El Gobierno nacional y todo el país en general se encuentran con los brazos abiertos a la espera del ingreso de divisas por parte del campo ante el comienzo de la cosecha de soja y maíz que le pueda dar un fuerte respiro a la muy golpeada economía. Si bien el volumen de exportaciones serán menores por los efectos de la sequía, los altos precios internacionales hacen prever la entrada de una jugosa cantidad de dólares a un país sediento de ellos.
Según un informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), el aporte que realizarán este año las principales seis cadenas de cultivos de la Argentina al PBI nacional sería récord con USD 40.244 millones volcados a la economía, lo que significaría un salto de USD 9.122 millones respecto a 2020, mientras que las exportaciones saltarían USD 8.900 millones hasta los USD 34.642 millones. Todo este panorama se hace plausible gracias al salto de más del 40% del precio internacional de los granos en promedio.
Ese ingreso de divisas aparece en el horizonte como un gran tubo de oxígeno que podría momentáneamente darle aire a una economía que está en terapia intensiva. Pero al mismo tiempo surgen algunos interrogantes. ¿A qué velocidad ingresarán esas divisas? ¿A qué ritmo se negociará la cosecha? ¿Los buenos precios son estímulo suficiente para que los productores se desprendan de su producción con una soja por encima de los USD 500 la tonelada en Chicago o prevalecerá la incertidumbre?.
Si se toma como parámetro las ventas anticipadas, de las 45 millones de toneladas de soja que se esperan vender, ya fueron comprometidas 12,4 millones de toneladas. Esto quiere decir que ya se negoció el 28% de la potencial cosecha, mientras que el año pasado ese porcentaje escalaba hasta el 32% de las 50,7 millones de toneladas que se comercializaron. Si bien hay que decir que la venta anticipada de la producción de granos en el ciclo 2019/20 fue de un volumen muy considerable ante la expectativa de que el gobierno de Alberto Fernández aumente las retenciones, los actuales precios “no pareciera haber conducido a una mayor concreción de negocios”, indicó la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
Es que si bien los valores de los granos se encuentran en niveles máximos que no se daban desde 2014, en algunos casos, y mejoran la rentabilidad del productor, la incertidumbre respecto a las reglas de juego y a lo económico sigue siendo un factor muy poderoso que juega en la cabeza del productor. El tipo de cambio, la inflación, el financiamiento a cuenta gotas y la brecha cambiaria (que ahora se acortó bastante) siguen erigiéndose como limitantes a la hora de realizar negocios.
Ventas más lentas
En diálogo con Infobae, el analista de mercados agrícolas, Carlos Etchepare, consideró que para dilucidar el devenir de la comercialización de granos hay que tener en cuenta ciertos factores. El primero es que no se repetirá el nivel de ventas anticipadas de la campaña 2019/20. En segundo lugar, un panorama internacional con precios altos que se prevé que se sostengan hasta mediados de año por lo menos. En tercer lugar, cuestiones climáticas que frenaron ventas. Y por último, una situación financiera más “cómoda” de los productores en función de los precios de venta de la cosecha anterior.
Para Etchepare “todo este panorama hace que las ventas de este año sean más lentas que las del año pasado, pero hay que considerar que Argentina vive un año electoral, el cual se suman a las comunes incertidumbres que vive este país, como tipo de cambio e inflación. A medida que avance en el año y se vea cuál es la expectativa, probablemente también ocurra que los productores salgan a vender si ven internamente que el panorama político se pueda complicar y se vislumbre alguna cosa que pueda afectar la comercialización, como un eventual aumento de derechos de exportación o alguna limitación, pero esto, si se da, es a partir de mediados de año”.
Por su parte, el director de la consultora especializada en agronegocios de Zorraquín & Meneses, Teo Zorraquín, entiende que más allá de los buenos precios internacionales de los granos, hay una cuestión central común o un principio básico que se repite respecto al año anterior y es qué hacer con los pesos a medida que el productor se va desprendiendo de la cosecha.
Según el especialista, “las primeras ventas se van a hacer, de hecho ya hay ventas comprometidas, y van a ser para pagar las cuentas y hacer los primeros pesos para afrontar los gastos mensuales. También las ventas van a estar asociadas a la compra de insumos de manera anticipada y la otra parte se va a ir vendiendo a medida que se necesiten los pesos, más allá de que hoy no hay gran estímulo para esperar porque los precios a futuro no cambian mucho en dólares con respecto a los actuales, pero en la cultura del productor quedarse en granos es quedarse en moneda dura, por lo que la estrategia general es ir vendiendo en función de necesidades”.
Las primeras ventas se van a hacer, y ya hay ventas comprometidas, para pagar las cuentas, afrontar los gastos mensuales y anticipar la compra de insumos. Otra parte se irá vendiendo a medida que se necesiten los pesos, Hoy por hoy no hay gran estìmulo para esperar, porque los precios a futuro no cambian mucho en dólares respecto a los actuales
En este sentido, Zorraquín expresó que, si bien los precios internacionales son atractivos, “parte del tema del marco de Argentina, con posibles devaluación o no saber qué hacer con los pesos, llevan a que la lógica que se utilizaría en un país común donde vos decís ‘no tengo pase, vendo ahora’ y pongo a trabajar esos pesos, parte de eso se va a hacer, pero la otra parte se quedará en moneda dura, o sea, en granos”.
Más opiniones
El director del Departamento de Análisis Económico de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Matías Lestani, ve un panorama diferente en el cual el productor aumentará sus ventas en pos de capitalizar determinadas situaciones que se están dando en la actualidad, como los buenos precios internacionales, y el achicamiento de la brecha entre el dólar que recibe y el valor del “libre”, más allá de las necesarias para hacer frente a sus obligaciones.
“Los productores pequeños y medianos van a liquidar casi la totalidad de los granos que tengan y los grandes también. Uno de los motivos es la necesidad de financiamiento de las campañas que vienen, pero otro es que la brecha cambiaria entre el dólar oficial (que recibe el productor) y el dólar paralelo, que es mucho menor y con los precios internacionales altos”, señaló Lestani a Infobae.
Y agregó: “Entonces, los productores pueden aprovechar esta situación vendiendo más cantidad de granos, aprovechar los altos precios internacionales y comprar un dólar blue que está bastante quieto. Eso incentiva la venta de granos, contrario a lo que pasa cuando la brecha es muy grande. La relación grano-dólar con una brecha chica incentiva la venta”.
Asimismo, marcó que “la relación-insumo producto es buena, por lo cual también se van a adelantar ventas para capitalizar eso. Hay que sumar también que las empresas que tengan que pagar el aporte extraordinario tengan que vender más grano para poder cubrirlo, ya que la presión impositiva sigue subiendo”.
Por último, el economista jefe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), Agustín Tejeda Rodríguez, puntualizó que “la dinámica de comercialización depende de distintas variables, que influyen en los incentivos al productor. Por supuesto los precios internacionales y su impacto sobre los precios domésticos es un aspecto fundamental. La gran suba que han experimentado en los últimos meses, junto con la reducción de la brecha cambiaria, han favorecido mayores ventas”.
Sin embargo, remarcó que “el ritmo no depende solo de los precios de los granos. El escenario macroeconómico, en particular la brecha cambiaria y las expectativas de devaluación juegan un importante rol. Aquí serán determinantes, entre otros aspectos, las negociaciones con el FMI y también el aporte récord de divisas que el sector podría realizar este año 2021. Finalmente, también influirá el ritmo de inflación, la evolución de los costos de los insumos, el acceso al financiamiento, las alternativas de inversión y también las necesidades del sector exportador”.
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