Luego de varios meses de visión pesimista sobre el futuro de la deuda argentina, uno de los principales bancos de inversión, Morgan Stanley, empezó a mirar a los títulos locales con mejores ojos. Según la entidad, ya hay “algunas razones” para adicionar riesgo argentino en las carteras. Este viraje, más la dura caída que habían sufrido los principales bonos surgidos del canje de deuda, impulsaron un incipiente repunte que empezó el viernes y continuó ayer incluso con algo más de fuerza.
El riesgo país reflejó este cambio de tendencia. Luego de rozar niveles máximos desde la reestructuración de deuda, al llegar a 1.650 puntos, en las últimas jornadas retrocedió y ayer terminó a 1573. Se trata de niveles aún demasiado altos y que muestran un elevadísimo grado de desconfianza de los inversores. Pero al menos se produjo un esperado giro.
El informe de Morgan Stanley señaló que los precios de la deuda argentina reflejan valores de default, que incluso están por debajo del promedio registrado en países emergentes en cesación de pagos. Es decir, aún en caso de una nueva reestructuración, estos valores lucen demasiado bajos. “Nuestro preferido es el bono al 2041”, expresó, basado en la duración y los cupones futuros que paga este título, además de las cláusulas que le dan más protección a los inversores en relación al resto.
En Wall Street aseguran que la caída de los bonos argentinos “se pasó de rosca”, porque cotizan incluso por debajo de los valores que deberían tener en caso de una nueva reestructuración. Morgan Stanley es una de las entidades que salió a recomendar a sus inversores un aumento del riesgo argentino en las carteras
“En resumen, vemos que todas las malas noticias posibles, incluyendo que no habrá acuerdo con el FMI en lo que resta del año, ya están dentro de los precios. Por lo tanto –agregó Morgan Stanley- la suba potencial supera el peligro de nuevas bajas”.
De hecho, el 2041 fue el bono que tuvo la mejor recuperación en la jornada de ayer. Subió 3% y finalizó a USD 34,83, lo que representa un rendimiento de 15,32% anual en dólares.
Los bonos cortos continúan siendo los más castigados. El AL30, usado por el Gobierno para controlar el precio del “contado con liquidación” cerró con una mejora de 1,7%. Sin embargo, todavía rinde casi 20% anual.
El comportamiento de los títulos argentinos es típico de los escenarios donde prevalece el peligro de una reestructuración de la deuda, incluyendo fuerte quita de capital. Por eso, los bonos más cortos son los más afectados, ya que tendría un mayor impacto un posible escenario de default.
En cambio, hay mayor interés por bonos como el 2038 o el 2041, que pagan cupones más altos y permiten un recupero más rápido de la inversión.
La deuda argentina no presenta peligros importantes de incumplimiento en el corto plazo. En lo que resta del mandato de Alberto Fernández, o sea hasta fin de 2023, vencen apenas USD 3.000 millones en concepto de intereses y no hay pagos de capital, debido al período de gracia negociado con los acreedores.
Guzmán también se preocupó en las últimas semanas de llevar mensajes de mayor racionalidad a los mercados. No sólo explicó que el déficit fiscal financiado con emisión es nocivo, sino que además un exceso de expansión monetaria provoca más inflación. Se trata de dos definiciones obvias para los inversores, pero al mismo tiempo conceptos que aún se encuentran en discusión en la intimidad del kirchnerismo.
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