La economía argentina terminó enero con superávit gemelos, un dato que pasó desapercibido en medio de la crisis de las vacunas que atravesó el Gobierno. La balanza comercial terminó con un saldo favorable de USD 1.080 millones y las cuentas públicas terminaron con un leve resultado positivo de 3.000 millones de pesos. Pero allí no terminan las señales favorables: el Banco Central logró comprar USD 630 millones en el mercado cambiario en febrero y en el primer bimestre no precisó emitir pesos para financiar las necesidades del Tesoro.
Todo indica que en marzo se mantendrá esta tendencia favorable. El pago del impuesto a la riqueza provocará que muchos contribuyentes se vean obligados a vender dólares para cumplir con el impuesto. Esto podría generar una oferta adicional no menor a los USD 1.000 millones que se operarán en el “contado con liquidación” y sería clave para mantener tranquilo el mercado cambiario. Al mismo tiempo, la recaudación adicional que generará este gravamen “por única vez” seguramente permitirá un holgado superávit fiscal también en el mes que está por arrancar.
Recalculando
El arranque del 2021 ya está obligando a las consultoras a recalcular algunas variables. Por ejemplo, es probable que el déficit fiscal primario que en el Presupuesto figura en 4,5% del PBI finalmente se ubique en 3,5%. Es decir prácticamente la mitad del año pasado. Pero en este caso habrá que monitorear el comportamiento del gasto mes a mes. Tratándose de un año electoral, en el que el Gobierno además debe remontar una brutal caída de la economía y aumento de la pobreza, es difícil trazar un cálculo certero sobre el recorrido de las cuentas públicas.
Martín Guzmán sorprendió así positivamente al mercado, con una política financiera y cambiaria bastante más ortodoxa en el arranque del 2021. Es, de todas maneras, totalmente insuficiente para recuperar la confianza de los inversores. Ni los números fiscales ni la tranquilidad cambiaria permitieron recuperar las paridades de los bonos argentinos. Al contrario, durante febrero siguieron derrapando y el riesgo país volvió a los 1.500 puntos básicos.
Guzmán apeló a la ortodoxia en la primera parte del año, con un resultado fiscal y comercial mucho más favorable. Además, por delante se vienen mejores datos para la economía con el ingreso de los dólares de la soja y el salto de la actividad en relación a la caída récord de abril y mayo de 2020
Esa desconfianza se traduce en falta de inversión y casi nula generación de empleo, en un contexto de fuertes distorsiones vinculadas con congelamientos de precios de alimentos y de tarifas. La consecuencia es un repunte de entre 5% y 6% este año, que apenas alcanza para recuperar la mitad de lo perdido en 2020. Con viento a favor y si no cambia mucho el contexto internacional, recién cuando Alberto Fernández termine su mandato se habrá recuperado la caída de la pandemia. Para ese entonces, la Argentina acumulará 15 años sin crecimiento real. Una verdadera tragedia que permite entender el desaliento de millones de argentinos que no ven un horizonte de desarrollo profesional en el país.
Inflación y perspectivas
El peor dato del primer bimestre de 2021 es claramente la inflación. En enero se ubicó en el 4% y en febrero no bajaría del 3,5%. Pero no hay que mezclar. Este repunte está relacionado con el salto cambiario que se produjo en octubre pasado y que llevó al dólar financiero a superar los $ 190. Aquel movimiento generó un fuerte aumento de las expectativas de devaluación futura y generó fuertes remarcaciones.
En cambio, se puede ser razonablemente optimista respecto al éxito que podría tener el ministro de Economía en su plan por reducir la inflación en los meses venideros para llegar a las elecciones con un índice más cercano al 2% que al 4% de estos meses. Hay dos datos bien concretos que le dan crédito: el dólar se mantiene controlado y tampoco hubo emisión monetaria.
La decisión de reducir el ritmo de devaluación del dólar oficial y la nula emisión monetaria de los primeros meses del año permiten ser optimistas sobre una gradual baja de la inflación en los próximos meses. El objetivo sería llegar a las elecciones con un nivel más cercano al 2% que al 4% del arranque del 2021
Este arranque del 2021 le permite al Gobierno despejar el horizonte respecto a un posible estallido pre electoral o algo por el estilo. Hasta los economistas más ortodoxos ya reconocen que no sucederá nada de eso. Las críticas a la política económica pasan, con razón, por otro lado: la insoportable presión tributaria, falta de seguridad jurídica, controles de precios que nunca llevaron a ningún lado y amenazas de multas a empresas que no abastezcan al mercado son sólo algunos aspectos que aparecen en forma permanente.
El arma cambiaria
Para enfrentar ese alto nivel de desconfianza, el equipo económico se concentró en dar pelea en el frente más relevante: el de la política cambiaria. En la medida que el Banco Central no pueda acumular reservas, cualquier reactivación será endeble. Pero por delante hay motivos para cierto optimismo, a saber:
- Según los cálculos de la consultora Abeceb, el superávit comercial de este año rondaría los U$S 15.900 millones. Son dólares frescos que engrosarían las reservas del Central. Por supuesto que una parte central de este volumen se explica por los altísimos precios de la soja, que se sostiene por encima de los USD 500 la tonelada.
- El impuesto a la riqueza sumará otros USD 1.000 millones como mínimo, que también mejorarán el balance cambiario.
- Por último, la expectativa está puesta en la ampliación de capital del FMI que se resolvería en abril. A la Argentina le corresponderían unos USD 3.200 millones, casi “caídos del cielo.
En total son alrededor de USD 20.000 millones que ingresarán en los próximos meses. El duro cepo cambiario permitirá que la salida de esos dólares se produzca en forma administrada. Por “dólar solidario” se van ya menos de USD 200 millones mensuales, las empresas tienen el acceso limitado para pagar deudas (hasta 40% de cada vencimiento) y quedan sobre todo los pagos a organismos: al Club de París hay que pagarle USD 2.400 millones a más tardar en julio y al FMI otros USD 1.900 millones en septiembre.
Luego de la semana para el olvido del vacunagate, el Gobierno tiene la urgencia de empezar a mostrar resultados y dejar al escándalo en un segundo plano.
Para el gobierno dejar atrás lo más rápido posible el vacunagate no tiene demasiados misterios. Se trata básicamente de acelerar todo lo posible el ritmo de vacunación y mostrar mejores resultados económicos para llegar lo mejor parado posible a las elecciones de octubre.
La aceleración en el ritmo de vacunación será fundamental, no sólo para reducir la cantidad de internaciones y minimizar la segunda ola del virus, sino además para evitar una recaída de la economía.
Sin grandes estridencias, se vienen mejores datos para la economía. El segundo trimestre llegará todas las buenas noticias juntas: el ingreso de dólares de la soja y sobre todo el repunte de la actividad, que en abril y mayo mostrará saltos superiores al 15%, en comparación al bajón del año pasado.
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