En los últimos diez años, sólo 5 provincias no perdieron empleo privado (Neuquén, Chaco, Corrientes, Tucumán y Santiago del Estero) y en 3 el nivel de empleo privado se estancó (Río Negro, Jujuy y Misiones). Esto es, en la década de “estanflación” iniciada en 2011 dos de cada tres distritos perdieron empleo privado, dice un estudio sobre la situación del trabajo en las provincias.
El retroceso más agudo se dio en los últimos 3 años, en que se perdieron 446.000 empleos, exactamente la mitad de ellos, 223.000, en 2020. En ese período, el empleo privado formal disminuyó 7,6% en todo el país, pero hubo provincias que duplicaron la caída (Gráfico).
Tanto si se toma el período 2017-2020 como si se considera solo el último año, en todas las regiones del país el empleo privado formal retrocedió, y no poco: desde 4,6% en la región de Cuyo hasta 2,1 en el Noreste del país.
El trabajo, de los economistas Marcelo Capello y Azul Chiancarini precisa que desde la irrupción de la pandemia, y hasta diciembre pasado, sólo dos provincias lograron evitar la caída del empleo privado formal: Tierra del Fuego (aumentó 7,8%) y San Luis (0,7%). En el conjunto, la pérdida fue del 2,2% y las caídas más significativas se dieron en Neuquén (9,1%), Jujuy (6,7 %) y Salta (6,1 %). A su vez, reflejo de cierto furor inicial en Vaca Muerta, si la comparación abarca los últimos 3 años, Neuquén aparece como provincia de menor caída del empleo, junto con Corrientes y Tucumán.
Hijos y entenados
Otro informe, de la consultora Ecolatina, recuerda que en 2020 la actividad cayó 10%, el peor retroceso desde 2002, “lo que impactó en casi todos los frentes de la economía: la demanda, los salarios y el empleo, entre otros, sufrieron la crisis del año pasado”. Pero no todos los sectores sufrieron de la misma manera, dice Ecolatina: los servicios esenciales cayeron menos que los no esenciales y la producción de bienes se redujo menos que la de servicios, una dinámica heterogénea que se reflejó en el mercado de trabajo formal, en el que los empleos de mayor calidad fueron los que más se perdieron (202.000 empleos, una caída de 3,4%), mientras que entre monotributistas y autónomos la pérdida fue de 40.000 puestos. A su vez, entre los sectores productores de bienes, la pérdida de trabajo fue de 1% en la construcción, pero del 5% promedio en el resto de las ramas de actividad.
El único tipo de empleo que escapó de la contracción fue el del sector público, que aumentó su dotación en los tres niveles de gobierno, con 19.000 empleos nuevos en total.
El documento de Capello y Chiancarini incluye un Gráfico que exhibe la pobrísima dinámica del empleo privado formal: en diciembre pasado la cantidad de trabajadores en esa modalidad, la que sostiene el esquema fiscal y previsional de la Argentina (los empleos informales no aportan impuestos directos y el aporte al fisco y a la Anses del empleo público es muy inferior a su nómina salarial) era inferior a la de diciembre de 2015.
La comparación con 2014 arroja un aumento de apenas 153.000 empleos privados formales en 5 años. Y contra 2012, un aumento de solo 778.000 empleos en 8 años. Téngase en cuenta que solo para los 31 más grandes aglomerados urbanos del país, en el segundo trimestre del año pasado el Indec contabilizaba 28,6 millones de personas, de las cuales 11 millones eran “Población Económicamente Activa” (personas que tienen trabajo o lo buscan activamente) y 17,6 millones eran “población inactiva” (gente que no tiene trabajo ni lo busca activamente).
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