Con las nuevas medidas del Gobierno nacional, y las que dispongan provincias y municipios respecto de horarios comerciales y limitaciones a la circulación, uso del transporte públicos y otras normas para contener la expansión de la “segunda ola” de contagios de COVID-19, vuelven las preguntas sobre qué efecto tendrán sobre el consumo en distintos lugares del país.
Como guía de lo que puede ocurrir, en especial si las medidas se prolongan, los economistas Nadin Argañaraz y Néstor Grión analizaron los datos de consumo a lo largo de 2020 en 6 lugares o regiones: Noroeste y Noreste argentinos (NOA y NEA), Cuyo, región Pampeana, Patagonia y Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).
El NOA comprende las provincias de Catamarca, Jujuy, La Rioja, Salta, Santiago del Estero y Tucumán. El NEA abarca Corrientes, Chaco, Formosa y Misiones. La región Cuyo, Mendoza, San Juan y San Luis. La Pampeana, las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, La Pampa y Santa Fe. La Patagonia incluye a Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Y CABA abarca los 200 kilómetros cuadrados de la capital argentina.
El informe muestra que la caída del consumo en 2020 fue generalizada, pero destaca diferencias por regiones y variables y considera “esperable” el mayor impacto que sufrió la demanda de bienes durables.
En todas las regiones cayó la venta de automotores y de motos, con un declive 10 puntos porcentuales mayor en el primer caso, cuya demanda bajó entre 22,9% en la región Pampeana y 34,4% en la Patagónica.
Más llamativa fue la evolución de los despachos de cemento. A nivel país, su consumo disminuyó 11,5% anual (y empezó a revertirse en los últimos meses del año), pero aumentó notablemente en el NEA (12,2%) y algo menos, pero aún un respetable 4,4% en el NOA.
Efecto IFE
Consultado al respecto, Argañaraz destacó el caso de Catamarca, donde -dijo- “voló” el consumo de materiales de construcción, fenómeno que -según coincidieron fuentes locales- se debió a la alta incidencia del IFE (Ingreso Familiar de Emergencia) en la población de menores recursos. “Mucha gente usó parte de la plata para ampliar la pieza, construir o mejorar el baño y cosas así”, explicó el economista.
De hecho, según un relevamiento de Infobae sobre la forma en que se distribuyeron los $265.171 millones que en 3 “cuotas” pagó el Gobierno en concepto de IFE a un total de 8,8 millones de beneficiarios, las provincias donde el porcentaje de receptores respecto de la población fue más alto en el NEA y NOA, con Chaco y Santiago del Estero (29%) a la cabeza, seguidas por Formosa y Corrientes (27%), Catamarca y Salta (25%), Jujuy (24%) y Misiones (23%). En el otro extremo, la Ciudad de Buenos Aires fue la que tuvo menor porcentaje de beneficiarios de esta asistencia de emergencia: 11% de los habitantes del distrito porteño. En Chubut, lo recibió el 12% y en Santa Cruz y Tierra del Fuego, 13% de las respectivas poblaciones locales.
Hasta ahora, sin embargo, tanto el ministro de Economía, Martín Guzmán, quien dijo públicamente que la Argentina no podría resistir otro “cierre total” de la economía, como el propio presidente Alberto Fernández han descartado un nuevo IFE, aunque manifestaciones como las del Polo Obrero en las horas previas al inicio de las nuevas medidas y la presión de distintas organizaciones sociales, e incluso de sectores de la propia coalición oficialista, en un año electoral, podrían cambiar la situación. Una reedición, aunque fuere parcial, del IFE, complicaría las metas fiscales y monetarias (debería financiarse con emisión) y de inflación del 29% anual de Guzmán, ya cuestionadas por la evolución de los precios en el primer trimestre del año.
Una reedición, aunque fuere parcial, del IFE, complicaría las metas fiscales y monetarias
La caída de ingresos y la pérdida de movilidad están detrás de un fenómeno inédito para la Argentina; en 2020 el consumo de papas por habitante (52 kilos) superó al de carne, que el año pasado fue el más bajo en un siglo.
“No durables”
En cuanto al impacto de la cuarentena y las medidas de aislamiento del año pasado sobre los bienes de consumo “no durables”, el informe se basa en los datos de venta en supermercados, en los que se verificó una variación positiva del 4,6% en CABA y negativa (-3,8%) en el NEA, mientras en el resto del país las variaciones (deflactadas según la inflación del rubro Alimentos y Bebidas en cada región) fueron muy pequeñas.
En su momento, distintos estudios detectaron al inicio de la cuarentena un fuerte aumento de las compras en supermercados (efecto “almacenamiento”), que luego se desinfló debido al mayor peso que ganaron los almacenes “de cercanía”, aunque logró mantenerse en el saldo anual debido a que las familias internalizaron consumos que antes de la crisis sanitaria hacían fuera del hogar, en especial en bares y restaurantes.
En cuanto a la demanda de energía, y en relación a las restricciones a la movilidad el informe de Argañaraz y Grión destaca:
- Caída del consumo de combustibles: en todas las regiones cayó la demanda de naftas, de gasoil y otros menos difundidos (naftas 16 puntos porcentuales más que gasoil). La disminución de la movilidad jugó un rol importante en este comportamiento. La retracción no fue pareja entre regiones (naftas 21,1% en el NEA y 34,4% en CABA). La baja fue menor en el caso del gasoil, debido a la actividad del campo, considerado desde el inicio un sector “esencial”.
- Aumento del 8% del consumo de energía eléctrica y de gas (4,9%) residencial debido también a la mayor estadía de gran porcentaje de la población en sus viviendas. “Esto sucedió en todas las regiones, en algunas con mayor dinamismo que en otras”, dice el informe.
-Disminución del consumo de energía eléctrica comercial (caída del 5,1%) e industrial (11,5% menos) y del consumo de gas no residencial (8,2% menos) debido a la disminución de la actividad económica, caída que estuvo “muy focalizada en comercio y servicios”, no casualmente los sectores más críticos de las nuevas restricciones.
Parecido, pero no tanto
Destacan los economistas que parece improbable que el grado de cumplimiento de las restricciones sea en esta reedición similar a la primera etapa, pese a que son más livianas, por los efectos que tuvo la larguísima cuarentena de 2020, pero se trata de una guía útil para avizorar las tendencias por venir.
Contexto de pérdida de empleo e ingresos tanto en el sector informal como en el formal
Las nuevas medidas se dan en un contexto de pérdida de empleo e ingresos tanto en el sector informal como en el formal. Al respecto, el último informe sobre “Situación y Evolución del trabajo registrado” del Ministerio de Trabajo da cuenta de la pérdida masiva de empleos formales (y por ende, de ingresos regulares) entre enero de 2020 y de 2021 en todo el país, desde un 9,2% de pérdidas en Neuquén y pérdidas de 5,3% en Salta y 4,4% de los empleos “en blanco” en CABA. El único distrito que entre enero de 2020 y enero de 2021 tuvo un aumento de empleos registrado fue Tierra del Fuego, la provincia de menos población del país, donde el número de empleos formales aumentó en 2.300 personas.
El estudio de Argañaraz y Grión se basó en datos de demanda eléctrica de Cammesa (Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico SA), por tipo de usuario, la dirección de Estadística y Censos de CABA y estimaciones de las distribuidoras Edenor y Edesur, las mayores distribuidoras eléctricas del país, en tanto que para el gas se usó la información provista al Enargas por las licenciatarias del servicio en todo el país.
Las estadísticas de comercialización de petróleo, gas y derivados se basaron en la Secretaría de Energía y las ventas de supermercados en la Encuesta mensual del Indec, usándose para las distintas regiones el deflactor nacional de supermercados del propio Indec y datos regionales de inflación del rubro Alimentos y Bebidas. Los datos de consumo de cemento son de la Asociación de Fabricantes de Cemento Portland (AFCP) y los de patentamiento de autos y motos de los Registros Nacionales de la Propiedad del Automotor y Créditos Prendarios.
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