El Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina dio a conocer el informe completo titulado “Efectos de la pandemia Covid-19 sobre la dinámica del bienestar en la Argentina urbana”, el cual tuvo un adelanto en diciembre del año pasado y que refleja los aumentos en las tasas de pobreza, indigencia y de desempleo en el cuatrimestre julio a octubre de 2020 en medio de la pandemia de coronavirus. En ese contexto, su director, Agustín Salvia, dijo a Infobae que “los problemas estructurales de pobreza por ingresos no son por falta de programas sociales sino por falta de trabajo”.
El relevamiento arrojó aumentos de la proporción de la población en estado de pobreza –por no contar con ingresos insuficientes para poder comprar la canasta básica de alimentos y servicios públicos y privados– de 40,8% en 2019 a 44,2% en 2020. La cifra comprende a 20,3 millones de argentinos y argentinas, según la proyección al total de la población del país.
En ese marco, las cifras de desempleo subieron en el tercer trimestre de 2020 de 10,6% a 14,2%, cifra que se eleva a más del doble si se agrega el “efecto desaliento” a buscar trabajo. En términos de cantidad de habitantes significó pasar de casi 2,1 millones de desocupados a poco más de 2,7 millones.
“Lo que muestran los datos es que la situación de la pobreza tiene una evolución y viene creciendo desde 2017, aunque ya desde 2011 comienza este proceso. No tenemos un escenario de Covid que llegó y deterioró las condiciones socioeconómicas de la población sino que venimos de un deterioro persistente e incremental. Son 10 años de estancamiento”, aseguró Salvia en diálogo con este medio.
Para el sociólogo e investigador del CONICET, existe un aumento de desigualdades de tres tipos. “Uno es demográfico. Van cayendo más en la indigencia y la pobreza los niños, adolescentes y jóvenes. Los hogares de niños, adolescentes y jóvenes son los que más están siendo afectados en el último período incluido en la era covid. El segundo punto tiene que ver con las regiones. En el conurbano bonaerense es donde más crece la indigencia y la pobreza. Y el tercer componente tiene que ver con la inserción socio ocupacional. Los hogares con tipo de ingresos por el trabajo informal y que dependen de los programas sociales son los más deteriorados”, aseguró.
“No tenemos un escenario de covid que llegó y deterioró las condiciones socioeconómicas de la población sino que venimos de un deterioro persistente e incremental. Son 10 años de estancamiento” (Agustín Salvia)
Según el director del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina, “hay que pensar cómo crear trabajo, porque en realidad se vienen alimentando cada vez más programas sociales sin resolver el problema”.
“El IFE y otras asistencias que se están otorgando son programas transitorios, no un ingreso constante como el de un trabajo que permite tener una planificación del presupuesto familiar. Lo que se necesita es recuperar el trabajo”, afirmó.
En ese sentido, remarcó que si bien el Gobierno está proyectando la inversión pública, se trata de una situación que se viene dilatando. “Sería un mecanismo que produciría una gran demanda de trabajo. Ese modelo es el que hoy está siendo pensado para crear empleo. El diagnóstico es correcto pero lo que ocurre es que se está dilatando. Además, los conflictos políticos internos afectan la capacidad de agilizar los procesos de licitación y de contratación de empresas para multiplicar el empleo”, planteó.
Y agregó: “El mecanismo de salida de dar planes sociales es por la fácil. Es porque no pudiste o no lograste resolver una baja de la pobreza motorizando la reactivación del mercado de trabajo”.
Para Salvia, “los problemas estructurales de pobreza por ingresos no son por falta de programas sociales sino por falta de trabajo”. Asimismo, destacó que en el marco de la pandemia de coronavirus, los indicadores que construyen el índice de pobreza multidimensional más afectados son la educación, la salud y el trabajo.
“La gente no pudo atender la salud frente al escenario de Covid-19 y eso afectó el acceso a los derechos de la salud. Otro factor afectado fue la educación. Más adolescentes tuvieron abandono escolar. Se deterioraron estos tres aspectos, salud, educación y empleo”.
El IFE y otras asistencias que se están otorgando son programas transitorios, no un ingreso constante como el de un trabajo que permite tener una planificación del presupuesto familiar. Lo que se necesita es recuperar el trabajo (Agustín Salvia)
Por último, dijo que la pobreza va a seguir aumentando. “El piso de la pobreza estructural en la Argentina va a ser del 40% en este escenario. Es un piso que va a ser crónico siempre y cuando no se reaccione con generación de empleo. La posibilidad de salir de este estancamiento y crisis social pasa también por el empleo en la micro y mediana empresa”, aseguró.
Algunas conclusiones del informe
El Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA indicó en el informe completo “Efectos de la pandemia Covid-19 sobre la dinámica del bienestar en la Argentina urbana”, que previamente a la pandemia de coronavirus, las condiciones de vida en la argentina se encontraban en un proceso de fuerte deterioro, visibilizado por el aumento de la pobreza monetaria que acompañó la crisis económica del bienio 2018-2019. En ese contexto, resaltó que la situación sanitaria instaló un escenario inédito en la primer mitad de 2020 y profundizó las tendencias previas, alcanzándose el tercer año consecutivo de ascenso en la pobreza por ingresos, 33,6%, 39,8% y 44,7% respectivamente.
Por un lado, el aumento de los precios de la canasta de consumo continuó avanzando, indicó el informe. Y añadió que por el otro, en el marco de restricciones fuertes a la movilidad –ordenadas para contener la suba de contagios-, se limitaron y afectaron tanto procesos de trabajo como pautas de consumo. Por lo tanto, la posibilidad de procurarse ingresos en actividades precarias o informales, caracterizadas por tareas presenciales y al menudeo, se recortó súbitamente.
“En paralelo al incremento de la pobreza monetaria se registró un alza paulatina, durante el último lustro, de la proporción de hogares que declaró experimentar insuficiencia de ingresos de los hogares. Este indicador, complementa el escenario de deterioro socioeconómico que provee el examen de la pobreza e indigencia monetaria”, analizó.
En el marco de restricciones fuertes a la movilidad –ordenadas para contener la suba de contagios-, se limitaron y afectaron tanto procesos de trabajo como pautas de consumo
Según la UCA, se dispusieron formas de transferencia de ingreso extraordinario, centradas en la implementación del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), para contener el colapso de las condiciones de vida de hogares principalmente vinculados a la economía informal. En consecuencia se registró un récord en la cantidad de población alcanzada por la asistencia social (55,4%) y aún más abrumadora para la población en situación de pobreza (79,7%).
“El impacto de estas transferencias sobre la condición de pobreza e indigencia de los hogares fue medida a partir de ejercicios de simulación que arrojaron que en ausencia de éstas, en 2020 los niveles de pobreza y de indigencia por ingresos hubiesen alcanzado al 52% y al 25% de la población respectivamente”, destacó el estudio.
Por otra parte, afirmó que las medidas de aislamiento también impactaron sobre los niveles de asistencia escolar, interrumpiendo la tendencia descendente del déficit de asistencia escolar en niños y adolescentes al incrementar el porcentaje de hogares que contaban con un al menos un niño o adolescente sin vínculo alguno con instituciones educativas formales.
“Mientras que en 2018 había tenido lugar un descenso de los hogares y población (total y en condición de pobreza) que contaba con cobertura de programas sociales (que se explica por el empobrecimiento de sectores pertenecientes en los estratos medios que no accedían a transferencias por parte del Estado), en 2019, y sobre todo en 2020, el continuo deterioro del escenario socioeconómico fue acompañado por un aumento muy significativo de la cobertura de políticas sociales”, concluyó.
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