Relatos, pseudo-riqueza y nuevas fuentes de inteligencia: nuevas teorías económicas en tiempos del coronavirus y bitcoin

Robert Shiller, Nobel 2013, resalta el poder de las “narrativas económicas”; Joseph Stiglitz, Nobel 2001, desarrolló con el ministro Guzmán la idea de “pseudo-riqueza”; y Alp Simsek, de MIT, alerta sobre la especulación financiera

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Maestro y discípulo: en Columbia,
Maestro y discípulo: en Columbia, el ministro Martín Guzmán trabajó con Joseph Stiglitz la teoría de la "pseudo-riqueza" para explicar grandes fluctuaciones económicas (Reuters)

Cada tanto, la economía quema algún libreto y desarrolla ideas nuevas o reescribe textos antiguos. A partir de los 70, la futilidad de las recetas keynesianas en contextos de creciente inflación dio paso a la “curva de Philips”, sobre la imposibilidad de elegir entre empleo e inflación, recetas monetarias a lo Milton Friedman, “expectativas racionales” que neutralizan palancas fiscales, “enfoque monetario del balance de pagos” para bailar ritmos internacionales, “curva de Laffer” sobre la supuesta bondad de bajar impuestos y así siguiendo con cajas de conversión o esquemas de cambio fijo o semi-fijo, o variables, con metas de inflación o de tipo de cambio y -en especial en países como la Argentina-, aplicación o no de controles de capital y de precios, en diversos gustos y combinaciones.

Nadie tiene el libro de la sabiduría para todo lugar u ocasión y cuando surgen imprevistos como una pandemia, novedades como las “criptomonedas” y espectaculares subibajas de valores, se alzan a la vez voces celebratorias de quienes creen avizorar algo nuevo y otras de alerta de quienes temen la reedición de alguna vieja y dolorosa lección.

Entre las ideas o teorías recientes se cuentan el incipiente desarrollo sobre la influencia de las “narrativas económicas”, de Robert Shiller, premio Nobel de Economía, 2013, el concepto de “pseudo-riqueza” acuñado por Joseph Stiglitz, Nobel 2001, junto al ministro de Economía argentino, Martín Guzmán, un flamante paper de Alp Simsek, profesor del prestigioso MIT, en Harvard, publicado por el National Bureau of Economic Research (NBER, la institución de investigación económica más influyente de EEUU), y el recurso de instituciones como el Banco de Inglaterra y la Reserva Federal (Fed, o Banco Central) de EEUU, a formas no convencionales de “inteligencia” sobre la marcha y el futuro de la economía.

Exuberancias y narrativas

De Shiller, autor, entre otros libros de “Exuberancia irracional”, un libro que a partir de una frase de Alan Greenspan dio hace 20 años cuenta del day trading y la burbuja de internet, se acaba de publicar en España “Narrativas Económicas (cómo las fake news y las historias virales afectan la marcha de la economía)”, un repaso histórico de cómo relatos viralizados dan mejor cuenta que las teorías convencionales del colapso de la economía de EEUU en 1920-21, la Depresión de los años 30s, los recortes impositivos de Ronald Reagan en los 80s, la caza de empresas o sindicatos “malvados” en episodios de inflación y, actualmente, el fenómeno Bitcoin.

A su vez, Stiglitz y Guzmán elaboraron desde 2016 la idea de “pseudo-riqueza”, suma de las divergentes valuaciones que hacen las partes de una misma operación. En épocas de “dispersión de creencias” esa suma puede provocar burbujas que, a su vez, generan grandes fluctuaciones en la economía real (esto es, trabajo, inversión, empleo, salarios, precios de bienes y servicios), sólo porque sus expectativas no coinciden entre sí ni con el mercado y la economía real.

El paper de Stiglitz y Guzmán se publicó en agosto de 2020 en el Journal of Economics y una versión casi idéntica, pero con la sola firma de Stiglitz, en el NBER a principios de este mes. “Dada la creciente dispersión de creencias que surge de un shock sin precedentes, la teoría de la pseudo-riqueza permite entender los orígenes y la magnitud de fluctuaciones no anticipadas”, dice el estudio, para el que la pseudo-riqueza explota debido a apuestas crecientes y expectativas opuestas. La teoría convencional asume saberes que los agentes económicos comparten; la de la “pseudo-riqueza” pivotea sobre aquello en que divergen.

El paper de Stiglitz y Guzmán se publicó en agosto de 2020 en el Journal of Economics y una versión casi idéntica, pero con la sola firma de Stiglitz, en el NBER a principios de este mes

El trabajo de Simsek, también publicado por el NBER, tiene similitudes con el concepto de Stiglitz y Guzmán. A partir de la inversión en activos riesgosos, sometidos a restricciones de short-selling (mecanismo de grandes fondos y bancos de inversión contra el cual se revelaron inversores minoristas en plataformas como Robinhood, coordinados a través de foros como Reddit) la especulación genera sobrevaluaciones que a corto plazo aumentan la riqueza y el consumo, fenómeno amplificado con apalancamiento (deuda u otras formas de dinero fácil) que lleva a que las valuaciones superen las previsiones más optimistas y originen grandes volúmenes de transacción.

Las “palancas” pasan a depender de la percepción de riesgo y cambios en ésta provocan la emergencia o explosión de burbujas, iguales a las “racionales”, pero de alcance exacerbado por la especulación que, en definitiva, no solo afecta el valor de los activos financieros sino la demanda agregada de la economía real, que termina pagando el pato.

La ilustración de un tuitero
La ilustración de un tuitero acerca de cómo inversores minoristas en cardumen se pueden "devorar" algunos tiburones de las finanzas

El tsunami global de liquidez con el que la Fed y el Banco Central Europeo decidieron combatir la recesión pandémica y la emergencia de plataformas y cardúmenes de pequeños inversores con ganas de comerse a los peces grandes amplifica los fenómenos que describen Stiglitiz, Guzmán y Simsek, pero Shiller propone las ideas más innovadoras, a partir -por caso- de los paralelos que encuentra entre el modelo “SIR” (Susceptibles, Infectados, Recuperados) de análisis de epidemias y fenómenos virales de la historia económica, de antiguos hasta el presente.

No solo economía

Robert Shiller liga economía con el análisis de textos, noticias, relatos de época, psicología y herramientas de “big data” para descifrar pánicos, burbujas inmobiliarias, precios de las acciones y Bitcoin. Una “narrativa económica”, dice, “es una historia contagiosa que tiene el potencial de cambiar la forma en que las personas toman decisiones tales como contratar a un trabajador o esperar a que los tiempos mejoren, adoptar riesgos o estrategias cautelosas de negocio, poner en marcha una empresa o invertir en activos especulativos y volátiles”.

Ciertas o falsas, esas historias se transmiten de boca en boca, por los medios y por las redes sociales y crean percepciones sobre el gasto, el ahorro y la inversión, que afectan la vida de los individuos y las sociedades, subraya. “La historia de Bitcoin –prosigue- es un ejemplo de narrativa económica exitosa porque ha sido muy contagiosa y ha dado lugar a cambios económicos sustanciales en gran parte del mundo. No sólo ha suscitado un auténtico fervor emprendedor; también ha estimulado la confianza empresarial, al menos durante un tiempo”.

Lejos de ser un apologista de las “cripto” Shiller explica su base irracional. Muchos supuestos entendidos elogian la “tecnología” detrás de Bitcoin, pero casi nadie la entiende, cuenta este economista avezado en matemáticas. “Cuando me encuentro con entusiastas de Bitcoin, les pido que expliquen algunos de sus conceptos y teorías subyacentes, como el Árbol de Merkle o el Algoritmo de Firma Digital de Curva Elíptica, o les invito a que describan Bitcoin como un equilibrio de un juego de colas de congestión con rendimiento limitado”, cuenta. La reacción es casi siempre el silencio. Así que la “teoría” o la “tecnología” no son la clave del éxito que tuvo hasta ahora Bitcoin, aunque fueron cruciales para su desarrollo.

Muchos supuestos entendidos elogian la “tecnología” detrás de Bitcoin, pero casi nadie la entiende. La teoría y la tecnología detrás de la criptomoneda más conocida no son la clave del éxito que tuvo hasta ahora, aunque fueron cruciales para su desarrollo

“La narrativa de Bitcoin es motivadora para la clase cosmopolita mundial, pero también para quienes aspiran a unirse a esa clase o aquellos que se interesan por la tecnología más avanzada. Y tiene un héroe famoso, Satoshi Nakamoto, creador de la moneda, cuya identidad real se desconoce”, cuenta Shiller. Esa invisibilidad, explica, le da un aura romántica al relato. Nadie lo ha visto, nadie sabe quién es el demiurgo de la criptodivisa, cuya viralidad “sería menor sin esta peculiaridad”, dice un pasaje.

Nakamoto, de quien no se sabe si es una persona o grupo de personas, se habría asignado 1 millón de los 21 millones de Bitcoins a “emitirse” hasta el año 2140; el stock actual son algo más de 18 millones, lo que permitió que este viernes, cuando la cotización superó los USD 54.000, la valuación del stock de bitcoins en circulación superara por primera vez la marca del billón (millón de millones) de dólares.

En 2000 Shiller tituló "Exuberancia
En 2000 Shiller tituló "Exuberancia irracional", una frase de Alan Greenspan, un libro en el que contó el fenómeno del day trading y la burbuja de internet. Y ahora acaba de publicar "Narrativas económicas", un recorrido de más de cien años hasta el fenómeno del bitcoin

Según Shiller, Bitcoin se alimenta de un ethos anarquista, el misterio en torno de Nakamoto y un deseo de empoderamiento de quienes buscan alguna suerte de revancha. Su primera escalada, recuerda, coincidió con las protestas del movimiento “Occupy Wall Street” en 2011. “No es casualidad que, en paralelo, el Bitcoin viviese su primera fiebre; parte de su atractivo consiste en que se presenta como una moneda libre de control o gestión por parte de las élites”, dice.

Paradójicamente, aunque el algoritmo criptográfico RSA, probable origen del Bitcoin, es de 1977, la cripto se presenta como “el futuro”, algo nuevo y novedoso, fuera del control de Estados y Bancos Centrales, suerte de pasaporte de ciudadanía global. “Hoy existe una narrativa según la cual las personas a cargo de la nueva tecnología serán las ganadoras. El deseo de estar en el lado financiero del negocio de la tecnología, donde se sitúa Bitcoin, es popular porque hay muchos ejemplos de esos financieros que toman el control de las cosas. Podrían pensar que experimentar con la criptomoneda los pondrá en contacto con los ganadores del nuevo mundo, les dará ideas sobre cómo preservar el control o hacerse con él. Comprar bitcoins es una manera fácil de tomar impulso para conectarse con este nuevo mundo”, escribió Shiller.

“Las personas acaban comprando bitcoins porque quieren ser parte de algo excitante y nuevo, y conocer la experiencia que se les antoja emocionante y novedosa. Esta motivación tiene particular fuerza debido a la historia subyacente: la narrativa de que las computadoras están destinadas a sustituir muchos de nuestros puestos de trabajo, dice el Nobel de Economía 2013.

Según Shiller, el éxito de Bitcoin no es tan chocante “si consideramos los principios básicos descubiertos por los intelectuales que han reflexionado sobre la mente humana, la historia y los modelos matemáticos de retroalimentación: la mayoría de estos pensadores no eran economistas por su formación o su trabajo”. En definitiva, explica, “como historia, Bitcoin es una joya”.

Una historia más vieja que el mundo

El contraste de opiniones sobre el bitcoin entre economistas (en particular, académicos) y no economistas es clarísimo. “Ni Elon Musk (fundador y principal accionista de la automotriz Tesla, que con su compra de USD 1.500 millones dio gran impulso al Bitcoin) dice que es moneda; es un globo; están todos felices con él, lo que yo diga es irrelevante”, dijo el economista Carlos Rodríguez a Infobae. “Es un activo especulativo, una bicicleta, un esquema Ponzi (donde los nuevos jugadores van enjugando las ganancias de quienes entraron antes, hasta que deja de suceder), una historia más vieja que el mundo”, dijo el exrector del Ucema, en línea con gran parte de economistas profesionales que, como Nouriel Roubini, el “Doctor Catástrofe”, dicen que el Bitcoin es solo otra burbuja destinada a estallar.

De hecho, Roubini es uno de los personajes que aparecen en el libro de Shiller. Su predicción, a fines 2006, de una “Gran Recesión” prefiguró el crash financiero de las hipotecas y lo que a partir de 2008 se empezó a llamar, precisamente, “Gran Recesión”. Pocos son capaces de acuñar un concepto viral. Roubini fue uno de ellos.

Mientras, la “agenda” de investigación económica que prefigura Shiller (análisis de textos y creencias populares, uso de big data, programas semánticos) gana espacio. El Banco de Inglaterra, uno de los más antiguos del mundo, construyó una red de 9.000 “agentes”, participantes de todo tipo en la economía “real”, cuyas impresiones ausculta de modo regular (no menos de 700 son entrevistados cada mes) para sus informes al Comité de Política Monetaria. Al economista jefe de la institución, Andy Haldane, le preocupa el “pesimismo contagioso” y un informe del “Centro de Estudios sobre la toma de Decisiones bajo Incertidumbre” cree que esa red de inteligencia es útil para las decisiones de la entidad y la forma de comunicarlas.

“Los inversores pueden actuar como si la política del Banco Central fuera todo sobre estadísticas y modelos, pero las palabras cuentan, en especial en un mundo plagado por Covid-19”, explicó Gillian Tett, directora y columnista del Financial Times.

Jerome Powell, chairman de la
Jerome Powell, chairman de la Reserva Federal (Banco Central) de EEUU e impulsor de la iniciativa "Fed listens", para saber qué dice la calle (Europa Press)

Por iniciativa de su propio titular, Jerome Powell, la Reserva Federal de EEUU lanzó también la iniciativa Fed listens (la Fed escucha) para auscultar las voces del sector no financiero e inició un debate interno sobre cómo comunicar sus decisiones al gran público. Lejos de los tiempos de la “ambigüedad constructiva” de Alan Greenspan, claridad y escucha son las voces de orden de la Banca Central en tiempos del coronavirus y de haberse aplicado antes –enfatiza Tett- tal vez la “Gran Recesión” se hubiera evitado o al menos limitado.

En la “economía narrativa” de Robert Shiller no solo importa cuán bien o mal, optimista o pesimista se sienten los agentes económicos, sino también cuán seguros están de sus creencias y cuánto influyen éstas en sus decisiones. Las narraciones económicas pueden ser acertadas o desacertadas, incluso anacrónicas, como las que suele cultivar el populismo, más afecto a buscar culpables que a encontrar soluciones.

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