El Gobierno nacional tiene una buena razón para esgrimir una sonrisa en medio de la crisis económica que agobia las cuentas nacionales y a un gran porcentaje de las familias del país: el ingreso récord de divisas y la fuerte recaudación que podrían aportar año las exportaciones del complejo sojero, que superarían los USD 20.000 millones.
Pero el humor no es igual entre los productores. Una parte importante de ellos no la pasó bien durante la campaña, porque la falta de lluvias golpeó en momentos claves de desarrollo del cultivo, afectando su rendimiento y dejando pérdidas de área y de productividad. Y lo peor es que todavía no están exentos de que en la cosecha el problema se agudice, ya no por la carencia sino por el exceso de agua.
La campaña de soja estuvo signada por la falta de agua, debido al fenómeno climático de La Niña y los golpes productivos se hicieron sentir. A comienzos de la siembra, que dependiendo de la región comenzó entre septiembre y octubre, fue una constante la ausencia de precipitaciones hasta fines de diciembre y enero. En ese lapso, la baja en los rendimientos y los lotes que se perdieron se empezaron a cuantificar tanto en la zona núcleo como en áreas más periféricas. Cuando a principios de año las lluvias empezaron a ser más constantes, un nuevo pulso seco en febrero terminó de darle el golpe de gracia al cultivo y a una gran cantidad de productores.
Hoy existen varias estimaciones respecto a qué tonelaje puede aportar la cosecha de soja. El Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, en su primera proyección, calculó 47 millones de toneladas, previsión bastante optimista, ya que la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) prevé una trilla de 45 millones de toneladas y la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) unos 43 millones de toneladas (en esta semana volvió a ajustar su proyección en un millón de toneladas menos). En estos últimos dos casos, las mermas interanuales llegarían a 5,7 millones de toneladas menos en el caso de la entidad bursátil rosarina y a 6 millones en el caso de la porteña.
Tomando en cuenta los 45 millones de toneladas que la BCR esperan que se produzcan y sumándole importaciones y los granos remanentes de la cosecha pasada, el país alcanzaría a tener una oferta de soja de 65 millones de toneladas. Si ese tonelaje se calcula en los precios internacionales actuales, las exportaciones de poroto, harina y aceite de soja podrían escalar al récord de USD 20.418 millones.
A este total, se le podría sumar los USD 8.000 millones que se esperan por exportaciones de maíz que estimó semanas atrás la entidad. Obviamente, ambas cifras están sujetas el devenir de la cosecha y las condiciones climáticas.
“Este monto representaría un récord absoluto para el valor exportado en concepto de harina, aceite y poroto de soja, venciendo la nunca antes alcanzada barrera de 20 mil millones de dólares y superando los montos logrados en 2011/12 (USD 19.696 millones) y 2013/14 (USD 19.376 millones)”, remarcó la entidad en un informe.
Además, el valor propuesto para esta campaña se ubicaría un 26% por encima del valor exportado en 2019/20, a pesar de que el tonelaje exportado se estima un 1% inferior al embarcado el pasado ciclo. Por otra parte, el monto exportado mejoraría en un 30% el promedio de las últimas 5 campañas, mientras que el volumen exportado sería un 8% menor, detalló la BCR.
Por supuesto que este ingreso récord de dólares que se podría dar significa una buena noticia para las arcas del Estado, ya que la recaudación tributaria a partir del cobro de derechos de exportación a los valores actuales, significaría un aporte de USD 6.380 millones sólo en este concepto.
Precios y rentabilidad
Como se detalló anteriormente, el clima no fue un aliado en esta campaña de soja que recién lleva cosechado el 3,6% de las 17,2 millones de hectáreas cultivadas, si no todo lo contrario. La falta de agua llevó a que, en algunos casos, los productores se vean severamente golpeados por los bajos rendimientos o por la pérdida de área. Si a esto se le suma lo ocurrido con el trigo, se puede decir, directamente, que el clima fue un enemigo. No así los precios internacionales.
En el Mercado de Chicago, la oleaginosa ha estado gravitando en torno a los USD 515 la tonelada, llegando a acercarse a los USD 530, valores que no se registraban desde el año 2014. Al comparar con el año pasado, para estas fechas, la soja cotizaba en torno a USD 315 tonelada. Esto representa un avance de más del 60% en un año.
El responsable del Departamento de Análisis de Mercados de la corredora Grassi, Ariel Tejera, explicó que la suba de precios en el commodity se dio por la gran demanda de China y problemas en Sudamérica. “Dominando, aparece el apetito del gigante asiático, cuya demanda fue ganando dinamismo a lo largo del último año. Con participación muy activa en el mercado brasilero y norteamericano, las importaciones totales estarían alcanzando un récord de 100 millones de toneladas de soja para la campaña 2020/21.
“A esto se sumaron algunos contratiempos productivos en Sudamérica. En Brasil, si bien la producción de soja estaría asegurada en un nivel histórico, la cosecha se ha dado a un ritmo muy lento. En tanto, en Argentina, el clima parece no dar tregua. Primero tuvimos que lidiar con el predominio de condiciones de sequía en las principales áreas agrícolas del país, condicionando el potencial y llevando a sucesivos recortes en las proyecciones de producción. Sobre este escenario, se sumaron importantes demoras en la cosecha y estas nuevas lluvias que podrían comprometer mucho más el volumen, y también la calidad”, concluyó Tejera.
Para el economista de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), Juan Pablo Gianatiempo, la suba de los precios internacionales tanto de la soja como del maíz, no solo repercutirá en un mayor ingreso de dólares al país y un incremento en la recaudación fiscal, sino que también “permitió una mejora en la rentabilidad del sector, que venía en niveles históricamente bajos como consecuencia de menores precios internacionales y políticas restrictivas que disminuyen el precio en el mercado doméstico”.
Según Juan Pablo Gianatiempo, la suba de los precios internacionales de la soja y del maíz, no solo generará mayor ingreso de dólares y mayor recaudación fiscal, sino que también permitió una mejora en la rentabilidad del sector, que venía en niveles históricamente bajos
Si bien hay que tener en cuenta que como consecuencia del déficit hídrico muchos productores han sufrido pérdidas importantes de su producción, y que no todos han capturado los niveles vigentes de precios, sumado a que se produjeron aumentos en los valores de los insumos “de mantenerse las cotizaciones vigentes, el maíz y la soja tendrían incrementos en sus márgenes brutos del 50%, con la oleaginosa mejorando su posición relativa. Clima mediante, la nueva campaña promete los mejores resultados de los últimos 8 años, dando claras señales al productor para incrementar el área y la inversión en tecnología”, señaló Gianatiempo.
Por ejemplo, un reciente informe de la Bolsa de Cereales de Córdoba (BCCBA), indicó que en la provincia mediterránea la rentabilidad de la soja de primera se ubica 20 puntos porcentuales por encima de lo registrado en la campaña anterior, quedando la rentabilidad promedio en 20,2% en el ciclo 2020/21.
“Si bien se espera un menor rendimiento de la oleaginosa, que disminuyó un 5%, los precios a cosecha serían superiores al año previo”, indicó el trabajo de la entidad, por lo que el resultado económico se posicionaría en torno a los USD 129 por hectárea. Sin embargo, de haberse mantenido los rendimientos de la campaña previa, la tasa de rentabilidad se esperaría en 26%, mientras que, si lo que se hubiese mantenido fuesen los precios, la rentabilidad sería negativa en un 9%.
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