El Banco Central compró USD 633 millones en el mercado cambiario en febrero. Fue el mejor mes en términos de intervención desde junio. Sin embargo, las reservas ni se dieron por enteradas y el stock quedó sin variaciones, en U$S 39.518 millones. Hay una serie de factores que complican la acumulación de divisas y esto difícilmente cambie a lo largo de 2021. En el equipo económico lo saben y por eso ni piensan en suavizar el cepo cambiario.
Se trata de un efecto que en la jerga financiera denominan “puerta giratoria”: las divisas ingresan, sobre todo por el saldo comercial, pero tardan muy poco tiempo en salir. El comportamiento de febrero se repetirá básicamente durante 2021. Se estima que a pesar de los más de USD 15.000 millones que ingresarán de superávit comercial, las reservas del Central crecerían apenas USD 2.000 millones con viento a favor. Así y todo el saldo sería más favorable que el del 2020, cuando la reservas lejos de aumentar sufrieron una caída de USD 5.000 millones.
Sin acceso a los mercados de financiamiento, es casi imposible para el Central acumular los dólares que ingresan por las exportaciones. Entre la demanda de importaciones, el pago de deudas y la demanda de dólares ahorro, se terminan evaporando casi todas las divisas
Las divisas saldrán rápidamente por diversos factores. Uno de ellos es la necesidad de hacer frente a los vencimientos de organismos multilaterales, entre ellos el Club de París y el FMI. Entre ambos suman casi USD 7.000 millones hasta fin del 2021. Además, también hay demanda de empresas y de algunos distritos como la Ciudad de Buenos Aires para el pago de deudas en el exterior. En este caso, la demanda está acotada porque a las grandes empresas el BCRA sólo las autorizó al pago del 40% de la deuda que vence, mientras que el resto debe ser refinanciado. Además, también hay un monto menor ahora que se va por “dólar solidario”, que todavía puede ser adquirido por unas 750.000 personas aunque a un precio incluso más alto que el dólar financiero.
Tanto en enero como en febrero hubo intervenciones indirectas vía compra y venta de bonos para controlar el tipo de cambio, pero que finalmente terminaron costando un volumen significativo de reservas. Entre los factores explicativos del movimiento de reservas aparece el rubro “otros” que en febrero fue negativo en USD 370 millones y es em donde se refleja este fenómeno.
Estas dificultades para acumular reservas son un reflejo del nivel de gran desconfianza de los inversores en la economía argentina. Sin posibilidad de acceder al financiamiento en los mercados internacionales para empresas ni para el Gobierno, es casi imposible que el Central pueda avanzar con una acumulación de reservas significativa. Así sucedió también durante el gobierno de Cristina Kirchner, que se quedó sin reservas líquidas y sobre el final del mandato sólo pudo vender una fortuna en futuros para aguantar sin devaluar.
El riesgo país arriba de los 1.500 puntos es además una barrera natural para el ingreso de dólares financieros, por lo que es imprescindible que empiece a disminuir. Sin embargo, la apatía de los mercados es total con los activos locales y tampoco ayudó el contexto internacional en los últimos días. La suba de tasas largas en Estados Unidos jugó en contra de las monedas y la deuda emergente, lo que también afectó negativamente a los bonos argentinos.
La brecha cambiaria, ahora en torno al 60%, tampoco ayuda. La diferencia entre el tipo de cambio oficial y los dólares financieros desalienta a los exportadores a liquidar y acelera el pedido de importaciones. Este efecto se notó especialmente en los últimos meses del año pasado, lo que llevó al BCRA a volverse aún más restrictivo a la hora de autorizar el acceso a divisas para importar bienes de consumo.
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