El viernes 16 de abril, a las 12 del mediodía de París, el ministro Martín Guzmán ingresará al imponente edificio del Ministerio de Finanzas de Francia para resolver dos desafíos complejos: atraer inversiones al país y renegociar la deuda con el Club de París y con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Será el inicio de su gira europea que comenzará este fin de semana y lo llevará por Berlín, Roma, Madrid y la capital francesa: cuatro países en cinco días. El ministro partirá del país alentado por haber instalado en la asamblea del FMI dos temas de debate importantes para el Gobierno: la reducción de los intereses de los créditos y la relocalización de recursos de los países ricos a los de ingresos medios, aunque hay varios obstáculos para que se concreten, tal como lo admitió la directora gerente del Fondo, Kristalina Georgieva.
Ubicado en un edificio de la rue de Bercy que antes funcionaba como una aduana, Guzmán será recibido el próximo viernes por su par francés, Bruno Le Maire, tal vez más famoso por sus cualidades literarias que por su gestión económica. Es admirador de Marcel Proust y considera a la literatura como “forma de poder”, principio que se refleja en haber escrito varios libros durante su mandato, acerca de su propia gestión.
No menos importante es la mano derecha del ministro, el Director General del Tesoro, Emmanuel Moulin, que preside el Club de Paris y también se reunirá con Guzmán.
Ambos funcionarios del gobierno de Emmanuel Macron, que son muy amigos, le transmitirán una serie de mensajes en nombre de los otros acreedores del Club de París y, también, de los inversores privados de Francia en la Argentina:
-La intención del gobierno argentino de postergar el pago de los USD 2.400 millones o de reducir la tasa del 9% que acordó el ministro Axel Kicillof con el club de París será muy difícil de lograr si antes la Argentina no firma un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Reglas son reglas, sobre todo para estos cuerpos de funcionarios públicos que no quieren dejar sentado un precedente con la Argentina que luego pueda ser reclamado por otros deudores del Club.
-Los empresarios franceses, que usualmente adoran la Argentina, solo pueden pensar en hundir más capital si se cumplen una serie de condiciones, algunas de corto y otras de mediano plazo: la primera es que les permitan girar al exterior el dinero de sus utilidades y dividendos (una promesa que se cumple a cuentagotas, pese a la promesa del Banco Central); la segunda es que el Gobierno cumpla con los fallos internacionales, como ocurrió con el caso de Suez; y la tercera es que haya reglas claras que perduren. Al respecto, las empresas francesas de energía aplauden el Plan Gas 4, pero temen que, como suele ocurrir, en un tiempo les cambien las tarifas o las reglas de juego.
Ambas cuestiones están conectadas, pero para los inversores el tema de la seguridad jurídica es mucho más relevante que lo del Club de París, que por muchos años permaneció sin resolverse. Sin embargo, hay un nexo, que es el acuerdo con el FMI, ya que para los gobiernos y los empresarios europeos su concreción demostraría que el Gobierno está dispuesto a implementar al menos algunas de las reformas mencionadas.
El acuerdo con el Fondo es una condición necesaria, pero no suficiente, aclararon las fuentes diplomáticas consultadas por Infobae.
A cambio, al menos en Francia, los funcionarios destacarán ante Guzmán el interés de los empresarios por un campo clave: el hidrógeno verde, sobre el cual las empresas alemanas también expresaron su deseo de desarrollar, dado la gran potencialidad del país en este campo de la energía.
Justamente en Alemania, inicio de su gira desde el lunes hasta el martes a la noche, Guzmán recibirá una visión similar de boca del ministro Federal de Economía y Tecnología, liderado por Peter Altmaier, perteneciente a la CDU de la canciller Angela Merkel. Con él podrá debatir también sobre las oportunidades de inversión, aunque a la vez recibirá la misma impresión de las empresas alemanas en la Argentina, que ya expresaron que necesitan reglas estables, un acuerdo con el FMI y una reducción de las trabas a las importaciones, entre otras cuestiones.
En Berlín Guzmán también será recibido por el secretario de Finanzas, Wolfgang Schmidt, con quien podrá dialogar sobre el FMI y el Club de París, en el que Alemania tiene un rol clave, junto con Japón, principales acreedores oficiales de la Argentina. Schmidt hablará en representación del ministro Olaf Scholz, con una ventaja respecto de su jefe: habla muy bien el español.
Para reforzar su negociación, Guzmán estará acompañado por el representante argentino en el FMI, Sergio Chodos, el funcionario de más confianza del ministro en el manejo de las negociaciones externas, a diferencia de su equipo de Finanzas, como lo demostró el año pasado en la negociación con los bonistas y ahora con el organismo multilateral.
Por la pandemia, al parecer ni en Alemania ni en Francia Guzmán podrá realizar reuniones importantes con varios empresarios a la vez, aunque sí podría lograrlo en Italia, donde se convocó a una docena de hombres de negocios que todavía deben confirmar si su participación.
Tal vez, como suele ocurrir con los funcionarios argentinos que viajan a Europa, el destino más favorable para el ministro será Madrid, que sin embargo no resulta ser el más decisivo para su aspiración de postergar el pago de vencimientos de capital por más de USD 7.000 millones este año entre el FMI y el Club de París.
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