El ministro de Economía, Martín Guzmán, insistirá hoy en la asamblea del Fondo Monetario Internacional (FMI) en la necesidad de aliviar el costo de los créditos del organismo, antes de partir este fin de semana para avanzar en la negociación de un acuerdo para postergar el pago a ese organismo y al Club de París.
Se trata de unos USD 7.000 millones en vencimientos de capital para este año. Mientras tanto, Guzmán logró, con otros pares de los países emergentes, que se empiecen a discutir dos cuestiones trascendentes, pero que no serán sencillas de lograr.
El primer punto es la idea de que, de la nueva emisión de derechos especiales de giro (DEGs) por USD 650.000 millones, se relocalice desde los países más ricos hacia los de ingresos medios, como lo solicitaron ayer Argentina y México. La intención es que, si hay recursos ociosos en los tesoros de los países del G7, se puedan prestar a través de un “fondo común” a los que más lo necesitan.
Ante este planteo, con toda su diplomacia, ayer la directora gerente Kristalina Georgieva respondió que el tema se discutirá “arduamente en los próximos meses” -junto con la ampliación en sí de los DEGs, que solo llegarían a partir de septiembre-, pero aclaró que, a la discusión global por la “relocalización” de estos recursos le deberá seguir necesariamente una en cada uno de los países que potencialmente aporten a ese fondo. Nada para esperar en el corto plazo.
Cabe recordar que Georgieva dijo que la ampliación de los DEGs se debatirá en junio en el directorio y que luego habrá una demora de unos cuatro meses.
La segunda cuestión trascendente que Guzmán logró “colar” entre sus pares es la posibilidad de reducir las sobretasas de interés que el Fondo cobra por sus préstamos. En el caso argentino, se trata de una discusión de 1455 millones de dólares, entre 952,87 millones en el caso de los sobrecargos y de 502 millones en intereses anuales, según precisaron fuentes oficiales.
Sin embargo, ahí también Georgieva le puso un freno al entusiasmo del ministro, al aclarar que esos sobrecargos se aplicaron para que el Fondo resguarde la sanidad de su cartera y, además, para que no se incentive en forma excesiva buscar dinero en el organismo en lugar de tratar de obtenerlo en el mercado.
Ninguna de las dos cuestiones parece insalvable, pero sí muy compleja, dado que una mayoría importante de los 190 miembros del FMI, entre ellos Argentina, deberían ponerse de acuerdo sobre ambas. Por lo tanto, la conclusión es que el Gobierno no tendrá recursos para afrontar todos los pagos de capital de la deuda de este año sin un acuerdo de postergación para postergar el pago de la deuda de USD 45.000 millones con el Fondo que contrajo el país en la administración de Mauricio Macri.
Cuatro países en cinco días
Parte de estas cuestiones también serán discutidas por Guzmán desde el lunes en Europa, así como también la postergación del pago del Club de París del mes próximo por 2400 millones de dólares.
En la gira, informaron en el Palacio de Hacienda, “tiene previsto mantener reuniones con ministros de Economía y Finanzas, funcionarios y sector privado”. El ministro estará cinco días en el viejo continente, donde visitará Alemania, Italia, España y Francia y se entrevistará con sus pares de esos países. Partirá mañana, pero tiene previsto comenzar sus reuniones el lunes 12 en Berlín con Olaf Scholz, seguirá por Roma con Daniele Franco, en Madrid con María Jesús Montero y finalizará con Bruno Le Maire el 16 en París, donde justamente tiene su sede el Club de París.
Con ellos, debatirá “la renegociación con el FMI para alcanzar un nuevo acuerdo y la deuda con el Club de París”. El objetivo será “construir entendimientos sobre lo que la Argentina necesita para estabilizar su economía”; Guzmán dejó en claro que para esta estabilización, necesita un nuevo acuerdo.
“El objetivo es conseguir los apoyos necesarios de los accionistas del FMI, especialmente G7 y G20, para concretar un programa que le sirva a la Argentina”, aclararon.
El costo de postergar el pago con el Club de París es más bajo que acordar con el FMI en términos financieros, ya que en el pasado la Argentina estuvo en default con sus acreedores oficiales y no tuvo grandes consecuencias, porque tampoco tenía grandes créditos bilaterales.
El costo de firmar con el FMI parece más político que financiero, ya que, con el cuadro de situación global que ayer describió Georgieva, es muy posible que el organismo no le pida ajuste adicional al Gobierno para este año, más allá del que ya hizo al ponerle un tope al aumento a los jubilados y reducir la asistencia a empresas e individuos, al menos por ahora, más el aumento de los ingresos tributarios.
En este sentido, si Guzmán tuviera éxito en su cruzada europea -que no será fácil, debido a los “desequilibrios macroeconómicos” que volvió a resaltar esta semana el Fondo-, podría tener más apoyo para convencer a sus jefes políticos de que es mejor tener recursos y llegar a las elecciones con el dólar en calma que lo contrario. Entre otras razones, porque posiblemente esos referentes tendrán la habilidad para convencer su base electoral de que el nuevo acuerdo con el FMI, esta vez, sí será bueno para el país.
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