El Gobierno aspira, aunque no lo declame, a cerrar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en mayo.
Así lo indicaron a Infobae calificadas fuentes oficiales, que explicaron que la negociación con el organismo se desarrolla en forma normal, más allá de la retórica encendida del presidente Alberto Fernández de la semana pasada ante la Asamblea Legislativa.
En este sentido, el ministro de Economía, Martín Guzmán, realizará un viaje breve a Washington para reunirse con la directora gerente del organismo multilateral, Kristalina Georgieva, y con el staff que conduce la negociación técnica.
El ministro aterrizará en la capital norteamericana cerca del 20 de este mes y permanecerá allí unos días en busca de la foto más importante, una con la nueva secretaria del Tesoro, Janet Yellen, quien seguramente lo podría recibir con un viejo conocido de la Argentina, su asesor de cabecera David Lipton.
En principio, no está previsto que el ministro vuele a Nueva York para ver inversores, ya que debe participar de la cumbre presidencial del Mercosur que se realizará en Buenos Aires el 26 de este mes.
Sin embargo, los contactos con el mundo financiero se mantienen, en un contexto en el que los bonos argentinos se convirtieron en el activo soberano de mayor riesgo en el mundo.
Parte de la tarea de contención estuvo a cargo ayer de un habitual interlocutor de los ejecutivos del sector privado, el presidente de la cámara de Diputados, Sergio Massa, en el encuentro organizado por el Consejo de las Américas.
Ante un importante grupo de inversores del sector financiero y la economía real, Massa recibió muchas preguntas sobre la relación entre la Argentina y el FMI, sobre todo cuando se apagaron las cámaras para los otros 100 invitados y la charla virtual pasó a ser reservada para unos 20 CEOs.
A esta parte estaban invitados por el Citi, Julio Figueroa; por la Corporación América, Eduardo Eurnekian; por Google, Eleonora Rabinovich; el empresario y ex diputado José Luis Manzano; por el JP Morgan, Facundo Gómez Minujin; por Kellogg, Alejandro Ortega; por Microsoft, Fernando López; por Pepsi, Paula Uribe; por AES Corporation, Martin Genesio; y por Uber, Matías Weisz.
Massa no quiso darles demasiadas precisiones para no complicar las negociaciones del equipo económico, pero en su entorno confían en que el acuerdo se podrá hacer en el primer semestre del año, tal como lo tenía planeado Guzmán, para poder postergar los pagos al Club de París de mayo y al Fondo en septiembre y diciembre, por unos 7.000 millones de dólares.
Los inversores le expresaron en ese ámbito sus preocupaciones -tal como había ocurrido minutos atrás, más amablemente, sobre el discurso del presidente y el de la vicepresidente en el alegato del juicio por el dólar futuro- por la “radicalización” del discurso oficial.
También le preguntaron cuándo se relajará el cepo que aplica el Banco Central y la respuesta de Massa fue que esto no ocurrirá antes de que las reservas del organismo que conduce Miguel Pesce no vuelvan a un nivel decoroso para poder enfrentar cualquier embate cambiario.
En Washington no hubo comentarios respecto de los tiempos de la negociación, aunque alguna palabra, no demasiado comprometida, brindará mañana el vocero del organismo, Gerry Rice, en su habitual conferencia de prensa virtual.
De todos modos, los técnicos del organismo creen que falta un importante camino por recorrer para ponerse de acuerdo en la letra de un nuevo programa con la Argentina, a 10 años.
Entre otras cuestiones, el Fondo quiere un compromiso más explícito de reducción del déficit fiscal -algo que Massa también mencionó ayer- y de la emisión monetaria, tal como lo dijo el propio ministro esta semana en público, para poder reducir la inflación que comenzó muy acelerada en 2021.
Para más adelante quedará otro viaje del ministro a Europa y eventualmente a Asia, si así lo exige la negociación con el FMI y con el Club de París. De todos modos, más allá del tono conciliador de Guzmán, los inversores desconfían cada día más del rumbo elegido por el Gobierno. Habrá que ver si en algún momento la estrategia de Guzmán y Massa encuentra su punto de convergencia con el kirchnerismo más duro para plasmarse en un nuevo acuerdo con el Fondo y un mejor humor por parte de los mercados financieros.
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