Reconversión al pie del Glaciar: cómo se adaptó a la pandemia el mayor productor frutihortícola de El Calafate

Chacra Las Moras es un caso de readaptación de la oferta local ante una demanda reducida con la desaparición de los visitantes internacionales. Los vuelos y la ocupación hotelera se redujeron a mínimos históricos

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Pablo Morresi al lado de un cuartel con el recorrido de la Chacra. Atrás, su más moderno invernadero
Pablo Morresi al lado de un cuartel con el recorrido de la Chacra. Atrás, su más moderno invernadero

A metros del Lago Argentino, el pie del Cerro Calafate y a menos de 80 kilómetros del Glaciar Perito Moreno, Chacra Las Moras nació hace 6 años y se convirtió pronto en la principal productora de frutas finas y verduras gourmet de El Calafate, el centro turístico por excelencia de Santa Cruz, visitado por viajeros de todo el mundo, ubicado dentro del Parque Nacional los Glaciares, el más grande de la Argentina, al que en 1981 la Unesco, la agencia de Naciones Unidas dedicada a la educación, la ciencia y la cultura, declaró Patrimonio Natural de la Humanidad (1 de los 9 emplazados en la Argentina).

Su mentor, Pablo Morresi, llegó a la localidad en 2014, recién recibido de agrónomo, y se asoció en el emprendimiento con su padre, dueño de una agencia de turismo local, y otros dos socios, dueños de uno de los restaurantes más conocidos del lugar, que sufrían la falta de un abastecimiento continuo y diverso de verduras y frutas.

Alrededor de un tercio de la producción se destinaba a restaurantes, muchos de ellos gourmet, y el resto a los locales, algunos de ellos, fabricantes de dulces

Así, después de estudiar los temas agronómicos y económicos, alquilaron una hectárea cercada de antiguos álamos y con muchos cerezos en la llamada “Zona de Chacras”, donde hace cerca de un siglo inmigrantes europeos, sobre todo eslavos, generaban los cultivos en la localidad, que hoy es en su mayoría una zona residencial, cerca del centro. Tras garantizarse la provisión de agua con dos estanques y tender sistemas de riego por goteo, Morresi construyó 3 invernaderos y encaró la producción, que ronda los 10.000 kilos entre frutas y verduras.

El Glaciar Perito Moreno, un "Patrimonio Natural de la Humanidad" que este año recibió muchas menos visitas y casi ningún turista interanacional
El Glaciar Perito Moreno, un "Patrimonio Natural de la Humanidad" que este año recibió muchas menos visitas y casi ningún turista interanacional

De las frutas (frutillas, cerezas, frambuesas, grosellas, moras, cassis, ciruelas, sauco, corinto y otras), que en el clima frío funcionan muy bien, alrededor de un tercio se destinaba a restaurantes, muchos de ellos gourmet, y el resto a los locales, algunos de ellos, fabricantes de dulces. La proporción era inversa en las verduras (lechugas varias, 15 variedades de tomate, rúcula, acelga, espinaca bebé, repollos, kale, remolacha baby, entre otras): aquí, los restaurantes conformaban dos tercios de la demanda. Luego sumaron la producción de aromáticas (mostaza, albahaca, ciboullete, romero, tomillo, orégano, salvia) y flores comestibles (caléndulas, pensamientos, centaureas y otras).

Para acceder al público turista también de manera directa y no solo a través de los restaurantes, incorporaron la visita a la chacra en un circuito de paseo por la ciudad y alrededores, y construyeron un salón de ventas, que empezó sobre todo con dulces de los distintos frutos para vender como souvenir y se fue transformando en un almacén naturista, con una amplia gama de productos no frescos para compensar la caída tanto de la producción como del turismo que se da en invierno: la temporada para ambos se da entre noviembre y abril.

Para acceder al público turista de modo directo y no solo a través de los restaurantes incorporaron la visita a la chacra en un circuito de paseo por la ciudad y alrededores, y construyeron un salón de ventas

Hace un año, los socios de Las Moras analizaban tomar un crédito de $400.000 para ampliar el mejor de los tres viveros y destinarlo a la producción hidropónica, que les permitiría reducir de seis a dos los meses improductivos (junio y julio), pero la pandemia detonó todos los planes.

Punto de giro

La cuarentena anticipó la finalización de la temporada de turismo internacional, los restaurantes se cerraron, y lo más gourmet, desde las frutillas alpinas hasta los microgreens y las flores comestibles, se quedó casi sin compradores. Fue preciso desarmar todo ese andamiaje basado en los turistas directa o indirectamente a través de los restaurantes, y repensar el negocio, con las complicaciones que implican los tiempos biológicos.

“Lo fresco, que es nuestro fuerte, se vendió bien, con distribución, todavía en abril. Pero de lo que somos revendedores, como granos y legumbres, la demanda cayó y perdimos muchos productos por vencimiento”, contó Morresi a Infobae. “A su vez, el rubro de dulces y mermeladas, que era el 20/30% de nuestra venta de lo no fresco, se murió”.

El almacén de Las Moras: al principio fue un modo de ofrecer parte de su producción fresca. pero se fue transformando en un almacén naturista en base a la producción frutihortícola de la misma Chacra y el trabajo de elaboradores locales
El almacén de Las Moras: al principio fue un modo de ofrecer parte de su producción fresca. pero se fue transformando en un almacén naturista en base a la producción frutihortícola de la misma Chacra y el trabajo de elaboradores locales

Siempre al finalizar una temporada se evaluaba lo que había pasado para encarar la siguiente, pero la pandemia obligó a reformular todos los planes: “Hicimos 10% de lo gourmet”, dijo Morresi. Espinacas baby, rúculas, habas, arvejas, mostaza, cedieron lugar a ajos, acelga, espinaca tradicional, cebolla, puerro y papa, que nunca habían hecho.

En frutas, que dependen de árboles o plantas de varios años, el volantazo no es posible. Se pudo destinar más a dulce, para estirar la vida útil, pero la venta de dulces casi se esfumó junto con los turistas. Por caso, la mitad de la producción de cassis, de 400 kilos, quedó en las plantas sin cosecharse.

La pandemia y el cierre por la extensa cuarentena afectaron la ecuación económica de todo El Calafate. “El destino se abrió recién el 5 de diciembre y hasta el 31 de diciembre tuvo apenas 2 vuelos semanales”, dijo a Infobae Oscar Souto, secretario de Turismo de la localidad. Recién en enero Aerolíneas destinó 3 vuelos diarios a la localidad y en la segunda mitad del mes la low cost JetSmart se sumó con 2 vuelos semanales.

La venta de dulces casi se esfumó junto con los turistas. Por caso, la mitad de la producción de cassis, de 400 kilos, quedó en las plantas sin cosecharse

“En total, son 23 vuelos semanales, cuando en temporada teníamos entre 12 y 13 vuelos diarios”, comparó Souto. Así, la ocupación de camas fue apenas el 25% de una capacidad total de 8.400, de las que se abrieron poco más de la mitad. Algo parecido pasó con el rubro gastronómico. Y la oferta de excursiones -navegaciones, cabalgatas, trekking sobre el Glaciar- se raleó, en función de costos y demanda. Los que más sufrieron, dijo Souto, fueron las agencias de viaje y empresas que trabajaban el mercado.

Miguel, al frente de un tradicional hotel de la ciudad, abrió recién en febrero, habilitó 24 de 46 habitaciones y tiene ocupadas entre 2 y 3 por día. A las cabañas y apart les fue mejor, en especial las más cercanas al centro. En el sector gastronómico, Leonardo Saracho abrió “La Zaina”, donde ofrece su exquisito “Cordero braseado al Malbec”, el 8 de enero, con temor a tener que volver a cerrar, y le fue mejor de lo que pensaba.

El desafío de todos fue readaptarse a un turismo reducido y de menor poder adquisitivo que el internacional, en particular el europeo, que aportaba más de la mitad de las visitas. Por año calendario, precisó Souto: “En 2019 El Calafate tuvo 485.000 visitantes, en todo 2020 unos 100.000 y en lo que va de 2021, con la temporada a punto de cerrar (el balance final será al cabo de Semana Santa), unos 70.000 turistas”.

Morresi, al lado de una línea de repollos
Morresi, al lado de una línea de repollos

El tardío inicio de temporada y los pocos vuelos se debieron a la decisión de la provincia de no abrir más el destino para limitar la circulación del virus. Sin embargo, dijo Oscar Souto, el número de casos activos en la localidad se redujo de cerca de 400 en diciembre a 60 hacia fines de marzo. “Es lo que podemos decir con el diario del lunes”, contó, para no criticar abiertamente la decisión provincial, que algunos lugareños ven como una forma de la gobernadora Alicia Kirchner de controlar al intendente de El Calafate, Héctor Belloni, también kirchnerista, quién le aportó los votos decisivos en 2015 y 2019, pero de quien recela políticamente.

Para Chacra las Moras, la reducción del flujo turístico y el cambio del predominio del turismo extranjero al nacional significó caída de ingresos, por menor producción y venta gourmet (rúcula, microgreens, flores comestibles, dulces, frutas finas, etc) y porque para la venta local “no pudimos aumentar lo que los proveedores nos pedían: un aceite de oliva de primera prensada en frío, orgánico, hoy nos cuesta más caro de lo que lo vendíamos, no se podía pasarlo al precio. Tuvimos que achicar el margen que hoy es un 30% menor que el año pasado, ya que los sueldos sí se actualizaron por ley”, explicó Pablo Morresi, que apuesta a la producción hidropónica, que ya introdujo tanto en Las Moras como en el Centro Educativo el Joven Labrador, donde es docente hace 3 años y para el que recuperó su invernadero, en el que tiene 800 plantas hidropónicas, un sistema más eficiente de uso del agua que, además, es más amigable en la cosecha, al evitar tener que trabajar encorvado.

Producción hidropónica dirigida por Morresi en Centro Educativo Joven Labrador, donde Morresi es docente y recuperó un invernadero
Producción hidropónica dirigida por Morresi en Centro Educativo Joven Labrador, donde Morresi es docente y recuperó un invernadero

Mientras la temporada se cierra, Souto, el secretario de Turismo, intenta avizorar el futuro. Hacia abril/mayo, dijo, se sabrá qué porcentaje de la población adulta estará vacunada, luego habrá que ver cómo transcurre el turismo en el verano europeo y aún más importante será saber cuánto de la oferta local queda en pie. Dependerá mucho, dice, del gobierno nacional y de programas como el Repro y el ATP, para sostener sectores clave. “Sería una picardía no ayudar”, dijo el funcionario a Infobae.

En Las Moras, en tanto, Pablo Morresi, sopesa decisiones biológicas en medio de la incertidumbre. Lo seguro, dice es que “dentro de un mes se termina lo fresco, que es lo que más atrae a la gente, y tenemos que vender todo lo que es producto envasado”, para lo cual contrató a una persona para trabajar más intensamente el delivery. En pocas semanas habrá que decidir la siembra. Si dar más lugar, por ejemplo, a la rúcula o la acelga.

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