Hay en el Gobierno plena coincidencia en que el resguardo de la economía es fundamental en esta etapa de la pandemia, luego de un derrumbe del PBI de casi 10% el año pasado y un fuerte agravamiento de la situación social, con cifras de desempleo que llegaron al 11% y un porcentaje de pobres del 42%. Sin embargo, la segunda ola arrasa y la cantidad de casos confirmados de Covid llegaron esta semana a niveles récord. Nada diferente a lo que está sucediendo en otros países de la región y en Europa. La vacunación avanza lentamente y eso hizo que los objetivos oficiales de llegar al otoño con toda la población de riesgo inmunizada no pudieran cumplirse.
En este contexto, el Gobierno acaba de anunciar nuevas restricciones a la circulación nocturna y mayores controles y ello tendrá impacto en el sector de esparcimiento y gastronómico, que eventualmente podrían recibir más ayuda por parte del Estado, a través del Programa de Recuperación Productiva (Repro), si ven afectada fuertemente la facturación. Mientras las limitaciones no afecten otro tipo de actividades -más allá de que la población saldrá menos y eso afectará el consumo en general-, los analistas económicos no avizoran un gran impacto en la actividad, que solamente por efecto arrastre podría rebotar entre 6 y 7 puntos, como dijo recientemente el ministro de Economía, Martín Guzmán.
Sin embargo, la situación epidemiológica puede agravarse y obligar a las autoridades a tomar decisiones que por ahora resisten, no sólo porque la economía no aguanta más, sino porque tampoco el Gobierno tiene fondos para financiar otro parate. Es más, desde que cesaron las transferencias por ATP e IFE, los números fiscales mejoraron sustancialmente y el equipo económico logró en el primer trimestre del año contener el gasto y limitar los niveles de emisión monetaria para financiar al Tesoro. Aunque aún no se esté notando en los precios, reducir los niveles de aportes del Banco Central vía emisión es una de las estrategias sobre las cuales se plantó Guzmán para reducir la brecha e ir frenando la dinámica inflacionaria. La pregunta es si podrá sostenerla, en un contexto complejo en materia sanitaria. Todo dependerá de las restricciones que haya hacia adelante y de cuán severas sean.
Si la situación se agrava y el Gobierno se ve en la necesidad de cerrar más actividades por un tiempo mayor, la ayuda económica se volverá necesaria, aunque para muchos eso tampoco alcance. Por ahora, desde jefatura de Gabinete aseguran que no se piensa en un nuevo IFE, sino en más Repro. “¿Por qué habría un nuevo IFE si no se cerró ninguna actividad?”, planteó un funcionario de la Rosada. Pero si llegara a ser necesario más financiamiento, la única posibilidad es recurrir a mayor emisión, que afectaría los planes de estabilización cambiaria, reducción del déficit y baja de la inflación a mediano plazo. En el corto plazo, aseguraron varios economistas consultados, el impacto sobre la actividad podría atenuar en parte la inflación, pero una mayor circulación de pesos a la larga presiona sobre los precios.
“Por ahora vemos un impacto acotado sobre la actividad, en la medida en que las restricciones afecten la recreación y la gastronomía. Lo mismo sobre los números fiscales, ya que seguramente la ayuda la manejen con Repro. Tal vez la gente sale a consumir menos en general, pero no me parece que esta segunda ola tenga un impacto tan recesivo como el año pasado”, afirmó a Infobae el economista de FIEL, Daniel Artana. Y agregó: “Lo lógico es que hagan algunos cierres selectivos, pero si más adelante van por algo más intrusivo, la afectación de la economía será mayor. La construcción es el gran interrogante”.
Sobre el resultado fiscal y el nivel de emisión, Artana remarcó que hasta ahora se ha notado una mejora y ello permitió que la emisión sea menor. De hecho, en enero y febrero no hubo adelantos transitorios del BCRA al Tesoro y en marzo, hubo $135.000 millones, lo que deja el trimestre en un nivel moderado, precisó. Reconoció también que “existe un riesgo de que aumente la emisión, si hubiera más gasto por la pandemia, pero es difícil pronosticar su evolución”.
Parte de la explicación de por qué la inflación bajó del 54% de 2019 al 36,1% del 2020 tiene que ver con la fuerte retracción económica producto de la larga cuarentena
De acuerdo a un informe de la consultora LCG, en el primer bimestre, “el gasto primario empieza a empardar una dinámica similar a la que registró en años previos, con un gasto primario equivalente a 2,7% del PBI en el período”. “Pero será necesario que refleje una dinámica más en línea con 2018/2019 que con la de 2020 para poder alcanzar la meta del presupuesto. La situación del Covid, con una nueva ola de rebrotes que luce inevitable, podría significar una amenaza para alcanzar este sendero, sobre todo en año con elecciones legislativas en el medio”, había planteado la firma hace algunas semanas, al tiempo que precisó que la meta de déficit primario del 4,5% del PBI prevista en el Presupuesto “resulta atendible sin nuevo gasto asociado al Covid”.
Con respecto a la inflación, el economista de LCG, Guido Lorenzo, dijo que si bien “un aumento del déficit podrá llevar a una mayor emisión, eso impacta en la inflación con cierto rezago. En el corto plazo, si hay menor actividad, eso puede desacelerar un poco la dinámica de los precios”. Coincidió con esta idea su colega de EcoGo, Federico Furiase, al afirmar que “si hay cierre de la economía, habrá menor recaudación y mayor gasto público, por lo que eso se financiará con mayor emisión y, por ende, más brecha cambiaria, lo cual podría acelerar la inflación”. Sin embargo, también señaló que las restricciones o el hecho de que la sociedad se quede en sus casas también actúan como una anestesia para contener los precios, por lo que “hay dos efectos contrapuestos”, dijo. De hecho, parte de la explicación de por qué la inflación bajó del 54% de 2019 al 36,1% del 2020 tiene que ver con la fuerte retracción económica producto de la larga cuarentena.
En tanto, Matías Rajnerman, de Ecolatina, aseguró que “el plan Guzmán se verá afectado sin dudas porque la segunda ola no estaba prevista en el Presupuesto 2021″. “Igualmente -dijo el economista- el déficit este año será menor al de 2020 y también estará financiado de una forma menos nociva, es decir, con menor emisión”. De todos modos, aún se desconoce qué pasará con el gasto, si habrá más erogaciones asociadas a la segunda etapa de la pandemia. Lo que sí aseguró es que las restricciones impactarán en la recaudación y, por ende, en el resultado fiscal.
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