El Gobierno se apresta por estas horas a tomar nuevas medidas de restricción a la circulación con un ojo puesto en la situación sanitaria y otro en la económica. Por un lado, se analiza el cierre de actividades y por el otro, el costo económico que podría traducirse en mayor emisión monetaria y, por ende, mayor inflación. En definitiva, las decisiones se evalúan en función de contagios y también de precios. En este sentido, el año pasado dejó una experiencia clave: actividad que se cierra o incluso se restringe, precios que avanzan más lento. Sector que reabre, rubro que recompone con precios que suben bien por encima del nivel general. Tal vez con excepciones, como el sector textil, que aún en plena cuarentena dura anotó incrementos que duplicaron el nivel general de inflación.
Desde esa perspectiva, las nuevas restricciones que se anuncien en las próximas horas no serán inocuas en términos de costo fiscal -en el Gobierno repetían ayer que se tomarán todas las medidas de asistencia económica necesarias acorde a las decisiones en el marco de la pandemia- sino tampoco en términos de precios. Un informe de la consultora Abeceb distinguió la evolución dispar de tres “categorías” de precios desde principios del año pasado. Los precios libres, los controlados y los “precios cerrados”, es decir, los de aquellos rubros más impactados por las medidas de control de la pandemia.
De acuerdo al relevamiento, basado en los datos del INDEC, los precios libres avanzaron en el primer trimestre de este año 14%, un punto por encima del nivel general aunque, interanualmente, registran una inflación de 54,9%, es decir, 12 puntos por debajo del nivel general. En contrapartida, los precios controlados, aquellos bajo los programas de Precios Máximos y Precios Cuidados, avanzaron 23% de manera interanual, casi 20 puntos por debajo de la inflación general y 9% en lo que va de este año. En ese contexto, la nota la dan los “precios cerrados”: con una evolución interanual en línea con la inflación general (40%), son los que mayor avance acumulan en el primer trimestre del año. Estos precios subieron 17,7% en ese período, casi 5 puntos por sobre el nivel general (13%) , con un importante salto de 8,6% sólo en marzo.
Los precios identificados en esta categoría corresponden a los rubros de servicios recreativos y deportivos, hoteles y restaurantes y educación. Si bien este último no se considera “cerrado” dada la virtualidad, esa modalidad condicionó los aumentos de cuotas de las escuelas privadas, que impactaron de lleno en 2021 y explican el alto dato de marzo. Así, desde Abeceb aclararon que esa aceleración se moderará con los datos de abril: “La idea del reporte es reflejar claramente cómo se aceleraron los precios en la medida que se flexibilizaron las restricciones”.
Mientras en el primer trimestre, en la prepandemia, esos precios corrían al 3,8%, en el trimestre siguiente cayeron a 1% pero, un año más tarde, se aceleraron al 5,7%. En pleno debate de las nuevas restricciones y su impacto, no es un dato menor la consecuencia directa que tales medidas tendrán en la inflación de los rubros particularmente afectados, más allá del efecto en el avance del nivel general de los precios. Lo cierto es que de acuerdo al informe, en la medida que el Gobierno “reabre” los precios cerrados, se esfuerza cada vez más en controlar los libres. Eso promete cambiar en las próximas horas.
A su vez, los precios de bienes y servicios de los sectores cerrados, junto con las fuertes restricciones de circulación, representaron un desafío para su relevamiento. A tal punto que durante la cuarentena más estricta en el interior del país, el INDEC relevó menos de 10% de los precios de manera presencial -el resto por mail o contacto telefónico-, modalidad que creció hasta apenas 25% entre diciembre y febrero, cuando ya no regían prácticamente limitaciones a la circulación. Finalmente el mes pasado, los encuestadores del instituto estadístico pudieron retomar una mayor presencialidad, que alcanzó al 40% de los precios relevados, proporción todavía inferior a la de junio del año pasado, cuando al menos en el AMBA regían todavía fuertes restricciones pese a lo cual la toma de precios presencial trepó a 58%.
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