El comienzo de 2021 trajo consigo la continuidad de la estrategia ortodoxa encarada por el Ministerio de Economía para financiar el cuantioso déficit público, como también se había observado en noviembre y diciembre. La colocación de bonos del Tesoro en pesos por encima de los vencimientos más una mejora apreciable en la recaudación contribuyeron para prescindir de la emisión monetaria del Banco Central.
En marzo, este panorama fiscal mantiene una perspectiva favorable, con importantes ingresos por derechos de exportación -gracias a precios internacionales más altos desde junio de 2014- y el esperado aporte excepcional del Impuesto a la Riqueza, antes de la cosecha gruesa, que en el segundo trimestre impulsan las liquidaciones del agro y un fuerte superávit comercial.
El aumento de la recaudación y la colocación de bonos del Tesoro disminuyen la necesidad de asistencia del BCRA para 2021
En medio de la tensión financiera de octubre pasado, el dólar libre escaló a un máximo histórico de $195 para la venta, que estiró la brecha cambiaria a casi 100 por ciento. Esa luz roja fue advertida por el Gobierno, que había dado una mala señal financiera al ajustar el cepo cambiario tras el acuerdo de reestructuración de deuda con bonistas privados entre agosto y septiembre.
Y la respuesta vino en conjunto por el lado del Ministerio de Economía, que impulsó el financiamiento del déficit a través de la colocación de bonos en pesos, y del Banco Central, que dejó de emitir para financiar ese desequilibrio. Desde el 18 de diciembre que la entidad no gira pesos al Tesoro.
En febrero el Gobierno volvió a obtener financiamiento neto en el mercado de deuda por octavo mes consecutivo. Con tasas en un rango de 38% a 39% anual, el Ministerio de Economía colocó bonos en el mercado doméstico por $221.963 millones, con lo que acumuló un financiamiento neto por $43.250 millones en febrero, y de $76.733 millones en el primer bimestre de 2021. Así, no necesitó de la asistencia del para monetizar el déficit fiscal.
Un fenómeno estacional
Amílcar Collante, economista de CeSur (Centro de Estudios Económicos del Sur) explicó a Infobae: “Hay que tener en cuenta que en los primeros meses del año -salvo 2020- , siempre el Tesoro logra cubrir sus caja con recursos propios y no recurrir a la asistencia del Banco Central. Es un dato bueno, pero es la foto; hay que ver para más adelante. En términos de recaudación, los impuestos que están vinculados a la actividad y consumo -IVA, impuesto al cheque y demás- están debajo de otros impuestos. Claramente hay un aumento importante en derechos de exportaciones, que da respiro con los precios internacionales elevadísimos de las materias primas están generando un ingreso extra para este año”.
El déficit fiscal de 2020 fue de 6,6% del PBI, pero si se sacan los gastos extra por el efecto covid-19, el déficit fue 0,6%. No está tan mal (José Ignacio Bano)
“En la comparativa 2020 con 2021, si se saca el ‘gasto covid-19’ -en un escenario en el que no se tenga que restringir nuevamente la movilidad- y se suma un punto más del Producto Bruto de recaudación, con un crecimiento o rebote de actividad que va a estar entre 5% y 6% -y si la cosecha es buena puede ser más elevado- ahí ya cumplirías con la meta fiscal de 4,5% del PBI que está en el Presupuesto, es facilmente una meta alcanzable”, detalló Collante.
José Ignacio Bano, gerente de Research de InvertirOnline, puntualizó que “a nivel macroeconómico Argentina ha tenido buenas noticias en los últimos meses. En enero hubo superávit fiscal primario -terminó convirtiéndose en déficit financiero de solo $3.000 millones tras el pago de la deuda-, el menor desde 2016”.
El ajuste fiscal viene por el lado de jubilaciones y prestaciones sociales, que crecen por debajo de la inflación y representan más del 60% del gasto
“En 2020, tras la presentación del Presupuesto 2021, se esperaba un déficit fiscal del 8,5% del PBI y terminó en 6,6%, porque en noviembre y diciembre ya hubo bastante ajuste. En enero, en términos interanuales, los ingresos crecieron más que los egresos, algo que hace tiempo no pasaba”, refirió José Ignacio Bano a Infobae.
“De esos 6,6% de déficit, cuatro puntos fueron directamente gastos para combatir el déficit por la pandemia -IFE, ATP, etcétera-, y dos puntos fueron efectos indirectos por la pandemia por la caída de actividad. En realidad si sacás el efecto covid-19, el déficit fue 0,6%, no está tan mal. Este año ya retiraron un montón de ayudas y, por ejemplo, a los precios de las naftas los están dejando ir. Están siendo bastante austeros”, acotó Bano.
Los ingresos de Nación podrían mejorar en 2021 en alrededor de 3 puntos del PBI respecto del año pasado
En este aspecto, un informe de Portfolio Personal Inversiones detectó que en enero se alcanzó el superávit primario, con una “mayor presión tributaria, mejora de la actividad económica, y recaudación extraordinaria de retenciones, que se sumó a una contención de gastos, principalmente los inelásticos o no discrecionales”, básicamente como consecuencia de un aumento de las jubilaciones por debajo de la inflación. “La contención de gastos se manifiesta en la baja real de lo que definimos como inelásticos, y en donde las jubilaciones y los planes sociales crecieron a un 35% interanual –y explican el 62% de las erogaciones primarias-”, indicó.
Aunque los gastos siguieron creciendo por encima de la inflación, sobresale una fuerte desaceleración de las prestaciones sociales (subieron 30,5% interanual en enero). “Esta dinámica responde a que en enero pasado se pagó un bono a jubilados, pero también marca una tendencia dentro del gasto social que será más común de lo previsto en un año electoral. Esto se debe a la nueva fórmula de movilidad, la ausencia -por el momento- de nuevas transferencias a las familias y un menor volumen en la asistencia a las empresas a través del Programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP)”, consignó un informe de Ecolatina.
Del lado de los ingresos, la mejora estuvo apoyada en el fuerte aumento de la percepción por retenciones -que se triplicaron respecto de 2020-, el rebote en la actividad económica y la inyección de fondos por impuestos no cíclicos, como Ganancias, PAIS y Bienes Personales. En enero, la contribución de los derechos de exportación explicó 10,5 puntos porcentuales de la mejora interanual de 46,6% en la recaudación, que así creció en términos reales, frente a una inflación del 38,5 por ciento. En febrero, el crecimiento de la percepción por retenciones significó seis puntos porcentuales del aumento de la recaudación (+51,9% interanual).
De todos modos, Ecolatina proyecta “un paulatino crecimiento del déficit primario que se verá sustentado por distintos factores en la medida que avance el año”, pues “incluso sin fuertes restricciones a la movilidad como en 2020, el año electoral tal vez imponga una mayor necesidad de transferencias a familias de menores recursos. Además, lo más seguro es que la reducción de los subsidios económicos no sea significativa este año, agregando presiones sobre el gasto primario”.
Víctor Beker, director del CENE, de la Universidad de Belgrano, explicó que “el desempeño fiscal es atribuible a un notable incremento en los ingresos, motorizados por los derechos de exportación, al reactivarse los embarques tras las medidas de fuerza en zonas portuarias registradas en diciembre. Ello se vio acompañado por un descenso de los gastos fiscales, tras el aumento estacional de diciembre, afectado por el pago del medio aguinaldo”.
“Es una buena noticia para las negociaciones en curso con el FMI, indicando una menor dependencia del Tesoro del financiamiento por parte del Banco Central, cuando el crecimiento de la base monetaria en un nivel del 45% anual no es compatible con un objetivo de inflación del 29%”, analizó Beker.
En febrero, la recaudación registró la sexta mejora real consecutiva, por una mayor presión tributaria, retenciones y mejora en la actividad interna
Un análisis de la consultora 1816-Economía y Estrategia enfatizó que para este año es posible una mejora de ingresos del orden del 3% del PBI al sumar la contribución del impuesto a las grandes fortunas, el alza supuesta de recaudación de retenciones, un plus de USD 3.300 millones del FMI por la asignación de DEG y la eliminación de las medidas tributarias que el año pasado redujeron ingresos en el contexto de covid-19.
“Considerando que el año pasado el déficit primario fue 6,5% del PBI, el escenario ‘statu quo’ 2021 -con estos ingresos extraordinarios- sería uno con déficit de 3,5% del PBI, inferior al número del Presupuesto. Incluso se puede alcanzar una cifra semejante moviendo muy poco las tarifas, si es que no vuelven el IFE y el ATP, que implicaron gastos de 1,8% del PBI el año pasado”, definió la consultora 1816.
Un déficit fiscal de 4,5% del PBI para 2021, como establece el Presupuesto, es una meta fácilmente alcanzable (Amílcar Collante)
“Lo que va a definir el año para el sendero fiscal es cuánto va a pesar el tema electoral, porque sabemos que en algún momento la obra pública puede a arrancar y el Gobierno va a tratar de poner mucho dinero en los meses previos a las elecciones. También las tarifas y cuánto impacta eso en los subsidios, para que representen 2,5 puntos del PBI en moneda constante como quiere Guzmán, o si se hace un ajuste menor al establecido”, aportó Amílcar Collante.
“Con la nueva fórmula jubilatoria, ese gasto tiene un tope. La clave es que el Gobierno siempre se deja esa discrecionalidad en cuanto a la seguridad social, porque ya se habla de bonos para abril y mayo. Y para la fecha de la elección no van a querer que el poder adquisitivo de la mínima que se deteriore. Y seguramente va a haber una recomposición de los salarios del sector público, que vienen muy atrasados”, añadió el economista del CeSur.
Qué pasa con los vencimientos en dólares
José Ignacio Bano destacó que en 2021 “no hay demasiados pagos” en moneda extranjera y “aunque este año vencen USD 6.600 millones con el FMI y el Club de París, es una negociación que se está iniciando, pero parecía mucho más compleja la negociación con los bonistas el año pasado. Esta negociación presente también podría salir bien y si prospera, van a ser mínimos los pagos”.
De hecho, en los próximos años -y por efecto del canje con acreedores privados-, los vencimientos en dólares son accesibles para la administración pública. Según estimaciones de GMA Capital, los bonos canjeados explican erogaciones por un total de USD 7.800 millones hasta 2024, y por USD 5.000 millones en el caso de los títulos ley internacional.
Sin embargo, es fundamental que la Argentina reduzca su riesgo país -hoy en altísimos 1.500 puntos-, para volver a refinanciar la deuda en dólares con nuevos títulos en el mediano plazo y así esquivar un nuevo default a partir de 2024.
Los expertos de GMA Capital apuntaron que la reciente suba de tasas de los bonos del Tesoro de los EEUU -es decir, la tasa libre de riesgo- tuvo un “efecto inmediato marginal” en el rendimiento de un bono argentino.
“Sobre la base del rendimiento medio en dólares de los Globales (17,2% anual), podemos analizar distintas capas de riesgo. Tan sólo un 8% de la tasa corresponde al rendimiento de un Treasury a 10 años (1,35%). Un 21% lo explica el EMBI latino (359 puntos básicos) o, lo que es lo mismo, el riesgo país de la región. Así, el 71% restante de la composición del retorno de un bono argentino debe ser entendido por cuestiones estrictamente idiosincráticas. El factor ‘somos nosotros’ implica casi 12 puntos porcentuales de sobretasa respecto de nuestros pares latinoamericanos”, explicó GMA Capital.
“En este marco, Argentina puede estar relativamente tranquila respecto de la tempestad internacional porque no va a traer un shock inminente, aunque debería estar muy preocupada (y ocupada) por la situación ‘puertas adentro’. Los últimos desarrollos son todo lo contrario a lo que necesitan los bonos para recuperar el terreno perdido”, añadió.
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