El Fondo Monetario Internacional difundió un nuevo documento en el que resalta la “credibilidad” de los bancos centrales para evitar los riesgos de inflación.
En 2020, en medio de un colapso histórico de la economía global por la pandemia de coronavirus, precisó la economista jefe del organismo, Gita Gopinath, la inflación estuvo por debajo de las metas oficiales en 84 países, en un contexto en el que el PBI mundial cayó el 3,5%, un tercio de lo que cayó en la Argentina, que sin embargo volvió a registrar una de las mayores tasas de inflación mundiales.
Aunque por contraste resalta los pobrísimos resultados del gobierno de Alberto Fernández y del BCRA en materia de PBI e inflación, en rigor el documento es un apoyo a la gestión de Joseph Biden y de su secretaria del Tesoro, Janet Yellen, y busca despejar temores de que el último paquete de estímulo fiscal, de USD 1,9 billones, tenga efecto inflacionario en la más grande economía occidental.
Al respecto, el FMI recuerda que la inflación en EEUU se mantuvo baja y estable aun en momentos en que el desempleo bajó hasta el 3,5% (2019) y en medio de alzas salariales y estima que el nuevo paquete aumentará el crecimiento hasta 5 ó 6% en un plazo de 3 años y que la inflación sería de apenas 2,25% en 2022.
Contra la inflación
Más aún, según el Fondo la inflación no será un problema por un buen tiempo, en parte porque todavía este año 150 países tendrán un PBI por habitante inferior al de 2019 y también por otros cuatro factores:
1 - La globalización, que logró mantener las cadenas de provisión internacional en funcionamiento, pese a alguna disrupción inicial, al punto que ya la producción industrial mundial ya superó el nivel de prepandemia.
2 - La automatización y la caída del precio del capital (algo que tampoco se verifica en la Argentina), que permite absorber mayores costos salariales.
3 - Altas cuotas de mercado y ganancias de empresas dominantes en varios sectores de la economía, que les permiten absorber aumentos de costos, incluso tarifarios.
4 - Mantenimiento de bajas expectativas de inflación, gracias a la independencia de los bancos centrales y la credibilidad de sus políticas, aun en presencia de altos niveles de deuda pública (como ejemplo de esto último cita a Japón, que con una deuda pública promedio de 200% del PBI desde 2009 tuvo una tasa de inflación promedio de apenas 0,3% anual en la década pasada).
Pese a este “limitado riesgo de aumento empinado de la inflación”, el Fondo señala otros cuatro motivos y recomendaciones para que se mantenga baja: 1) obras públicas “de alta calidad” bien seleccionadas y eficientes; que aumenten la productividad de la economía, mitiguen riesgos ambientales y minimicen la acumulación de deuda; 2) altas tasas de ahorro y bajos niveles de quiebras (actualmente 25% más bajas que en prepandemia), lo que haría que si los programas de vacunación tienen éxito, la demanda contenida lleve a una rápida recuperación; 3) posibilidad de que las quiebras solo se hayan rezagado, lo cual sería un factor adicional para morigerar cualquier presión sobre los precios; y 4) riesgo de nuevas turbulencias en caso de que se descubran virus, o que los Bancos Centrales aumenten las tasas demasiado pronto, lo que aumentaría el costo del crédito.
Los bancos centrales, concluye el Fondo, no pueden hacer nada sobre el curso de la pandemia, pero deben evitar oscilaciones fuertes de las tasas de interés y lo pueden hacer si anuncian temprana y claramente sus políticas.
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