Si aquellos episodios económicos imprevistos, de gran repercusión negativa, como la crisis financiera global de 2008 que dio origen al término o la propia pandemia son definidos con la expresión de “cisne negro”, el precio de la soja en niveles récord por encima de los USD 560 por tonelada, acercándose a los máximos registrados en 2012, bien podría definirse para la economía argentina como un “cisne blanco”.
Sin embargo, los beneficios de semejantes cotizaciones, que estimulan el ingreso de divisas abasteciendo el mercado cambiario y también los recursos fiscales, no terminan de impactar en variables clave para la estabilización económica, particularmente en el resultado de la balanza comercial. Tampoco en el ritmo de acumulación de reservas se percibe una evolución acorde a la lluvia de dólares que aportó el campo en los últimos meses, aunque la expectativa es que el Banco Central sí logre capitalizar la coyuntura internacional este trimestre para fortalecer su posición, hoy apenas por encima de los USD 40.000 millones.
Por eso, nuevas alertas se encendieron ayer cuando el Indec dio a conocer el resultado de la balanza comercial de marzo, cuyo saldo positivo anotó una fuerte caída respecto al mismo mes del año pasado. Esto a pesar de una evolución en los precios de las exportaciones que superó por mucho la suba en el valor de las importaciones. Así, el superávit comercial obtenido el mes pasado fue de apenas una tercera parte, USD 400 millones, respecto de los USD 1228 obtenidos en marzo del año pasado.
Los beneficios del precio récord de la soja no terminan de impactar en variables clave para la estabilización económica, particularmente en el resultado de la balanza comercial
“Las exportaciones aumentaron 30,5% respecto a igual mes de 2020 (USD 1.337 millones), debido principalmente a un incremento de los precios de 13,9%, y de las cantidades de 14,6%”, explica el informe oficial, que también detalla el fuerte aumento de las importaciones, más por cantidad que por suba de precio. “Las importaciones aumentaron 68,7% respecto a igual mes del año anterior (2.166 millones de dólares), principalmente por suba en las cantidades de 64,2% y en los precios de 2,8%”.
A pesar de las dificultades en el acceso a las divisas y otras fuertes restricciones para importar, dos factores impulsan las compras al exterior. Por un lado, el ritmo de devaluación muy por debajo de la inflación anima a los importadores a aprovechar el “dólar barato” justo cuando, por el otro lado, la economía muestra signos de recuperación tras el derrumbe del año pasado. Es lo que se desprende del desglose según el cual los bienes de capital y los intermedios anotaron incrementos de 80,5% y 81,2% respectivamente.
Así, en el primer trimestre, las exportaciones de 15,5% y de las importaciones de 30,3%. Esto dejó un saldo a favor en el primer trimestre de USD 2.531 millones, 23% menos (unos USD 776 millones) que en el primer trimestre del año pasado, cuando los granos no exhibían precios exorbitantes aunque, también es cierto, tampoco la actividad económica estimulaba las importaciones.
El superávit comercial obtenido el mes pasado fue de apenas una tercera parte, USD 400 millones, respecto de los USD 1228 obtenidos en marzo del año pasado
En paralelo, donde sí es notorio, y muy bienvenido para el Gobierno, el impacto de los niveles récord de la cotización de las commodities es en la recaudación: durante el primer trimestre se más que duplicaron los ingresos fiscales en concepto de derechos a la exportación, a la vez que creció la participación de las retenciones en la masa total de recaudación tributaria. En cifras concretas, las retenciones aportaron durante los primeros tres meses del año unos $199.023 millones, lo que significó una mejora de 111,5% respecto al monto recaudado en igual período del año previo.
Con ese volumen, que crecerá aún más en los próximos meses si se sostiene el actual nivel de precios internacionales, los derechos a la exportación explican ya el 20% del total de la recaudación impositiva cuando, hace un año, representaba sólo 12%, prácticamente lo mismo que en 2019. Como contracara, los ingresos por IVA -termómetro del nivel de actividad y consumo- achicaron su participación de 35% promedio en los últimos dos años a 30% en lo que va de 2021.
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