La Argentina es un destacado proveedor a nivel mundial de productos orgánicos de origen vegetal, animal y sus derivados. Un informe elaborado por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) reflejó el crecimiento que tuvo el sector durante 2020. Se registró una mayor superficie sembrada y de producción, como así también hubo más establecimientos y un aumento en la cría de ovinos y bovinos.
El Senasa informó que el año pasado la superficie cultivada fue la más importante de los últimos 20 años, alcanzando los 4,4 millones de hectáreas. Además, hubo un aumento de la cosecha del 20% en comparación con 2019 y llegó a las 132.000 toneladas, sosteniendo de esta manera la tendencia positiva de la última década.
Por otro lado, la exportación absorbió el 97% de la producción total, es decir unas 128,6 mil toneladas, donde la mayor cantidad fueron trigo, soja, peras, manzanas, ajo y productos industrializados como el azúcar y el vino. También se destacaron los envíos al exterior de jugo concentrado de manzana, arándano y arroz blanco e integral. Los principales destinos de las exportaciones locales de orgánicos fueron los Estados Unidos y la Unión Europea.
En lo que respecta a la cantidad de establecimientos que se dedican a la producción orgánica, el reporte anual que elaboró el Senasa contabilizó en 2020 unos 1.343, fortaleciendo el proceso de crecimiento sostenido que se inició en 2015. Además, el año pasado hubo un aumento de las existencias de bovinos y ovinos, con un incremento en el rodeo de vacas lecheras.
El ingeniero agrónomo Diego Esteban Pinasco Güelvenzú, del Area de Productos Ecológicos de la Dirección de Estrategia y Análisis de Riesgo del Senasa, destacó en diálogo con este medio, el aumento de la superficie bajo seguimiento para producción orgánica, la tendencia positiva en el número de productores primarios, la recuperación del stock ganadero y un crecimiento de la actividad lechera y avícola.
Todo este crecimiento, según el representante del Senasa, es el resultado de decisiones que se han tomado que implican una visión de largo plazo, con una nueva capacidad de producción para enfrentar los futuros negocios. Además, tanto en Argentina como en el resto del mundo se observa una mayor demanda de productos sin el uso de insumos de síntesis química y amigables con el medio ambiente.
“La actividad orgánica en nuestro país muestra, desde hace mucho tiempo, una tendencia de crecimiento a pesar de las oscilaciones que se fueron presentando, y se prevé que esto se siga sosteniendo”, agregó.
Atributos y Plan
Diferentes estudios señalan que los productos orgánicos generan una mejora y mantienen la la fertilidad de los suelos, promueven la biodiversidad, en su elaboración no se utilizan sustancias de síntesis química y de OGM (agroquímicos, fertilizantes químicos, ingredientes, ayudas de proceso o aditivos de síntesis química), poseen trazabilidad y promueven el bienestar animal, entre otros atributos.
Este año, mediante la publicación en el Boletín Oficial de la Resolución 17/2021, el ministerio de Agricultura, a cargo de Luis Basterra, anunció la aprobación del nuevo “Plan estratégico del Sector de la Producción Orgánica”, consensuado con el sector privado.
Entre los objetivos del mencionado Plan se propone duplicar la producción orgánica para 2030 e incrementar además la superficie bajo certificación un 30%.
La iniciativa contempla un aumento del número de productores orgánicos certificados y de las exportaciones del sector, para pasar de 165 mil toneladas a 330 mil toneladas dentro de nueve años. Para el mercado interno, el Plan proyecta que se pase de las 556 toneladas de 2019 a un volumen de al menos 2.000 toneladas.
Por último, en el mundo existen en la actualidad 181 países que tienen registros de su producción orgánica, sumando un total de 69 millones de hectáreas, donde los países del continente americano poseen más de 11 millones de hectáreas certificadas, representando el 16% del total. Y América Latina y el Caribe representan de allí unas 8 millones. A su vez, buena parte de esa área está en la Argentina, donde para 2018 se certificaba un total de 3,6 millones de hectáreas y el año pasado llega a los niveles más altos de los últimos años.
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