Las falta o abundancia de divisas marcaron en las últimas décadas el ritmo de avance o freno de la economía argentina, una dinámica repetida que deriva, en momentos de escasez de dólares, en tensiones cambiarias, presiones sobre las reservas internacionales y, eventualmente, en devaluaciones, inflación y un parate de la actividad.
Es casi un acuerdo transversal en el arco político de que el país necesita exportar más, aunque un dato oficial muestra que en la última década y media esa camino estuvo lejos de ser transitado: en los últimos quince años cayó casi 40% la cantidad de empresas que venden su producción al exterior.
De acuerdo a datos oficiales, en 2020 las empresas exportadoras de bienes fueron 9.066, un 7,9% menos que en el año anterior. “El efecto de la pandemia del covid-19 fue el principal factor. Entre las empresas que se crearon y las que se destruyeron en los distintos sectores de actividad resultó un neto de 779 empresas menos”, consideró en un informe el Ministerio de Desarrollo Productivo.
Las grandes empresas fueron 943, lo que representó el 10,4% del total. En relación a 2019, se registraron 46 empresas grandes menos
“Las grandes empresas fueron 943, lo que representó el 10,4% del total. En relación a 2019, se registraron 46 empresas grandes menos (4,7%), por lo que el impacto más relevante fue en las de menor tamaño, abandonaron la actividad 733 (8,3%)”, agregó el reporte del Centro de Estudios para la Producción (CEP XXI).
Al observar una panorama más amplio, la tendencia de reducción de la cantidad de empresas que venden su producción al exterior no es nueva. En la última década el número de firmas que exportan cayó casi 30% y, en los últimos quince, lo hizo casi 40%. En 2006, siempre según datos oficiales, había 15.075 compañías registradas.
Al medirlo por tamaño de empresa, la peor parte se la llevaron las micro firmas que por definición exportan menos de USD 50.000 por año. Desde el pico de 2003 (7.600 compañías exportadoras) hubo un proceso de caída sostenido hasta las 3.490 actuales.
Es por eso que desde el CEP XXI consideran que hubo en los últimos tiempos un efecto de concentración de las exportaciones en firmas que venden más de USD 20 millones por año. “Estas pasaron de explicar el 82% del total en 2007 al 85% en 2020, aunque el último año redujeron en 2 puntos porcentuales su participación en el total. En 2019 se dio el pico de máxima concentración”, aseguraron.
Hubo en los últimos tiempos un efecto de concentración de las exportaciones en firmas que venden más de USD 20 millones en el año
Más allá del dato sintomático que refleja la cantidad de empresas privadas que venden su producción al exterior, otras variables del intercambio comercial muestran que los últimos años fueron “perdidos” para la economía en ese aspecto. Según datos del Indec, en 2011 las exportaciones habían concluido en USD 82.000 millones, mientras que en 2020 terminaron en USD 54.600 millones, un desplome del 33 por ciento.
La pandemia, además, interrumpió una tendencia de incipiente recuperación en los valores de las ventas externas. Entre 2015 y 2019 tuvieron un repunte de 13%, pero desandaron todo ese sendero durante 2020 con una nueva contracción de 15% hasta el último dato.
Posibilidades y limitaciones
Las razones que explican por qué el país no pudo continuar un camino de crecimiento sostenido en los niveles de exportaciones como tuvo, sin ir tan lejos, desde principios de este siglo hasta 2011 (más allá de la recesión mundial de 2009), son variadas y responden a distintas cuestiones. Y las ventajas de aumentar las ventas al resto del mundo son compartidas por economistas de distintas vertientes.
Un trabajo de la Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA) consideró que “Argentina durante las últimas décadas ha alternado ciclos de crecimiento y recesión que condujeron a un estancamiento del PIB per cápita. Para dejar atrás esta dinámica, Argentina debería adoptar una estrategia de desarrollo económico basada una mejora sustancial de competitividad que permita consolidar un crecimiento económico inclusivo”, destaca un estudio hecho por el economista Federico Bernini.
Una de las conclusiones es que el país “se encuentra rezagado en la mayoría de los pilares de la competitividad respecto no sólo a los países que se encuentran en la frontera productiva, sino también a las principales economías de América Latina”. En ese sentido, explicaron que “la competitividad es un concepto multidimensional, que abarca áreas tan diversas como la capacidad de innovación, el acceso al financiamiento productivo y las instituciones de un país”.
“El país se encuentra rezagado en la mayoría de los pilares de la competitividad” (CERA)
El estudio de la CERA definió seis aspectos de la competitividad para evaluar la situación argentina: innovación, infraestructura, desarrollo financiero y acceso al crédito, instituciones, capital humano y facilidad para hacer negocios. Para eso, utilizó datos de cuatro índices: Doing Business 2020 (Banco Mundial), Global Competitiveness Index 2019 (Foro Económico Mundial), Global Innovation Index 2020 (Organización Mundial de Propiedad Intelectual y la Universidad de Cornell) y Social Innovation Index (The Economist).
“Áreas como el desarrollo financiero, infraestructura y facilitación de los negocios se destacan por ser las que se encuentran más lejos de los niveles deseables. Las malas condiciones en el acceso al financiamiento y de la infraestructura disponible pueden reflejarse en mayores costos de producción”, consideró ese trabajo.
“Por otro lado, también se observa un notable rezago en cuestiones relevantes para la competitividad de las empresas, pero cuyo impacto es más indirecto. En este sentido, un mal arreglo institucional (regulaciones disfuncionales), marcos normativos que dificultan la realización de negocios (tiempo requerido para cumplir con las regulaciones) y la propia inestabilidad de la macroeconomía”, aseguró la CERA.
De todas formas, dentro de los puntos positivos que arroja el análisis, “Argentina presenta un relativo buen nivel de capital humano encabezando los rankings en la región y en buenas posiciones a nivel internacional. En términos de innovación el resultado es positivo sustentado “en buenos institutos de investigación y recursos humanos capacitados en áreas específicas. Sin embargo, el país carece de un buen esquema de traspaso del conocimiento científico al esquema productivo, por lo que la capacidad innovadora tiene un menor impacto en la actividad económica del país”, concluyó.
La mirada de los economistas
Para Matías Rajnerman, economista de la consultora Ecolatina, “las exportaciones tienen muchos ‘derrames’ o efectos positivos. Ayudan a aumentar la producción, que es más PBI en principio. Además las exportaciones traen dólares. Con otro volumen de ventas externas, por ejemplo, la crisis económica de 2018 y 2019 hubiera sido menor”, afirmó en diálogo con Infobae.
Además, afirma, implican la posibilidad de una “innovación constante”. “Al mercado local se lo puede proteger y esa protección muchas veces lo que hace es que empresas que no estén en la frontera internacional de producción y conocimiento puedan vender, porque hay aranceles y demás y eso genera un perjuicio a consumidores pero un beneficio a productores. Pero muchas veces para estar en otros mercados hay que estar en esa frontera e implica innovación constante”, comentó.
“Las exportaciones ayudan porque son contracíclicas. Cuando la economía cae como en la crisis 2018, si Brasil hubiera tenido un boom económico la recesión hubiera sido menor” (Rajnerman)
Por otra parte, consideró Rajnerman que las exportaciones “ayudan porque son contracíclicas. Cuando la economía cae como en la crisis 2018, si Brasil hubiera tenido un boom económico la recesión hubiera sido menor. Es algo que tienen las exportaciones y es que están ‘aisladas’ de cuestiones internas”.
En tanto, para María Castiglioni Cotter, economista de C&T Asesores Económicos, “no hay política de Estado tendiente a favorecer las exportaciones más allá de los discursos: facilitar la tarea de los exportadores, la cantidad de trámites, reducir impuestos. No hay decisión de mantener eso a lo largo de los gobiernos. En general en Argentina no hubo en historia reciente una política orientada a exportaciones sino más bien al mercado interno”, mencionó ante este medio.
“No tenés avances en convenios para generar nuevos mercados. El Mercosur en su momento generó cierta fortaleza para hacer acuerdos en bloque. Pero después hubo un estancamiento y un retroceso del Mercosur. En los últimos años hubo avances (como por ejemplo en la negociación con la Unión Europea) pero quedó medio trunco ahora”, dijo a Infobae Castigloni Cotter.
Que hay que aumentar las exportaciones es un mantra que suele repetir el ministro de Economía Martín Guzmán en privado y en público. Según su visión, el estancamiento de las exportaciones implican una “situación delicada” para la macroeconomía: “Terminamos con presiones sobre las reservas y el tipo de cambio”, explica.
Para el jefe del Palacio de Hacienda, “para poder sostener el crecimiento económico es necesario contar con divisas. Cuando la economía crece, para producir necesita importar. Si la economía no experimenta un aumento de las exportaciones, crecés pero te vas quedando sin reservas y eso pone presión en el tipo de cambio. Y no hay nada más regresivo que una devaluación”, suele repetir en sus exposiciones.
“Para salir de esa situación en que todo el tiempo se mira al tipo de cambio necesitamos darle estabilidad. Y para eso se necesitan ciertos equilibrios macroeconómicos, sustentabilidad fiscal y bajar las necesidades de financiamiento monetario. Pero hay que hacerlo con cuidado porque la prioridad es crecer”, afirmó en distintas oportunidades Guzmán.
“Para poder sostener el crecimiento económico es necesario contar con divisas” (Guzmán)
Hacia adelante, y en el marco de la crisis actual, para Castiglioni Cotter el Gobierno puede llevar adelante distintas medidas para estimular las exportaciones: “En principio no generar esos cambios en tributos permanentemente. Ya pasa con la carne y el registro para importar o la amenaza de cierre de exportaciones. Y además eliminar restricciones para exportar. En el corto plazo, no subir impuestos y simplificar la tarea del exportador. En el largo, generar nuevos mercados”, concluyó.
Rajnerman considera que hay “distintas medidas posibles, de macroeconomía y de microeconomía. En primer lugar, el tipo de cambio. Por definición un dólar más caro hace más barata a la Argentina y eso debería hacer más fácil exportar, aunque no todo en la vida es precios. Suena trillado, pero es muy importante la estabilidad económica”, aseguró.
“Por otra parte, políticas de desarrollo sectorial. Argentina tiene más impuestos que el resto del mundo, y exportar esos impuestos es un problema. Por ejemplo, a través de una política de reintegros duraderos y persistentes. La apertura de mercados lleva mucho tiempo y es complicado pero es la estrategia a adoptar, aunque actualmente estén todos más preocupados por políticas defensivas que ofensivas para más inserción”.
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