La actividad productiva y comercial no logra retomar la senda de recuperación sólida y sostenida que comienzan a transitar la mayor parte de los países, tras un complejo 2020 dominado por la crisis sanitaria, porque el Gobierno no sólo no ha logrado la fluidez que anticipaba en la llegada de las vacunas contra el covid-19, sino porque además en el plano específico de la economía ha decidido concentrarse, como en el año anterior, en la reestructuración de los vencimientos de la deuda pública, ahora con acreedores institucionales como el Club de París y el Fondo Monetario Internacional, más que en corregir los desequilibrios heredados que llevaron a la aceleración de la inflación.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, ha dicho repetidamente que el fenómeno de la inflación es multicausal, y que de alguna manera refleja las “fallas del mercado”, pero lejos de adoptar medidas monetarias, fiscales y cambiarias orientadas a revertir el fenómeno, ha permitido que sus pares en el Gobierno avanzaran con políticas tendientes a actuar sobre las consecuencias, pese a que está demostrado en la historia económica mundial, en general, y de la Argentina en particular, que esas acciones siempre han fracasado y derivado en un escenario peor al del punto de partida, no sólo en términos de estabilidad macroeconómica, sino peor aun de deterioro social del conjunto de la población.
En diálogo con Infobae, el ex viceministro de Hacienda entre enero de 2017 y junio de 2018, Sebastián Galiani, con el cargo de secretario de Política Económica del Ministerio de Hacienda de la Nación, y actual docente en la Universidad de Maryland, ciudad donde reside, dijo sobre la inflación: “Es la pérdida de valor de la moneda, de la cual el Estado tiene el monopolio. No veo ninguna falla de mercado en la causa de la inflación, que siempre requiere un desequilibrio en el mercado de dinero”, claramente un concepto contrario al que rige al gabinete económico actual.
“La prioridad tendrá que ser alejar la posibilidad de una crisis económica, pues estas desestabilizan a cualquier gobierno”
- ¿Cómo ve a la economía argentina a la distancia, desde un centro académico de excelencia, como la Universidad de Maryland?
- Veo a la sociedad argentina muy mal. La grieta política mantiene a la sociedad partida, imposibilitando el diálogo político para encarar proyectos de mediano y largo plazo que permitan revertir tantas décadas de decadencia económica y social. Creo que Los cambios que necesita la sociedad argentina exceden el poder político que puede obtener la coalición republicana y reformista. No resulta claro cómo resolver ese problema. Imagino que requerirá de un liderazgo que sepa elegir bien el camino de reformas posibles para la coalición de gobierno que pueda formarse y que la prioridad tendrá que ser alejar la posibilidad de una crisis económica, pues estas desestabilizan a cualquier gobierno.
- El ministro Martín Guzmán dijo en su viaje a Europa para testear el clima para renegociar la deuda con el Club de París que “cuando el mercado falla, el Estado tiene que intervenir para bajar la inflación”, como ex viceministro ¿Cuál es el rol del Estado, actuar sobre las consecuencias de la inflación, o sus causas?
- No entiendo el significado de la afirmación del ministro Guzmán. No tengo idea que quiso decir. La inflación es la pérdida de valor de la moneda, de la cual el Estado tiene el monopolio. No veo ninguna falla de mercado en la causa de la inflación, que siempre requiere un desequilibrio en el mercado de dinero. El Gobierno debe trabajar para bajar la inflación. Ello requiere un programa de reformas que permita equilibrar el erario, si no inmediatamente, en un horizonte de tiempo razonable que permita anclar las expectativas sobre una trayectoria a la baja de la inflación. Esto requiere credibilidad política y la actual administración no la tiene. Por ello, es difícil ser optimista respecto al curso futuro de la inflación. También tendrá que sanearse la hoja de balance del Banco Central para poder encarar un programa antiinflacionario consistente con chances serias de éxito.
“El Gobierno debe trabajar para bajar la inflación. Ello requiere un programa de reformas que permita equilibrar el erario. Esto requiere credibilidad política y la actual administración no la tiene”
- La inflación se aceleró en los últimos meses, en medio de un cuadro recesivo en el cual muy pocos sectores habían logrado recuperar los índices de actividad pre crisis sanitaria, y al mismo tiempo, hubo una mejora real de la recaudación y del resultado fiscal ¿A qué lo atribuye?
- A la elevadísima emisión de dinero que se dio en 2020 para financiar un déficit fiscal récord. Los otros fenómenos son resultado del rebote de la cuarentena más dura, que se dio en el segundo trimestre de 2020. Durante un tiempo, debido a las restricciones de movilidad física y financieras, bajó mucho la velocidad de circulación del dinero, pero ello se ha venido normalizando en el último semestre. Por otra parte, la expansión monetaria continúa siendo elevada.
- Los economistas parecen dividirse entre los que sostienen que la inflación es puramente un fenómeno monetario, y la vacuna para detener la propagación la tiene el Banco Central; y los que creen, como en el Gobierno, que es de origen multicausal, y por tanto no se puede tener un plan integral. ¿Qué opina, qué sostiene la academia? ¿Cómo lo han resuelto los países que atravesaron por ese flagelo en los últimos 50 años?
- La inflación tiene como principal causa directa un desequilibrio en el mercado de dinero. La oferta de dinero creciendo por arriba de su demanda. La demanda de dinero depende de las expectativas de varias variables, y por ahí uno puede ver diversos determinantes, pero finalmente, el desequilibrio ocurre en el mercado de dinero. Ahora, en el corto plazo, hay shocks específicos en los mercados de bienes que pueden impactar en los precios y a través de algún mecanismo, propagarse en el tiempo. Pero finalmente, el combustible que mantiene todo ese movimiento proviene de la emisión de dinero. La emisión de dinero tiene como causa el déficit fiscal y cuasi-fiscal.
“El combustible que mantiene todo ese movimiento (de precios) proviene de la emisión de dinero. La emisión de dinero tiene como causa el déficit fiscal y cuasi-fiscal”
Un caso interesante es el programa de estabilización israelí de 1985. El diseño del programa combinó un recorte significativo en el déficit financiero junto con la fijación sincronizada y transitoria de varias anclas nominales (principalmente el tipo de cambio y los salarios). Si bien cada programa de estabilización tiene que adaptarse a la inflación que enfrenta, sabemos que ningún programa que busque eliminar una inflación elevada tendrá éxito si no controla el déficit fiscal. Si vale la pena notar que cuando los ciudadanos reconocen que el gobierno no dependerá a lo largo del tiempo de financiamiento monetario, la desinflación se vuelve mucho más fácil de lograr y mantener.
Otro caso interesante es el de Chile. En 1990 la inflación alcanzaba el 27%. Reducir el ritmo de aumento de los precios al consumidor se convirtió en una prioridad de la política económica del gobierno democrático electo. Con este fin, las autoridades del Banco Central decidieron articular uno de los primeros regímenes de metas de inflación del mundo. Este régimen, sin embargo, no nació como el sistema de metas de inflación moderno que se implementa actualmente en una gran parte del mundo, sino como un híbrido diseñado para responder a las condiciones iniciales de las que partía la economía chilena. La primera etapa del régimen de metas de inflación se extendió entre 1990 y 1999. Sus características principales fueron una sólida independencia del Banco Central, una meta definida cada septiembre para la inflación del año siguiente, y algunas medidas cambiarias y financieras (como las bandas cambiarias móviles) diseñadas con el objetivo de alinear las expectativas. Luego de varios años trabajando con este sistema, Chile alcanzó una inflación del 3% anual. Luego pasó a un sistema centrado en una comunicación transparente, con la tasa de interés como instrumento principal de política monetaria y un tipo de cambio flotante.
- De nuevo, apelando a su breve experiencia como viceministro de Economía en el gobierno de Mauricio Macri, ¿se puede afirmar que el poder político subestima el fenómeno de la inflación cuando se instala en un rango de dos dígitos al año, sin advertir el perjuicio social y económico que conlleva?
- Mi impresión es que el gobierno de Cambiemos tomó seriamente el objetivo de bajar la inflación. Después, en un contexto adverso, no lo logró. Pero bajó fuertemente el financiamiento monetario del Banco Central al Tesoro y el déficit fiscal. El gobierno actual no tiene un programa económico, pero me da la impresión de que el kirchnerismo se siente cómodo con una inflación alrededor de 30%. Con ese esquema, hace clientelismo político y lo financia con impuesto inflacionario. El clientelismo político ha llegado un nivel inaceptable: el de la vacunación contra el covid.
“Me da la impresión de que el kirchnerismo se siente cómodo con una inflación alrededor de 30%. Con ese esquema, hace clientelismo político y lo financia con impuesto inflacionario”
- Dado el contexto, ¿Qué medidas cree que podría tomar el Gobierno para recrear la confianza interna y externa para poder reactivar la economía en forma extendida, y no agravar el escenario social en la transición?
- Ninguna. Nunca creí que esta coalición pudiese encauzar el país, aunque apoyé las medidas fiscales iniciales. Tampoco tengo claro hacia dónde estamos transaccionando. Las elecciones de medio término son claves para evitar el peor de los escenarios posibles: la chavización del país.
- En su blog destaca la importancia de alcanzar consensos básicos en lo político para ratificar el cumplimiento de la Constitución, pero también en lo económico para encarar una reforma del Estado que posibilite el consenso del superávit fiscal primario. ¿Qué beneficios generaría sobre la sociedad en su conjunto, y en qué tiempo se verían esos resultados?
- Pero esos consensos son solamente potencialmente posibles entre Cambiemos y el peronismo no kirchnerista. Mientras el kirchnerismo sea una de las dos principales fuerzas políticas del país, no puedo ser optimista. Un acuerdo fiscal que termine en una regla de presupuesto estructural equilibrado, si tiene un consenso amplio de las fuerzas políticas y de la sociedad, cambiarían la historia macroeconómica de este país. Nada menos. Podríamos terminar con las crisis financieras y con la inflación. Esto podría darse relativamente rápido. Para crecer sostenidamente, habrá que hacer otras reformas importantes, que partan de integrarnos al mundo, reencausar la reforma tributaria de 2017 y hacer una reforma laboral importante.
- Las estimaciones del FMI muestran una generalizada recuperación de la economía mundial y se advierte una sostenida recuperación del dólar ¿Qué efectos cabe esperar sobre la Argentina, en lo comercial y en lo financiero?
- El país está muy aislado del mundo. Por supuesto, si la economía mundial crece, ello, al menos vía el precio de las materias primas, nos ayudará, como lo está haciendo ahora. Pero con estas reglas de juego no podemos esperar inversiones importantes, y sin ellas, no creceremos.
- ¿Una reflexión final?
- La coalición republicana reformista, cuando llega al gobierno, parte de una situación de debilidad. Gobierna bajo la sombra del regreso del populismo y atacada por prácticas corporativistas. Su única defensa posible es el éxito económico inicial. Pero las condiciones iniciales siempre son desastrosas pues el populismo no se va mientras quede algo de nafta en el tanque. Hay que prepararse muy bien, técnica y políticamente, y en forma conjunta.
Fotos: Martín Rosenzveig
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