La actividad transita por un sendero de rebote parcial tanto en la faz productiva, como comercial y de otros servicios, tras la depresión que provocó la crisis sanitaria en 2020, y según el diagnóstico del equipo económico, se trata de un fenómeno generalizado que se va afirmando mes a mes.
Sin embargo, ese escenario parece no corresponderse con la preocupación del Gobierno por forzar la recuperación del consumo y de la mejora del salario real del conjunto de la economía a través de la agudización y fiscalización de los precios de las empresas, mientras aumenta el impuesto sobre las transferencia de los combustibles e impulsa cambios impositivos, en el que aspira una mejora del ingreso disponible de muy pocos sectores de la población, y perjuicio a la rentabilidad neta del sector privado, incluyendo a las pyme.
En la última reunión de Gabinete Económico fuentes de Economía destacaron que la directora general de la AFIP, Mercedes Marcó del Pont dijo: “Desde que comenzó nuestra gestión nos propusimos desandar la reforma tributaria del Gobierno anterior que desfinanció al Estado sin ningún efecto virtuoso sobre la economía productiva. Los proyectos impulsados desde el Poder Ejecutivo y el oficialismo en el Congreso se proponen restablecer la progresividad del sistema tributario, aliviar la carga de los pequeños contribuyentes y mejorar los ingresos de las y los trabajadores”.
Y agregó: “La modificación del Impuesto a las Ganancias de Sociedades profundiza la progresividad del tributo y saldar una deuda histórica con las pyme. Entre 1998 y 2017 todas las empresas, sin importar su tamaño o rentabilidad, pagaban una alícuota plana del 35%. Por primera vez se van a tener en cuenta estas variables. Con el proyecto que hemos enviado al Congreso el 75% de las empresas del país pagarán una alícuota efectiva más baja que la vigente el año pasado, las principales beneficiarias son las pyme”, agregó. Junto con la modificación del Impuesto a las Ganancias Sociedades, el Congreso tiene bajo análisis otros dos proyectos: el incremento en el mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias para los trabajadores y trabajadoras; y el puente para aliviar la carga en la transición del monotributo al régimen general. La característica compartida por los proyectos es la progresividad”.
Frente a ese escenario Infobae entrevistó a un experto en impuestos y administración tributaria, ex director de ARBA y del Grupo Financiero del Banco Provincia, y actual consultor de empresas y asesor en temas financieros como es Santiago Montoya, y destacó: “Es inaudito que $2,6 millones de ganancia anual defina una empresa grande en Argentina. Eso significa por ejemplo tomando por caso, comercios de barrio que abren de lunes a sábado, alrededor de $8.500 por día, en blanco por supuesto. Imagínese una panadería, si solo vende entre 120 y 200 kilos de pan por día (tipo francés, tipo de mesa), y lo típico medialunas, lácteos, sandwiches, esa panadería, seguro, ya está largamente, si no evade, en la zona de beneficios planteada, ya es una gran empresa para este nuevo régimen y la golpea la alícuota marginal máxima de 35%. ¿podemos analizar mucho?”.
Y resaltó: “Necesitamos cobrar correctamente los tributos que se definan como pilares fundamentales del sistema. Por ejemplo, recaudar alrededor de 7 puntos del PBI de IVA con una alícuota general del 21%, es un mal punto de partida, deben ser 12-13 puntos, y reabsorber Ingresos Brutos y otros yuyos molestos. En Ganancias, estamos perdidos hace mucho, queremos ser más zurdos que Marx, con un sentimentalismo extraordinariamente barato” de gravar más a las empresas y menos a las personas humanas, con un punto de partida extremadamente bajo.
“En Ganancias, estamos perdidos hace mucho, queremos ser más zurdos que Marx, con un sentimentalismo extraordinariamente barato”
- La Argentina mantiene altos índices de informalidad, estimado en un rango del 35% en el caso del empleo y más de 40% en el resto de los factores de producción, y pareciera que cada gobierno intenta atenuar sus efectos sobre las finanzas públicas proponiendo cambios en el Impuesto a las Ganancias de las empresas y de los trabajadores ¿Cree que ese es el camino y la función de la política impositiva?
- Bueno Daniel, usted tiró toda la vaca a la parrilla de entrada. Quisiera ordenar esto un poco empezando por señalar el desmadre total de las finanzas públicas en el país, tanto de lado tributario como del gasto. La transformación pendiente en este campo es monumental. Ahora bien, puntualmente, en nuestro Impuesto a las Ganancias, es verdad que venimos dando volantazos extremos; por ser directo tiene un condimento político extra. Por eso, no creo que tenga sentido ir a lo técnico pasando por alto lo que siempre está por encima de cualquier política pública: “la política”.
La reforma de Mauricio Macri se basó en desplazar la carga tributaria de este impuesto desde empresas hacia personas humanas. En Noruega, un modelo de sociedad con el más bajo coeficiente de Gini del mundo, o sea mayor igualdad social, la reforma que impulso ese gobierno en 2016 mediante un White Paper elevado al Parlamento, consistió en un desplazamiento de la carga fiscal del impuesto de sociedades que bajó del 27 al 20% con un escalón en 22%, el impuesto sobre el ahorro y el impuesto sobre el trabajo, hacia los impuestos sobre el consumo y la propiedad, entre otras cosas. Ellos tomaron recomendaciones de OCDE “para el desarrollo de un sistema fiscal más eficiente, que potencie el crecimiento”. Pero claro, en Noruega, así como en otros casos de rebajas tributarias como la de Donald Trump y antes Ronald Reagan, el resto de las políticas ayudaban a hacer crecer a la economía, no la trababan.
¿Y qué paso en Argentina con la reforma de Macri? Mas allá de la timidez y la ultra gradualidad, había aspectos interesantes, por ejemplo, limitar impuestos y tasas subnacionales tan dañinos sobre las cadenas de valor orientadas a la exportación, pero, lamentablemente, como dice el Mensaje del proyecto elevado por el Ejecutivo ahora al Congreso, aquello no dio los resultados deseados en términos de inversiones, crecimiento, empleo. Esto es verdad; ¿cómo crecer, con una tasa de interés que estaba en el podio de las más altas del planeta? ¿Para qué lo hicieron, sin acompañar la reforma tributaria de transformaciones determinantes, que debieron estar presentes en un enfoque integral de políticas orientadas a estabilidad, crecimiento y desarrollo, definiendo un sendero? Se sabe que medidas tributarias no alcanzan por sí solas para que se generen masivamente inversiones y empleos. En estas condiciones, la recaudación resignada termina en pocos bolsillos, y no regresa vía mayor actividad económica sostenida. Esto pasó.
Pero ahora tampoco hay tal integralidad de políticas efectivas, coordinadas y orientadas a estabilidad, crecimiento y desarrollo. Llámelas como quiera, tenemos proscrita la palabra “plan”. En este aspecto, reina el “la vamos llevando”, y seguimos desde 2015 de gradualismo en gradualismo sin saber claramente para ir adónde. Y encima, con los malos antecedentes de las políticas graduales en Argentina.
Lo que más se escucha en el mundo privado es que el proceso virtuoso de invertir para producir, ganar dinero, y reinvertir esa ganancia para crecer y tomar más empleos, en general, está inactivo. Con muy pocas excepciones. Lo tributario es un problema tremendo, vemos que la carga efectiva sobre las actividades formales en la Argentina se ubica en alrededor del 50%, ya que el promedio del orden de 33% obviamente no pesa sobre lo informal, que está en los niveles que usted señaló. Imagínese que semejante situación no la puede enfrentar solo con otro parche más en Ganancias. Entonces pienso que el propósito real de esta reforma no es lo que usted pregunta, “atenuar los efectos de la informalidad”, lo que sería sustancial y determinante como objetivo de políticas, ni nada parecido.
Yo pienso algo más elemental, que acá se aplica el refrán “el que se quemó con leche ve una vaca y llora”. En la elección 2013, la nominalidad de la economía provocó mucho malestar en sectores trabajadores que se vieron golpeados por Ganancias, al no replantearse los mínimos no imponibles, la estructura de alícuotas y las deducciones especiales. Esto luego fue apuntado como un elemento explicativo de aquella derrota electoral. Hoy, con aquel antecedente que aún provoca pesadillas, veo que el móvil excluyente del actual volantazo es evitar que la nominalidad de la economía arrase a sectores trabajadores, con impacto electoral. Lo que intenta el Gobierno con esta reforma es, ni más, ni menos, no perder la elección de este año, no por este motivo por lo menos. Muchos desdramatizarán el volantazo, preguntándose por qué el gobierno anterior podía hacerlo, pese a que, como he explicado, estaba condenado a rendir poco, y ahora no se puede hacer lo mismo, para el otro lado.
“El proceso virtuoso de invertir para producir, ganar dinero, y reinvertir esa ganancia para crecer y tomar más empleos, en general, está inactivo. Con muy pocas excepciones”
- Ante un panorama tan lleno de complejidades políticas, y antes de ir a algunos aspectos específicos de la reforma actual, ¿Cuál puede ser el futuro de este impuesto?
- El impuesto a la renta o a los ingresos, llamado a las Ganancias en la Argentina, es un pilar básico de cualquier sistema tributario en todo el mundo, y el principal a la hora de aportar progresividad. Tiene que existir, pero necesita una profunda transformación, insisto, de la misma manera que todo el esquema de finanzas públicas federal. Siempre digo al que me quiera escuchar: si queremos empezar a ordenar la maraña federal en materia tributaria, necesitamos primero que todo, cobrar correctamente los tributos que se definan como pilares fundamentales del sistema. Hoy, por ejemplo, recaudar alrededor de 7 puntos de PBI con un IVA de alícuota general 21%, es un mal punto de partida. Deben ser 12-13 puntos porcentuales del PBI, y reabsorber Ingresos Brutos y unos cuantos “yuyos molestos”. Aplicar correctamente los tributos apuntando a un benchmarking exigente, por ahí debemos empezar.
En Ganancias, estamos muy perdidos hace mucho. Mantener fijos los parámetros del actual impuesto en una economía con alta inflación, nos genera problemas recurrentemente, y las respuestas son diversas cada vez. Echemos algo de luz sobre el tema. Es un impuesto a la renta o los ingresos, insisto. Por empezar, ya van varias veces que candidatos proponen eliminar el gravamen porque, por ejemplo, dicen que los trabajadores “no ganan”. Es un error gigantesco, inducido posiblemente por el pésimo nombre “Ganancias”. Pero el tema es que en esto queremos ser más zurdos que el mismísimo Karl Marx. En este campo es revelador leer El Capital, aunque pensemos diferente. Los conceptos de plusvalía y los tipos de Renta, incluida la renta del trabajo.
Marx dice que el valor de la fuerza de trabajo se determina como el de cualquier otra mercancía, detalla los medios de subsistencia que son el costo para obtener dicha renta, incluida la crianza de los hijos de los trabajadores, dejando definido el cálculo sobre el que se aplicaría un capítulo de un impuesto a la renta. De la obra surgen claros lineamientos incluso de liquidación del impuesto, y llega al extremo de calificar como “sentimentalismo extraordinariamente barato” cuestionar esta manera de definir la renta del trabajo. Pues en Argentina, esto ocurre, incluso Mauricio Macri en 2015 planteó que Ganancias sobre el trabajo no correspondía y prometió eliminarlo. ¿Cómo no vamos a ir de un lado a otro en el impuesto, desde eliminarlo a cobrarlo en la frontera de la pobreza, si no tenemos claro por qué y para qué existe, y el espectro político argentino es capaz de proponer cosas que al mismo Karl Marx lo incomodarían por izquierdosas?
Es inimaginable un país moderno sin un impuesto a la renta bien diseñado y mejor aplicado, que le dé progresividad real al sistema. El absurdo de ser más de izquierda que Marx nos debe llamar la atención, así como las referencias, como dice el Proyecto, a cómo se cobra este impuesto en la región. Es una comparación que hay que hacer para saber dónde estamos parados, pero es tóxica para que entendamos adonde deberíamos ir. En la región son subdesarrollados como Argentina, lo que explica en parte el rendimiento del tributo, pero también tienen el problema de grupos de poder o inmadureces políticas que los llevan a resultados pobres que no debemos aceptar para compararnos. Por ejemplo, recaudan más de sus trabajadores que de sus ricos. ¿Qué subdesarrollo explica esto?
Comparemos Argentina con Alemania, si quiere. Puede elegir otro. En el país de Ángela Merkel, un 84% de la recaudación del impuesto a los ingresos/renta, proviene de las personas humanas, los de mayor capacidad contributiva obviamente. Solo un 16%, proviene de empresas. Lo que en Alemania es 84%, en Argentina es poco más de un tercio de la recaudación del impuesto, solo 37% proviene de personas humanas. Pero a su vez, en su gran mayoría son “rentas de IV categoría”. Trabajadores. Casi simbólico lo de los “ricos” argentinos, aunque al que paga le duela. OECD online lo pone claro: este impuesto en Alemania (2018) recaudó 12,5% del PBI y Argentina 5,1 por ciento.
Las empresas alemanas solo aportaron un sexto de eso (1,8% de su PBI), mientras ricos y trabajadores, humanos alemanes, pagaron 10,7% de ese PBI. En Argentina personas humanas rinde apenas 2% del PBI, explicado casi totalmente por “no ricos”, es decir trabajadores, mientras las empresas argentinas pagaron un 3% del PBI. Sí, empresas argentinas pagaron 67% más, en términos relativos, que sus pares de Alemania. ¿Quiénes están equivocados, los alemanes, o nosotros? ¿Deben pagar principalmente los empresarios, o las empresas? Los resultados gritan: hay que cobrarles más a los empresarios y a los contribuyentes de mayor capacidad contributiva, a los humanos, también a los trabajadores por encima de determinados niveles de ingreso lejos de la pobreza. Pero cuidado, dejando espacio para que las empresas reinviertan, crezcan, generen empleos. Hoy es factible monitorear que esto ocurra, sino cobrarles.
¿Se da cuenta porque le digo que Ganancias debe existir, pero requiere una transformación muy grande para convertirlo en algo lógico? Si los trabajadores argentinos van a terminar pagando más que los ricos argentinos, y si las empresas, que pueden trasladar el costo a los precios de los bienes que comercializan, explican la mayor parte de la recaudación, esto está patas arriba y hasta se entiende querer eliminarlo. Pero no debería ser así. El impuesto a los ricos disfrazado de aporte recaudaría alrededor de 0,6% del PBI, muy bajo a la luz de estos números, demostrando que no necesitamos parches, necesitamos un impuesto bien diseñado y que se cobre como corresponde.
“No necesitamos parches, necesitamos un impuesto bien diseñado y que se cobre como corresponde”
- ¿El nuevo cambio propuesto en el Impuesto a las Ganancias, con alícuotas más bajas para los beneficios menores a $2,6 millones imponibles, de modo de favorecer a las pyme, le parece que responde a criterios de equidad tributaria?
- Me extendí demasiado para tratar de mostrar que venimos perdidos en este impuesto y no debemos esperar por lo tanto demasiada consistencia en el diseño técnico. ¿Me pregunta si responde a criterios de equidad tributaria? No lo veo. Primero, es inaudito que $2,6 millones de ganancia anual definan una empresa grande en la Argentina. Eso significa, por ejemplo, tomando por caso, comercios de barrio que abren de lunes a sábado, alrededor de $8.500 de ganancia diaria…en blanco por supuesto, para llegar a $2.600.001 anuales. Imagínese una panadería, si solo vende entre 120 y 200 kilos de pan por día (tipo francés, tipo de mesa), y lo típico medialunas, lácteos sandwiches, seguro, ya está largamente, si no evade, en la zona de beneficios planteada, ya es una gran empresa para este nuevo régimen y la golpea la alícuota marginal máxima de 35%. ¿Podemos analizar mucho?
Ahora veamos. Esa panadería por ejemplo tiene dos socios. Y a su vez un maestro panadero, uno bueno con experiencia y antigüedad puede tener un sueldo bruto de $135.000 mensuales, 13 sueldos año hacen $1.755.000. Exento. Los dueños, se repartirían la mitad de los $2.600.001 cada uno, pero los impacta un 27,5% de alícuota efectiva, más un 7% por distribuirse utilidades, 34,5% total. Deducido eso, cada dueño de ese negocio podría repartirse unos $71 mil por mes, sin aguinaldo por supuesto. Estos empresarios se llevarían al bolsillo la mitad que su empleado, como compensación a correr con los riesgos de cualquier actividad y los costos de la inversión para establecer el negocio. Claramente, el límite es ultra bajo y en muchas actividades no hará volumen para ordenar mejor estos números. Mejor, no sigamos desmenuzando su pregunta, además ya queda respondida, ¿no le parece?
- ¿Hace a la seguridad jurídica recurrentes cambios en el Impuesto a las Ganancias? - Mire, esto lo respondemos fácil si miramos los volantazos que dan en Estados Unidos en materia tributaria. Es típico que los Republicanos alivian la presión impositiva, y los Demócratas la aumentan. Ronald Reagan aplicó una importante rebaja, controvertida aún hoy, a la que se le atribuyó ser pieza clave en el impulso económico americano que terminó de sepultar a la Unión Soviética. En cuanto a Donald Trump, un paper de Joseph Stiglitz publicado en el sitio Foreign Affairs en febrero 2020, estima en alrededor de 3 puntos del PBI americano, la rebaja de presión impositiva dispuesta por el último gobierno Republicano, que hasta la pandemia había tenido una respuesta muy importante desde la actividad económica. Esa magnitud, 3 puntos del PBI, es sustancial, pero en lo estructural el sistema no sufrió prácticamente nunca cambios relevantes. Los pilares básicos siguen siendo los mismos.
Entiendo que los impuestos deben evolucionar en su naturaleza y la forma de cobrarlos, junto con la evolución de la sociedad, de la economía y principalmente la tecnología, pero salvo lo ambiental que es una gran asignatura pendiente en el país, no verá ningún país que abandone los pilares básicos del sistema tributario, o los descuide. Estabilizar la arquitectura tributaria esencial me parece importante, aunque más importante es estabilizar la economía, como vengo diciendo hace años, más de 5% de inflación anual es tóxico también para los impuestos, porque complica la gestión de tributos en todos los niveles, no debemos resignarnos a eso.
“Más de 5% de inflación anual es tóxico también para los impuestos, porque complica la gestión de tributos en todos los niveles”
- ¿El Régimen de Impuesto a las Ganancias necesita un cambio de fondo?
- Daniel, la Argentina necesita una transformación profundísima, institucional y política, la fiscalidad, es decir, el gasto público y los impuestos necesitan una profunda transformación, y bueno llegamos al Impuesto a las Ganancias, por supuesto también. Pero teniendo presente que como impuesto directo que debe apuntar siempre primordialmente a las personas humanas que tienen capacidad contributiva para pagar, hay que ir con cuidado porque está en la esencia del contrato Estado-ciudadano.
En este sentido, además de lo que dije antes, que es difícil diseñar impuestos queriendo ser más zurdos que Karl Marx, tenemos otro flagelo. Lo que yo le llamo el fetiche de la plata guardada. No solo gobiernos sino hasta organismos internacionales han perdido la perspectiva. El gobierno anterior mantuvo tasas de interés astronómicas, incompatibles con la actividad económica, y hasta en el memorándum del FMI terminó incluido un párrafo que apelaba a la “plata guardada” de los argentinos, en un claro mensaje que, si había urgencias, fueran a buscar y poner “la suya”. Ahora, otra vez lo mismo. Todos andan calculando cuántos dólares hay guardados, incluso fantaseando como si en algún punto fuera posible contar con esos recursos. En mi opinión, mientras mayor nivel de represión o coerción en esto, más se ocultarán esos fondos, algo asimilable a la campaña bélica de Estados Unidos contra el Vietcong. Se escondieron túneles bajo tierra y barro, y los americanos con todo su poder y sus satélites, no lograron sus objetivos.
Solo con políticas que consigan que sea negocio hacer negocios lícitos en Argentina, pudiendo desarrollarlos sin asfixia estatal, ser rentables, lograr ganancias y poder disponerlas, estos fondos surgirán para apalancar una espectacular recuperación económica, algo que las teorías del crecimiento le reservan a nuestro país si se alinean algunos elementos fundamentales, el sistema tributario uno de ellos por supuesto, y ahuyentamos fantasmas. De otra forma, hay que empezar a diseñar políticas olvidándose que existen esas reservas; están ocultas y así seguirán se diga lo que se diga.
“Solo con políticas que consigan que sea negocio hacer negocios lícitos en Argentina, pudiendo desarrollarlos sin asfixia estatal, ser rentables, lograr ganancias y poder disponerlas, estos fondos (fuera del sistema) surgirán para apalancar una espectacular recuperación económica”
- ¿Es razonable modificar periódicamente la base no imponible y no establecer criterios de ajustes mensuales por inflación, dada las características de la economía nacional, como no cambiar las escalas por rango de beneficios, y mantenerlos con mínimas diferencias entre el punto mínimo y el máximo?
- Lastimosamente tenemos una economía con una inflación insoportable y ya estructural, mientras toda la estructura de contratos y tributos sigue preparada para una economía sin inflación. ¿Hay que indexar todo, o desinflacionar? Para mi, desinflacionar.
- ¿La Argentina necesita una Reforma Tributaria integral?
- Absolutamente sí. Necesitamos impuestos más baratos, pero cobrados universalmente, con niveles de informalidad a mitad de camino entre el país más avanzado de la región en esa materia, y algunos desarrollados que se tomen como referencia. Impuestos más baratos, pagados por todos, repetirlo una y muchas veces hasta entenderlo posible, porque lo es. Por supuesto se define un régimen de transición fiscal para garantizar la cobertura presupuestaria. Lástima que no lo hizo el gobierno anterior, así si se hubiese justificado el uso de endeudamiento, para financiar esa transición fiscal hacia una transformación tributaria y del sector público de gran alcance.
Se debería apuntar a ordenar todo alrededor de 3 o 4 pilares tributarios básicos, repito, bien diseñados y mejor cobrados, IVA y Renta/Ganancias son dos de ellos, con otros pocos para Provincias y municipios, luego de darle una vuelta al tema de responsabilidades de gastos y atribuciones de ingresos con estados subnacionales, con mecanismos de coordinación y compensación para proteger cadenas de valor orientadas a la exportación.
- ¿Se puede administrar eficientemente más de 170 impuestos, entre nacionales, provinciales y municipales, y cumplir con probados criterios internacionales de equidad tributaria?
- Esto es solo un síntoma del desmadre argentino en la materia, como mencionaba antes.
- El Gobierno dejó sin efecto el último Pacto Fiscal que estaba orientado a reducir y homogeneizar la tasa de Ingresos Brutos en las provincias, así como limitar el aumento del gasto público y del empleo en la administración pública ¿Qué opina?
- No estuve de acuerdo en eso y estoy seguro fue un error serio del cual se van a arrepentir. Mire, en una provincia de las más importantes al abrirse esta tranquera le sacudieron con un total de 14,6% de Ingresos Brutos a las operaciones financieras activas, es decir préstamos de los bancos a quien sea. O sea, no sobre la diferencia entre el costo del fondeo y lo que le cobran al que toma el préstamo, sino sobre la operación activa llena. Imagínese en el país más escuálido donde los préstamos al sector privado rondan un 8% del PBI, entre la décima y quinceava parte de otros en la región y no miremos más allá, esto significa un castigo despiadado a las necesidades financieras de quien sea. Y no es el único caso, esto es un desmadre como vengo diciendo. Habrá sido político, pero verán que fue un desacierto.
- Dadas las características de la economía nacional ¿Cuál sería, dentro de lo posible y consensuarlo, el mejor sistema impositivo?
- Como le decía antes, creo que algo es sustancial: pocos impuestos, con alícuotas razonables, inteligentemente diseñados y muy pero muy bien cobrados, apuntando a erradicar la informalidad. Me refiero a una base ensanchada hasta 85% a 90% del total. Otra forma de decir lo mismo: basta de cobrar mal los impuestos fundamentales de cualquier sistema tributario, dejando huecos de recaudación donde crecen rápido infinidad de yuyos nocivos que hoy llegan a casi 180 en cantidad. No sirve cobrar mal el IVA o Ganancias, y después legislar marañas de parches para tapar los agujeros.
“Basta de cobrar mal los impuestos fundamentales de cualquier sistema tributario, dejando huecos de recaudación donde crecen rápido infinidad de yuyos nocivos”
- ¿Un mensaje final?
- Antes de mi comentario final, me gustaría destacar: el tamaño del sector público debe ser financiable con impuestos para un país como el nuestro, impuestos legislados, sin impuesto inflacionario ni otras triquiñuelas que tarde o temprano terminan en el índice inflacionario y/o crisis de deuda. Repito: impuestos más baratos, pagados por todos. Es la idea fundamental. Y me interesa agregar que es imposible llevar adelante una transformación tan profunda como la que hablamos, sin una importante cuota de audacia. Audacia no es temeridad, son riesgos calculados, pero vocación de producir los cambios necesarios, enfrentando y superando los obstáculos que sin duda aparecerán y algunos serán complejos y desafiantes. Ni mi amigo Donato De Santis es capaz de hacer un omelette sin romper los huevos necesarios. Y cocina como los dioses, se lo aseguro. Esto es factible, y lo es en Argentina.
José Manuel De La Sota derrotó a Ramón Mestre y ganó su primera gobernación de la Provincia de Córdoba, prometiendo a los cordobeses, entonces agobiados por los impuestos más caros del país, una inmediata rebaja impositiva de 30%. Dijeron que era imposible porque justamente Córdoba venía de una gravísima crisis fiscal que precipitó la renuncia anticipada de Eduardo Angeloz. Pero De La Sota ganó, aplicó de inmediato la rebaja junto a un recorte de gasto político, mejoró la actividad y la historia posterior es conocida. El delasotismo aún gobierna la Provincia hoy, a través de su entonces compañero de fórmula en aquella elección. Hay que tomar el toro por las astas, calcular bien, y hacerlo.
Fotos: Guillermo Llamos
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