La Fundación Producir Conservando (FPC) realizó una serie de proyecciones de producción de granos para el 2026/27, en la cual se estima que Argentina podría alcanzar una cosecha de 160,1 millones de toneladas. De concretarse, el salto en pocos años podría ser de entre 15 y 20 millones de toneladas, de acuerdo a las últimas campañas que se vienen dando en el país. Asimismo, se plantea llevar la producción de carne a 3,8 millones de toneladas, la de pollo a 2,5 millones de toneladas y la de leche a 13.000 millones de litros.
Si bien la entidad sigue manteniendo estas previsiones, también reconoce que hay limitantes tanto internos como externos para que se pueda materializar. “La gran pregunta es si somos capaces de cumplir con las proyecciones de crecimiento”, planteó el coordinador de proyectos de FPC, Gustavo Oliverio, durante la apertura de un seminario organizado por la institución.
“¿A dónde podemos ir? Podemos ir a un mundo post pandemia que amagó con caer en lo que hace a la demanda, pero que se recupera, con Asia aumentando sus importaciones de alimentos. Por otro lado, los mercados de futuros están marcando precios para la próxima campaña que no esperábamos un año atrás, con subas del 40%”, marcó Oliverio y, en esta línea aseguró que a partir de esto “hay un potencial de la Argentina que está planteando que podemos estar arriba, como mínimo, un 30% en granos (en producción y exportaciones), en harinas proteicas, aceites, carnes, lácteos. Argentina tiene un potencial de producción muy importante”.
Sin embargo, y a pesar de estas oportunidades, el país choca con limitantes, que pueden ser tanto internas como externas. En el primer caso, el sector se resiente con la falta de un plan a largo plazo de desarrollo, como así también con todos los vaivenes económicos que tienen como una marca característica el fracaso en controlar a la inflación, por lo menos en las últimas dos décadas.
Si bien Oliverio marca en una parte de su disertación que “en periodos cortos la estabilidad política y económica del país dio condiciones favorables para crecer y realmente se creció de manera muy importante en combinación con la inclusión de nuevas tecnologías en el agro”, también marcó que “sin un plan estratégico a largo plazo es imposible no asistir a un serrucho de crecimiento y decrecimiento de las áreas sembradas, de los stocks ganaderos, de la producción láctea”, entre otras actividades.
Asimismo, remarcó la imperiosa necesidad de contar con un “plan económico explícito y orientando al control de la inflación. Esa es la base de una nueva etapa de crecimiento y eso tiene que estar rodeado siempre de una macroeconomía y una política estable que nos pueda poner de vuelta a pensar en el largo plazo para el país”.
Limitantes externos
Por supuesto, otro gran condicionante para alcanzar las proyecciones de la entidad se pueden dar por la orientación comercial del país. O sea, si el mercado interno se volverá el centro de la producción del país en detrimento de la exportación y que se vuelva a dar un cierre de la economía.
En este sentido, Oliverio planteó resolver algunas incógnitas al respecto: “¿Vamos a un país abierto en su economía con reglas estables, competitivo y en crecimiento o volvemos a cerrarnos más y solo miraremos el consumo de los argentinos con una visión ‘nacional y popular’?”
En cuanto a las limitantes externas, el referente de la Fundación sostuvo que las mismas estarán vinculadas a los que ocurra “con el proteccionismo creciente en el comercio internacional” y aseguró que “al depender nuestro crecimiento proyectado básicamente de un aumento de exportaciones, lo que ocurra en la apertura de nuevos mercados y sus requerimientos sanitarios, aranceles y barreras para-arancelarias, será definitorio para cada actividad”.
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