“Este es el capítulo más difícil de escribir para mí, porque los resultados finales que les pude ofrecer a los argentinos en los económico no fueron los que había imaginado y prometido”. Así comienza “Economía, ascenso y caída”, el capítulo de “Primer tiempo”, el libro del ex presidente Mauricio Macri que salió hoy a la venta.
Allí reconoce errores importantes y habla de medidas que tomaría, a la distancia, de otra manera. Describe que no se tendría que haber salido tan rápido del cepo cambiario que dejó el kirchnerismo y menciona en detalle a las metas de inflación incumplidas, el fallido mensaje de anuncio de negociaciones con el FMI, la inflación y otros momentos económicos de su gobierno. “Creo que no debo ser tan severo conmigo mismo y con mi equipo de gobierno, y debo recordar que el desafío que teníamos era mayúsculo y no estuvimos lejos de cruzar el río”, concluye, sin embargo, a un año de haber dejado el mandato al comienzo del capítulo.
Sobre la decisión de acudir al Fondo Monetario, dejó una frase contundente, que el mismo grabó como nota de voz y se reproduce tal cual en el texto: “Un día tremendo -grabé esa noche- Tomé la decisión de llamar al Fondo y viaja esta noche Nico para llegar a un acuerdo lo antes posible, porque se nos cortó el crédito. Se rompió el hilo de la confianza, del que me pasé dos años hablando al pedo, porque nadie escucha”.
Otras frases económicas destacadas
- Dos cosas que revisaría si pudiera volver atrás son, al principio, no haber tenido consistencia entre la política monetaria y la política fiscal, y, después de mediados de 2018, no haber encontrado la manera de convencer al FMI de que nos permitiera intervenir en el mercado de cambios para controlar al dólar.
- Un problema importante que teníamos era que ni la sociedad ni una parte significativa del círculo rojo tenían clara la urgencia de la situación (...). ¿Cómo se le comunica a una sociedad y al mundo político que nos estábamos acercando a una crisis invisible pero destructiva si no torcíamos el rumbo inmediatamente. No era fácil, y respeto las críticas de quienes creen que debí haberlo marcado con más énfasis.
- Para bajar la inflación, nos pusimos el objetivo de reducirla a un dígito en cuatro años. En su momento, a nadie le pareció que fuera un objetivo demasiado exigente, pero ahora me queda claro que esta diferencia de velocidades (despacio para el déficit, rápido para la inflación) contribuyó a generar desequilibrios que nos dejaron una posición frágil cuándo se nos dio vuelta la suerte dos años y medio más tarde.
- Cuatro años después, creo que la liberación del cepo fue demasiado repentina. Tiendo a pensar que la Argentina, que llevaba décadas sin tener una moneda, no estaba lista para flota. (...) Quizás deberíamos haber liberado el cepo gradualmente. (...) Era tan grande el deseo de dejar atrás la anormalidad kirchnerista, el nuestro y el de buena parte de la sociedad, que el cepo se convirtió en un símbolo de la nueva época.
- El arreglo con los holdouts es otro gran éxito de nuestros primeros meses de gestión, atribuible en buena parte a Alfonso Prat-Gay y a Toto Caputo.
- Sobre la cuestión de si el 28-D (conferencia de prensa del 28 de diciembre de 2017 en la que se cambiaron las metas de inflación) fue un golpe de gracia a la credibilidad de nuestra política monetaria, como han dicho algunos, también creo que no es así. El mejor ejemplo de esto es que, apenas una semana después de las conferencia, Toto Caputo fue a EEUU a pedir prestados 9.000 millones dólares y los fondos le ofrecieron más de 30.000 millones de dólares.
- Si pudiera volver atrás, grabaría ese mensaje otra vez, tratando de explicarles a los argentinos las razones de por qué lo hacíamos y de calmar las ansiedades lógicas que genera en nuestro país un acuerdo con el Fondo (sobre el mensaje “seco e informativo” con el que anunció que su gobierno acudía al FMI).
- Le pedí a Caputo que asumiera en el Banco Central, porque sentía que era el momento, no de un experto en el funcionamiento de los bancos centrales, sino de alguien que hablara el mismo idioma del mercado y pudiera pelearle en su misma cancha.
- Un día a fines de abril o principios de mayo me llamó Toto y me dijo: “Se está complicando” (...). Lo llamé entonces a Nicolás Dujovne, que ya había tanteado al FMI en caso de que las cosas se complicaran y le pregunté si creía que debíamos llamarlos para buscar apoyo. Me dijo que sí. ¿Cuándo?, le pregunté. Cuando vos digas, me contestó. Ya -le dije-. Para qué esperar, si esto no va a cambiar”.
- Estas revelaciones generaron festejos políticos en muchos de nuestros votantes, pero nos volvieron a meter en un huracán financiero, porque los inversores temieron que el escándalo fuera una especie de Lava Jato argentino” (sobre la investigación de los cuadernos).
- Si pensaba que había pasado lo peor, me equivoqué. Nos comimos 20% y llegamos a estar con un 30% de devaluación en un día. Tanto que el Fondo se asustó y pidió que interviniésemos para parar la devaluación (...). Los días siguientes fueron peores, quizás los peores de todo mi mandato. No tanto por los sacudones financieros sino por los sacudones políticos.
- Sobre Melconian como reemplazo de Dujovne: El nombre de consenso entre los críticos era Carlos Melconian, a quien conozco desde hace muchos años y siempre valoré sus conocimientos y su estilo. Si no había sido ministro antes era porque, en su momento, en la Fundación Pensar había sido anárquico y poco orgánico, coherente con su personalidad (...). Acepté recibirlo y tuvimos una larga charla la mañana de aquel sábado. Le ofrecí el ministerio y me contestó que necesita un mes para armar un plan y un equipo (...). “Carlos, tu respuesta me parece muy respetable y muy seria. Pero no se adapta a las urgencias que estamos viviendo’, le contesté. Decidí continuar con Nico Dujovne, que sabía qué había que hacer y tenía el respeto del FMI” (...). Nico se enteró de estas negociaciones y al sentirse manoseado, quiso renunciar. Tuve que hacer un gran esfuerzo para convencerlo de que siguiera.
- Hubo momentos en los que parecía que íbamos a cambiar a medio gabinete y momentos en los que parecía que no íbamos a cambiar nada. Finalmente accedí a dos pedidos históricos de nuestros aliados y del círculo rojo: las salidas de Mario Quintana y Gustavo Lopetegui y la reducción a menos de la mitad en la cantidad de ministerios, una decisión que también dejó heridos.
- Hoy siento que ese fin de semana sirvió, a pesar de todo, para blindar la unidad de la única fuerza alternativa al populismo que supimos construir. Ni antes ni ahora seré yo quien la debilite (...) De a poco se estabilizaron los mercados, se ordenó la política y atravesamos razonablemente en paz los meses de inflación más alta. Se fue Toto Caputo del Banco Central, agotado después de años muy intensos y una relación completamente rota con David Lipton, el número dos del FMI.
- Se generó la falsa sensación de que en 2015 el Estado Argentino no tenía deudas. Eso no era cierto. En diciembre de 2015 el Estado nacional debía 240.000 millones de dólares y la deuda venía creciendo hacía muchos años.
- Aunque no pude ofrecer los resultados a tiempo, dejé una economía lista para crecer y con bases más sólidas de las que tenía en 2015. Algunas de esas bases, por decisiones del gobierno siguiente y también, por los efectos de la pandemia, lamentablemente están siendo erosionadas (...) Dejamos un dólar a un precio razonable, el Gobierno actual no estuvo obligado a sincerar un dólar ficticio, como sí tuvimos que hacer nosotros y otros gobiernos en el pasado.
- Coincido en que estos cimientos eran difíciles de ver para los argentinos y que muchos podrían preguntarse qué importaba todo eso si los salarios no mejoraban. Es cierto, y fue una gran frustración para mí que haya sido así.
SEGUIR LEYENDO: