El 2021 arrancó bastante más tranquilo que lo esperado por la mayor parte del mercado en materia financiera. No sólo el tipo de cambio tuvo una importante caída (más allá del repunte de ayer de los dólares financieros), sino que además el Banco Central tuvo un comportamiento muy austero. En el primer bimestre del año no hubo emisión de dinero para financiar al Tesoro, lo que constituye una buena base para empezar a combatir la inflación de manera más genuina.
Las cuentas públicas cerraron mucho mejor de lo esperado en enero, incluso con un leve superávit primario que superó los $ 3.000 millones. Todavía no están los datos de febrero pero todo indica que tampoco hubo mayores inconvenientes, teniendo en cuenta que el Tesoro además tiene abierta la venta del financiamiento doméstico a través de la emisión de títulos en pesos de corto y mediano plazo. Ayer, de hecho, llevó adelante una colocación por $ 225.000 millones. Aunque buena parte se utilizará para refinanciar vencimientos, también hubo financiamiento genuino para cubrir las necesidades de caja por $ 43.000 millones.
En marzo la tendencia continuaría de manera similar. Habrá una ayuda extraordinaria porque a fin de mes los contribuyentes que superen los $ 200 millones de patrimonio tendrán que pagar el impuesto a la riqueza. Ese pago generará seguramente otra recaudación extraordinaria, por lo que tampoco será necesaria la emisión de pesos, ya sea vía adelantos transitorios como transferencia de utilidades.
El año pasado la emisión monetaria para financiar el déficit fiscal fue récord histórico y llegó a los 2 billones de pesos. No se trató de un fenómeno exclusivo de la Argentina porque todos los países acudieron a la emisión para hacer frente a la crisis de la pandemia. Pero las consecuencias fueron inevitables, con un fuerte impacto primero en el tipo de cambio (que de $ 60 llegó hasta $ 190 en octubre, para luego empezar a retroceder) y más tarde en la inflación.
Ahora el objetivo del ministro de Economía, Martín Guzmán, es desacelerar la inflación lo más rápido posible, luego del 4% de diciembre que se repitió en enero. Una de las medidas anunciadas fue reducir la tasa de devaluación del tipo de cambio oficial de manera drástica, aunque por ahora no hubo demasiados cambios en el ritmo que imprime el Banco Central, presidido por Miguel Pesce. La otra pata fundamental para conseguirlo es moderar la tasa de expansión monetaria, que al menos en la Argentina es la principal explicación para los altos niveles inflacionarios en las últimas décadas. Por supuesto que la causa de esa creación monetaria es el alto nivel de déficit fiscal.
El Central arranca el año más desahogado que en el 2020. Por ahora no precisó emitir pesos para financiar al Tesoro y tampoco lo requeriría en marzo por la recaudación extraordinaria del impuesto a la riqueza. Además el Gobierno consigue dinero fresco para hacer frente al déficit vía colocaciones de deuda
En alguna medida, el objetivo del equipo económico es armar una suerte de colchón para esperar la segunda parte del año, que seguramente presentará mayor volatilidad. Las elecciones legislativas seguramente demandarán mayor cobertura por parte de los inversores y además se reduce el ingreso de divisas por la cosecha de soja. Por lo tanto, es clave llegar a los meses de agosto y septiembre de la manera más holgada posible y tener cierto margen para hacer frente a ese contexto que será mucho más desafiante.
El arranque del año fue auspicioso y así lo reconocieron varios economistas en los últimos días. Federico Furiase, director Eco Go y profesor de la Universidad Di Tella, señaló que “con financiamiento neto en febrero más bonus track por pago de impuesto a la riqueza en marzo, el ritmo de emisión para financiar déficit puede venir mucho más bajo de lo esperado en próximos meses. Es clave para bajar el ritmo de inflación mientras se frena el crawling”, es decir el ritmo de suba del tipo de cambio oficial.
Por su parte, el economista Fernando Marul explicó que “se registra un aumento de más de $ 200.000 millones de la base monetaria vía desarme de pases y Leliq, pero esos fondos fueron a la compra de bonos del Tesoro que colocó deuda y el pago de Ingresos Brutos. También hubo contracción de base por la ganancia de futuros que obtuvo el BCRA y la venta de Bonares. En resumen, el comportamiento de las variables monetaria fue bastante más tranquilo que el esperado para estos meses”.
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