 650.000 millones, pero no serán billetes tradicionales, sino derechos especiales de giro (DEG), la moneda de reserva de la entidad.
El principal objetivo de la ampliación de capital que decidió el FMI para este año es proveer de liquidez a países con escasas reservas y problemas de financiamiento. En el caso argentino, permitiría aumentar las reservas en unos USD 4.354 millones, según surge de la “cuota” de 0,67% que tiene el país como socio del Fondo. Es un monto casi USD 1.000 millones superior al vencimiento que debe afrontar el gobierno argentino este mes con el Club de París (USD 2.400 millones). Los buenos precios de la soja y otros commodities de exportación serán también otra potentísima fuente de divisas y permitirían postergar un acuerdo con el FMI hasta después de las próximas elecciones legislativas.
Debe recordarse que las primeras dos cuotas (de USD 1.893 millones cada una) en vencimientos de capital que debe pagar la Argentina como resultado del crédito concedido por el FMI en 2018, durante el gobierno de Mauricio Macri, recaen en septiembre y diciembre de este año.
De dónde viene
El DEG fue creado como “activo de reserva internacional” para complementar las reservas oficiales de los países miembros y la última cuenta, a marzo de 2016, era que se habían creado y y asignado 204.100 millones de DEG, que al tipo de cambio actual son poco más de USD 293.000 millones. El valor del DEG surge de una canasta de monedas integradas por el dólar de EE.UU, el euro, el renminbi chino, el yen japonés y la libra esterlina.
En 1969, cuando se creó, la intención fue que permitiera mantener el sistema de paridades fijas establecido en 1946, pero la oferta y evolución del oro y el dólar de EEUU no permitió mantener el sistema que trabó cada vez más los flujos comerciales y financieros internacionales, hasta el derrumbe final, en 1973, del sistema de cambio fijo y su reemplazo por tipos de cambio flotantes entre las principales monedas y también con las del resto del mundo.
Empequeñecido
Luego, sin embargo, la expansión de los mercados internacionales de capital, a través de mecanismos como los “Eurobonos” (bonos nominados en dólares, pero emitidos fuera de EEUU) y el reciclaje de “petrodólares” dejaron en segundo lugar el rol del DEG.
Esa situación cambió en 2009, cuando se acordó una asignación de 182.600 millones de DEG (a valores de hoy, USD 262.340 millones) para afrontar la crisis financiera mundial derivada de hipotecas y créditos “subprime”.
Por eso, “el DEG no es ni una moneda ni un activo frente al FMI, más bien representa un activo potencial frente a las monedas de libre uso de los países miembros del FMI. Los tenedores de DEG pueden obtener estas monedas a cambio de sus DEG mediante dos operaciones: primero, la concertación de acuerdos de canje voluntario entre países miembros y, segundo, la designación, por parte del FMI, de países miembros con una sólida situación externa para que compren DEG a países miembros con una situación externa poco firme. Además de su función de activo de reserva complementario, el DEG sirve como unidad de cuenta del FMI y de algunos organismos internacionales”, dice el documento del organismo.
De este modo, el propio Fondo subraya la posibilidad de que además de los USD 3.350 millones (en DEGs) que les corresponden por su “cuota”, la Argentina podría acceder a montos mayores si acuerda con países que no usarán esa mayor asignación, como pueden ser algunos países europeos (que en general priorizan a sus vecinos africanos), EEUU, Canadá y países asiáticos como China y Japón.
El valor del DEG se fijó inicialmente como equivalente a 0,888671 gramos de oro fino, que era en ese momento igual al valor de un dólar de EEUU, pero tras el derrumbe del sistema de Bretton Woods se redefinió en base a una canasta de monedas.
Al viernes 5 de marzo, un DEG equivale a USD 1,4367. Su valor se publica diariamente en el sitio del FMI en internet. La canasta de monedas se revisa cada cinco años y la última revisión fue en octubre de 2016, cuando se incluyó al renminbi chino. Las actuales “ponderaciones” son: 41,73% del valor del dólar, 30,93% del euro, 10,92% del renminbi 8,33% del yen y 8,09% de la libra esterlina. Esa composición se revisará “a más tardar” el 30 de septiembre de este año, coincidente con la Asamblea Anual FMI-Banco Mundial.
Debe tenerse en cuenta además que la parte de la “cuota” (esto es, los USD 3.350 millones a que accedería automáticamente la Argentina) no tiene costo y que la tasa sobre los montos adicionales a los que eventualmente acceda en función de “acuerdos” con países que no usan su asignación es también muy barata. Esa tasa se determina cada semana y cayó bruscamente desde el inicio de la pandemia, de cerca de 0,8% a menos del 0,2% y actualmente en torno del 0,1% anual. Así, es el crédito “en moneda de reserva” más barato del mundo (Gráfico).
El documento del Fondo también explica que los países pueden comprar DEG para cumplir con sus obligaciones ante el FMI o venderlos para reforzar sus reservas canjeándolos por monedas de libre uso. Es lo que muy probablemente haga el gobierno argentino, como también lo hizo el primer gobierno de Cristina Kirchner en 2009, para afrontar la crisis financiera.
La propuesta argentina
Tras conocerse la decisión del Fondo de distribuir el equivalente a USD 650.000 millones en DEG, la Argentina presentó una propuesta al organismo, secundada por México y Brasil, según indicaron fuentes de Economía, que propone que los países que no necesiten esos DEG los reasignen a un fondo común para redistribuirlos entre las naciones de ingresos bajos y medios más presionadas por la pandemia.
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