Esteban Domecq: “La mayor represión sobre las empresas lo único que va a lograr es desabastecimiento”

En una entrevista con Infobae, el presidente de Invecq Consultora, resaltó que el Gobierno actúa sobre las consecuencias de la inflación, no va por las causas, que siempre y en todo lugar son de origen monetario

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"Detrás de la inflación se esconde un desorden monetario que se explica por la excesiva emisión"
"Detrás de la inflación se esconde un desorden monetario que se explica por la excesiva emisión"

La economía arrastra enormes desequilibrios estructurales, no sólo macroeconómicos, como fiscal y monetario, con exceso de regulaciones que lejos de disipar esos desequilibrios tienden a acrecentarlos, y derivan en presiones sobre los precios y la posibilidad de creación de empleos a través de la inversión productiva.

Uno de los factores determinantes de ese cuadro que se ha traducido en un brutal déficit en la calidad de vida de los argentinos, el cual se manifiesta en la elevada informalidad laboral y empresaria, alto desempleo, y en especial, tal vez el más alarmante, niveles de pobreza que se aproximan a la mitad de la población, y más aún en el caso de los niños, es la falta de un plan económico de corto, mediano y largo plazo consensuado entre las fuerzas políticas en general, y entre el poder central y las 24 gobernaciones del país.

Esteban Domecq en sus trabajos de consultoría, a través de Invecq, de la que es presidente y fundador desde 2012; y de la docencia en la cátedra de Macroeconomía y doctorado de la Ucema, y en sus trabajos como director general del Congreso Económico Argentino y de la Exposición Argentina de Economía, Finanzas e Inversiones, resalta ese cuadro con gráficos de tiempo de los últimos 50 años, los cuales parecen no conmover a la dirigencia en su conjunto, pese a que no revertir las tendencias de largo plazo, sin atajos, lleva a pérdidas de ingreso real a tasas de dos dígitos porcentuales muy altas, como las que se observaron en 2020, más allá de la incidencia de los efectos de la crisis sanitaria.

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- El ministro de Economía dijo que la inflación es un fenómeno multicausal ¿Comparte esa apreciación?

- La inflación es siempre un fenómeno monetario, propio de economías con desequilibrios macroeconómicos financiados permanentemente con emisión de dinero. Esto es algo que el mundo aprendió hace más de tres décadas, y por eso la inflación promedio mundial de los últimos años ha sido menor al 3% anual. Incluso en la región ha dejado de ser un problema, salvo para Argentina y Venezuela, las únicas dos economías con inflación de dos dígitos o más en la última década. Detrás de la inflación se esconde un desorden monetario que se explica por la excesiva emisión. Detrás de la emisión monetaria se esconde la indisciplina fiscal, y detrás nuestra adicción crónica a gastar. Justificar la inflación a través de la multicausalidad es confundir causalidad con transmisión, y viene como anillo al dedo para los políticos y hacedores de política económica que quieran seguir aumentando el gasto y financiarlo con maquinita. Es lamentable que todavía no hayamos podido resolver nuestro problema de indisciplina fiscal y monetaria.

“Justificar la inflación a través de la multicausalidad es confundir causalidad con transmisión”

- ¿Ve que desde que asumió Martín Guzmán el manejo de Hacienda la política económica está enfocada en atacar las multicausas de la inflación?

- El enfoque está en atacar las consecuencias de la inflación, pisando las tarifas, el dólar y todo el paquete de controles de precios, pero no en las causas. Eliminar la inflación requiere de tres atributos elementales: 1) convicción y liderazgo político de querer erradicar el fenómeno; 2) un programa macroeconómico consistente; y 3) mucha credibilidad en el programa para poder anclar las expectativas de todos los agentes. Estos atributos se observan muy claramente cuando se implementó la Convertibilidad. Cuando se anunció en abril de 1991, la inflación era 270% interanual; en agosto de 1993 era de 9%. Hoy veo una situación completamente diferente: un gobierno muy cómodo con la inflación, inconsistencia macroeconómica y un proceso completamente desanclado. Esto explica la aceleración inflacionaria en la salida de la cuarentena del segundo semestre del año pasado, donde la tasa anualizada pasó de 23% en el segundo trimestre al 55% en el cuarto. En realidad, nunca se redujo en argentina, simplemente estuvo encuarentenada durante un trimestre.

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- ¿El ancla cambiaria, o desaceleración del ritmo de devaluación, asegura la desinflación?

- El ancla cambiaria puede eventualmente desacelerar el proceso inflacionario solo transitoriamente, pero de ninguna manera generar un sendero virtuoso y permanente de desinflación. Todas las experiencias de intentar reducir la inflación pisando el dólar han terminado en procesos de fuerte distorsión de precios relativos en el corto plazo y de mayor aceleración inflacionaria en el largo plazo. ¿Por qué sucede esto? Porque al igual que el congelamiento de tarifas, anclar el dólar funciona como una obstaculización transitoria de los mecanismos de transmisión del proceso de aceleración de los precios al consumidor. Más tarde o más temprano, el atraso cambiario se hace significativo y la expectativa devaluatoria torna al esquema insostenible, forzando la corrección del tipo de cambio vía devaluación, soltando inflación reprimida. Son atajos de política económica que no nos llevan a buen puerto, que en muchos casos han terminado muy mal.

“El ancla cambiaria puede eventualmente desacelerar el proceso inflacionario solo transitoriamente”

- ¿Qué efectos sobre las finanzas públicas y la política monetaria puede tener el “rulo” que coordinaron Economía y el Banco Central coordinaron para bajar la brecha cambiaria?

- La principal implicancia tiene que ver con que el Banco Central no puede capitalizar el boom de los precios internacionales de las materias primas y el superávit de la balanza comercial aumentando las reservas en divisas. Compra dólares en el mercado de cambios, una parte los usa para pagar a organismos multilaterales, y la otra para estabilizar la brecha cambiaria a través del “super rulo” en el mercado bursátil. Como positivo, se reduce la diferencia entre los tipos de cambio alternativos al mayorista oficial y se esteriliza más dinero a $150 en vez de a 90 pesos. Como negativo, el BCRA no acumula reservas, las cuales hoy están negativas en términos netos líquidos de libre disponibilidad propia. O sea, transitamos un veranito cambiario paliativo, pero no curativo. Si caen los precios de las materias primas o cae la liquidación de granos, estaremos nuevamente ante un fenómeno de importante desestabilización cambiaria con un Banco Central sin recursos para hacer frente a la corrida.

"Si caen los precios de las materias primas o cae la liquidación de granos, estaremos nuevamente ante un fenómeno de importante desestabilización cambiaria con un Banco Central sin recursos para hacer frente a la corrida"
"Si caen los precios de las materias primas o cae la liquidación de granos, estaremos nuevamente ante un fenómeno de importante desestabilización cambiaria con un Banco Central sin recursos para hacer frente a la corrida"

- ¿La brecha que comenzó a observarse en el ritmo de aumento de los precios mayoristas y el costo de la construcción, excluido mano de obra, con la variación del IPC, es un indicador de inflación reprimida?

- Es un indicador de inflación elevada que esconde una enorme distorsión de precios relativos, en parte producto de la estrategia de represión de precios (dólar, tarifas y precios máximos) que implementa el Gobierno para contener el alza de los precios y en parte por el aumento de los precios internacionales de las materias primas. Indumentaria acumula 61% en los últimos doce meses, mayoristas 47%, alimentos y bebidas 44% y construcción 41%. Del otro lado tenemos educación 18%, servicios regulados 21% y comunicación 23%. Si vemos la luz y el gas están en 0%. La carne más de 70%, y algunas frutas y verduras más de 100%. Tenemos un proceso de inflación muy elevada y acelerando, con enorme distorsión de precios relativos.

- En los últimos meses de 2020 se observó una reactivación heterogénea en la economía que dejó una clara perspectiva de un mejor 2021 ¿Es una condición suficiente para asegurar que el PBI aumentará entre 6% y 8% como esperan ahora muchos analistas?

- La actividad económica (PBI) se calcula como un promedio anual del nivel de actividad. La caída del 10% del 2020 está explicada principalmente por el profundo pozo recesivo en el que nos metimos en el segundo trimestre (cayendo 20%). Pero en el tercer y cuarto trimestre la economía se recuperó. Si la actividad durante 2021 se mantuviese en el mismo nivel de fines del 2020, las estadísticas reflejarían una recuperación de 6,1%. Es lo que se conoce como arrastre estadístico. Con muy poco el Gobierno podría mostrar una recuperación de 7% u 8% de la economía este año. Pero eso sería una recuperación que no se siente en la gente, porque es una recuperación que no genera empleo y el poder adquisitivo aún sigue cayendo.

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- ¿La embestida del Gobierno contra las empresas por la aceleración de la inflación cuánto cree que puede ayudar a bajar el ritmo de suba de los precios? ¿Qué efectos estima traerá sobre la actividad productiva y comercial?

- La inflación es un problema macroeconómico, no microeconómico. No hay embestida que pueda en ese sentido ayudar a reducir el ritmo inflacionario. Para la tribuna y para el discurso oficial de que están encargándose del tema y encontrando culpables puede servir. Para bajar la inflación no. La mayor represión sobre las empresas lo único que va a lograr es desabastecimiento y mayor caída de la inversión. Al final del camino tenemos más estanflación (estancamiento con inflación).

- Usted estimó que el PBI por habitante cayó al nivel mínimo en 75 años ¿Cuánto de ese retroceso se generó por efecto de la aparición de la crisis sanitaria, a desaciertos de políticas en ese período, y a políticas populistas y cierre de la economía, entre 2011 y 2015?

- La crisis sanitaria fue sin dudas un shock muy importante para todos; pero la economía argentina tiene problemas propios. En los últimos cuarenta años Argentina tuvo cuatro décadas perdidas, o sea, períodos de diez años en los cuales el crecimiento acumulado por habitante fue negativo: los ochenta (acumuló 23% de baja entre 1980 y 1990); la crisis de la Convertibilidad (el PBI se contrajo 5,8% entre 1992 y 2002) y la actual (cayó 16% entre 2010 y 2020). Terminamos el 2020 con un PBI per cápita apenas 10% arriba del que teníamos en 1980. Esto explica porque los niveles de pobreza e indigencia vienen en constante aumento. La pandemia golpeó fuerte en 2020, a todo el mundo. Pero al 2019 el PBI per cápita ya era 10% inferior al que teníamos ocho años antes.

- ¿Desde el actual punto de partida, que políticas debieran encararse para poder volver al nivel de 25 años atrás, y en que cuánto tiempo?

- Consolidando una recuperación de 7% en este 2021 y logrando crecer al 3% anual de forma sostenida a partir del 2022, lograríamos recuperar el mismo nivel de PBI per cápita de 2019 en el 2029. Y eso creciendo sostenidamente lo cual es algo totalmente atípico para el estándar argentino. ¿Qué hace falta? Diría casi todo: contar con consensos económicos básicos, ser disciplinados en materia fiscal y monetaria, respetar los equilibrios macroeconómicos fundamentales, recuperar competitividad, fomentar el ahorro y la inversión, reforzar las instituciones, integrarnos al mundo y establecer reglas de juegos claras y estables.

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- El Gobierno decidió al comienzo de su gestión dejar sin efecto el Pacto Fiscal y 12 provincias respondieron con suba del Impuesto a los Ingresos Brutos ¿Ese es el camino para aumentar los recursos propios de las gobernaciones?

- Aumentan los impuestos y las alícuotas, pero si se reduce la base de recaudación caen los recursos. La presión tributaria en Argentina, sumando los tres niveles de gobierno, se encuentra en niveles históricos récord; no es casualidad que la informalidad también. Si desean aumentar los recursos deben procurar un ambiente que favorezca el crecimiento, la inversión, las empresas y la generación de empleo. Gran parte del cuadro de estanflación que ya lleva una década se aplica por la asfixia fiscal sobre el sector privado.

“La presión tributaria en Argentina, sumando los tres niveles de gobierno, se encuentra en niveles históricos récord; no es casualidad que la informalidad también”

- ¿Una reflexión final?

- A pesar de la incertidumbre que genera la Pandemia, el Gobierno aprovechará el veranito cambiario que le generó el buen contexto internacional para implementar un típico programa económico electoral. Esta estrategia, no exenta de riesgos, busca blindar la recuperación económica 2021, pero amplifica desequilibrios y posterga toda la corrección macroeconómica para después de las elecciones, comprometiendo el 2022. Es lo que vienen haciendo desde hace mucho tiempo. Encontramos espacios de tranquilidad pateando la pelota para adelante, pero nunca resolvemos los problemas de fondo. Por eso vivimos en un escenario de crisis permanente.

Fotos: Gastón Taylor

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