Ya está terminando el primer bimestre del año y la tranquilidad del dólar es posiblemente el mayor activo que puede mostrar el Gobierno. La caída de la divisa en los mercados financieros incluso fue más allá del que esperaban las autoridades y los inversores. Ayer el “dólar Bolsa” perforó los $ 140, su nivel más bajo del año, mientras que el tipo de cambio libre finalizó prácticamente sin cambios a $ 147.
Pero se produce una situación como mínimo curiosa. La caída de la divisa no es sinónimo de mayor confianza por parte de los inversores, como indicaría la lógica. Al contrario, los bonos continuaron en caída y ayer el riesgo país finalizó a 1.507 puntos básicos, el mayor nivel desde que se avanzó con la reestructuración de la deuda a principios de septiembre de 2020.
Se trata de toda una paradoja. Si se observa la evolución del dólar, la impresión es que los mercados miran con mayor confianza la evolución de la economía. Sin embargo, la evolución de los bonos revela exactamente lo contrario: a pesar de los altísimos rendimientos en dólares, nadie los quiere.
Por supuesto que la caída del tipo de cambio y al mismo tiempo la suba del riesgo país están íntimamente conectados. Sucede que tanto el BCRA como ANSES venden bonos dolarizados y así ayudan a bajar el tipo de cambio financiero, tanto el “dólar Bolsa” como el “contado con liquidación”. Sin embargo, no hay información oficial sobre el monto vendido hasta ahora por ninguna de las dos instituciones.
Para el equipo económico no sólo es importante que el dólar financiero se tranquilice como viene sucediendo, sino que además esto permite que se achique la brecha cambiaria. Ya no está en niveles del 100% como sucedió en octubre, sino que ahora se ubica en “solo” 55%, teniendo en cuenta que el dólar Bolsa finalizó rozando los $ 139 y el mayorista finalizó a $ 89,50. Si se toma como referencia el dólar libre, que cerró a $ 147, la brecha salta a niveles del 64%.
Esa reducción de la brecha será fundamental para acelerar la liquidación de dólares por parte de las cerealeras, ya que una distancia demasiado grande entre el tipo de cambio oficial y el financiero provoca que se acelere la demanda de importaciones y, del otro lado, que los exportadores opten por esperar para liquidar a la espera de un tipo de cambio oficial más atractivo.
La batalla cambiaria recién se dará en la segunda parte del año, en especial a medida que se acerquen las elecciones legislativas y aparezcan compras por cobertura
Por delante, el panorama del mercado cambiario luce bastante tranquilo. En marzo cae el pago del impuesto a la riqueza, lo que obligará a muchos contribuyentes a vender dólares a través del mercado de bonos para hacer frente a la obligación en pesos. El monto es significativo y no bajaría de los USD 1.000 millones, aunque resulta difícil hacer un cálculo preciso.
Ya en abril comenzarán a ingresar los dólares de la cosecha de soja, que este año será extraordinaria con precios superiores a los USD 500 la tonelada. Esto permitirá que el Banco Central acumule reservas e incluso que se alivie parcialmente el cepo cambiario, especialmente para autorizar más importaciones.
Por lo tanto, da la sensación que la batalla cambiaria recién se dará en la segunda parte del año, en especial a medida que se acerquen las elecciones legislativas y aparezcan compras por cobertura.
En cuanto al mercado de bonos, por ahora no aparecen demasiados interesados en comprar a pesar de que el rendimiento en dólares supera el 17%. Ayer, en un día volátil para los mercados financieros, los bonos dolarizados cayeron 1% en promedio y siguen sin encontrar un piso.
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