Se crió en Caballito, hizo el secundario en la Escuela Argentina Modelo y a los 17 consiguió una beca para estudiar Historia y Economía en Harvard. Luego siguió un posgrado en Cambridge, la autoría de un libro sobre la Guerra Civil Española –“que no leyó nadie”, asegura– y un paso vertiginoso por las finanzas, donde se vinculó con grandes nombres a los que luego convirtió en socios. En 2017 fundó Ualá, un desembarco fuerte en el mercado fintech argentino, que en los dos años siguientes consiguió las inversiones que tanto anhelaba la Argentina. Sus inversores no son menores: George Soros, Goldman Sachs y el gigante tecnológico chino Tencent.
Pierpaolo Barbieri hoy tiene 33 años y su discurso no se asemeja al empresario argentino promedio. No se detiene en grietas ni en el pasado, no pide protección estatal sino reglas parejas para todos. Habla más de su propio negocio y de su sector que de los problemas de la macro. No duda en elogiar a sus competidores, incluyendo al omnipresente Mercado Libre. Y jura estar convencido que más competencia, hará crecer más su negocio. Ualá, una billetera digital que aspira a ser un ecosistema financiero en sí mismo, ya tiene más de 2,7 millones de tarjetas Mastercard en la calle, desembarcó en México, es mencionada como un futuro “unicornio” (aquellas empresas con valor superior a USD 1.000 millones) y va por más. Habló con Infobae sobre su historia personal, los bancos argentinos y sus banqueros, la revolución de los pagos digitales, sus inversores estrella y la tendencia mundial a vivir con menos efectivo.
No somos los mejores de todos, pero somos mejores que el efectivo, te damos una cuenta y empezamos a crear un nuevo ecosistema financiero que sea más abierto, más digital, más innovador y radicalmente más inclusivo
El fundador de Ualá, a modo de presentación, se preocupa en aclarar que no es un banquero, sino un historiador: “Creo mucho en la idea de las artes liberales, en que lo que estudiás no te determina la vida. Está muy bien pensado el modelo anglosajón de educación de grado donde uno puede tener una variedad de experiencias, y donde haber estudiado historia no te cataloga solamente como un historiador. Eso me permitió tener experiencias muy valiosas en el mercado financiero internacional que creo que me entrenaron de una manera particular para después pensar cosas como Ualá. En mercados como la Argentina había habido poca innovación durante muchas décadas, haber tenido exposición a esos inversores y a esas experiencias me dieron la posibilidad de tener un entrenamiento que otra gente no tuvo, algo por lo que estoy muy agradecido a la universidad. Tener otras perspectivas y después volver para hacer algo distinto nos enriquece.
— ¿Y cómo fue el proceso para transformar a esos mentores en inversores, en especial para interesarlos en un proyecto en la Argentina?
— Allá por 2015, 2016, yo veía una tendencia internacional, que es la idea de que todo ciudadano necesita una cuenta para transaccionar en una vía digital. La mayoría de las nuevas compras que hace uno, no las de siempre, son suscripciones digitales o compras por internet. Eso requiere un método de pago que no sea el efectivo. Cambió el paradigma de las finanzas internacionales, primero en Asia, después en Europa. La propuesta de crear Ualá era traer esa innovación de una cuenta universal, con un método de pago universal, a una región sub bancarizada. En Latinoamérica, más del 50% de los adultos nunca tuvieron un método de pago que no sea el efectivo. Este no era un negocio para hacer fácil, para hacer tecnología tenés que estar dispuesto a crear un sistema desde cero y especialmente en el sistema financiero, que está ultra regulado. Eso requirió de inversores que estuvieran dispuestos a perder dinero por 5 o 7 años. Hoy estamos en el año 3.
—¿Cómo se convence a un gran inversor de que un negocio de ese tipo puede ser factible en un país con tan baja bancarización?
— La Argentina da la oportunidad de llegar a la digitalización mucho más rápido. Cuando uno hace una entidad 100% digital en Alemania tiene que convencer a alguien de dejar a Deutsche Bank, el banco de toda la vida, el banco de sus padres y de sus abuelas, para ir hacia una nueva solución.
— Aquí se empieza desde cero.
— Aquí lo que hay que dejar atrás es el efectivo. Nosotros decimos siempre: no somos los mejores de todos, pero somos mejores que el efectivo, te damos una cuenta y empezamos a crear un nuevo ecosistema financiero que sea más abierto, más digital, más innovador y radicalmente más inclusivo. Queríamos crear algo que sea escalable regionalmente, un producto mucho más simple y barato para los usuarios. El sistema financiero argentino es para muy pocos, pero es muy rentable. Históricamente, el sistema financiero mexicano y argentino son de los más rentables en el mundo. ¿Por qué? Porque muchas veces los bancos tradicionales no hicieron dinero intermediando crédito sino solamente tomando depósitos y poniéndolos en el Banco Central como parte de la política monetaria. Ahí había una oportunidad de bajar radicalmente los costos de proveer una cuenta y de esa manera beneficiar a un montón de gente que estaba fuera del sistema.
Muchas veces los bancos tradicionales no hicieron dinero intermediando crédito sino solamente tomando depósitos y poniéndolos en el Banco Central como parte de la política monetaria
— Con tu formación y tus contactos, ¿no hubieras tenido todo para lanzar un producto latinoamericano desde EEUU?
— Este es un mercado ultra regulado. Queríamos empezar por el mercado que era el nuestro, donde veíamos una oportunidad pero además donde está el mejor talento. Los inversores creen en eso, en el talento argentino. No creen en mí, creen en el equipo que ha formado Ualá, que es una empresa que está creada de otra manera. Hay más de 60 personas dentro de Ualá que son sus accionistas, y eso hace que otros no nos puedan robar talento tan fácil. La clave de mi rol es poder contratar gente mejor que yo y eso nos permite crear un producto desde Argentina para exportar. Empezamos a trabajar en el proyecto de México, que lanzamos en octubre del año pasado, 18 meses antes para armar todo el paquete de cosas que te permite hacer una sola tarjeta, eso lleva mucho tiempo.
— Eso indica que en este momento se estará cumpliendo el plazo de 18 meses para otro país.
— Eso no lo podemos decir, lo que nosotros decimos es que lo mejor está por venir y que estamos trabajando para hacer ésta revolución accesible a más gente. Hoy en Argentina nosotros tenemos como clientes al 8% del país y más del 20% de aquellos argentinos y argentinas que tienen entre 18 y 25 años. En México lanzamos hace tres meses y ya tenemos más de 100 mil descargas, nuestro foco está en seguir creciendo Argentina y escalar, es un país de 126 millones de personas donde el 70% nunca tuvo una cuenta.
— ¿Ualá apunta a transformarse en un unicornio, como Mercado Libre?
— No tenemos planeado salir a la Bolsa, tenemos el capital de nuestros inversores que nos permite crecer, contratar y crear producto. Ser o no un “unicornio” es semántico, la verdad que no importa, a mi me importa darle al usuario y a la usuaria de todos los días el mejor producto posible. Cuánto vale la empresa importa solo a los inversores.
— Para crecer, tanto en la Argentina como en la región, ¿podrían comprar otra fintech? ¿Tal vez un banco?
— Siempre estamos buscando oportunidades. El problema es que en tecnología es difícil a veces comprar una entidad porque las tecnologías tienen que ser compatibles. Cuando íbamos a desembarcar en México lo consideramos, pero resultó más fácil hacerlo nosotros mismos. Hoy, la regulación de Proveedor de Servicios de Pago (PSP) nos permite a muchas entidades hacer cosas complementarias de los bancos tradicionales. La interoperabilidad en el sistema financiero argentino es una regulación de punta internacional, lo mismo con el nuevo sistema de Transferencias 3.0 que promete más interoperabilidad y más competencia en el área de transferencias. No hace falta ser banco para poder entrar a ese sistema.
— ¿La interoperabilidad es plena en la Argentina o todavía hay trabas para parar dinero entre una cuenta bancaria y otra virtual, y viceversa?
— Sí y no: la regulación está bien, el problema es que hay algunos que a veces no les gusta cumplirla. A mí la verdad que me da vergüenza que ciertos homebanking y para enviar dinero a una cuenta virtual me ponen carteles donde parece que le estuviera mandando dinero a un cartel de droga. Al mismo tiempo, me parece una locura que algunos apliquen la regulación para las cosas que les conviene, como tomar dinero de otros, pero no para sacarlo de sus áreas. Hay que aprender a vivir en competencia porque eso mejora las opciones a todos los usuarios, nos beneficia a todos.
No tenemos planeado salir a la Bolsa, tenemos el capital de nuestros inversores que nos permite crecer, contratar y crear producto. Ser o no un ‘unicornio’ es semántico
— ¿Y hay mercado para tantas billeteras como las que se lanzaron en los últimos meses?
— Sí, yo creo que recién estamos empezando. En el futuro, el 70% de las transacciones serán digitales, como es en China. En Estados Unidos después de la pandemia creció del 40% al 50%, en Europa del 40 al 60%. Argentina está en el 15%. Hay espacio para más e-commerce, más billeteras, más pagos digitales. Pero nosotros tenemos que crear un ecosistema, no un monopolio, no un cartel. A nosotros nos nutre poder competir con otros, cuando vemos un producto Mercado Pago lo admiramos, y sube la vara de todos. Lo mismo cuando vemos bancos digitales como Banco Del Sol, Brubank o Wilobank.
— ¿Es bueno para el mercado fintech argentino que haya una empresa como Mercado Libre con tanta preponderancia en todos los segmentos del negocio?
— Como argentino me llena de orgullo que Marcos Galperín y el equipo fundador de Mercado Libre sean argentinos y que hayan creado la empresa de mayor valor en toda América Latina. Yo admiro el producto, compito con él, está bueno que haya competencia. Nosotros no hubiéramos podido levantar el capital que levantamos si ellos no hubieran venido antes, como si no hubieran estado Despegar o OLX o en algún momento Patagon. Crear el ecosistema está mucho más allá de los destinos de empresas particulares.
— ¿Qué relación tenés con los bancos, y sobre todo qué relación tenés con los banqueros, siendo un emprendedor, con una formación muy particular y de 33 años?
— Yo soy historiador, no soy banquero, pero me llevo bárbaro con la gente que cree en un sistema abierto y en un mercado competitivo.
— ¿Y te parece los banqueros que creen en ese sistema?
— Hay muchos que sí. Nuestro país tiene un problema históricamente de que ciertos sectores han estado muy cerrados y no acostumbrados a la competencia. Uno de mis mayores héroes en la historia es Alexander Hamilton, el primer secretario del Tesoro de los Estados Unidos, que creía en la protección para poder hacer competitiva a la economía americana. Pero la protección no era para siempre, eso es lo importante.
En México lanzamos hace tres meses y ya tenemos más de 100 mil descargas, nuestro foco está en seguir creciendo Argentina y escalar, es un país de 126 millones de personas donde el 70% nunca tuvo una cuenta
— ¿Cómo le explicas a un pequeño comerciante que tiene que dejar de manejarse en efectivo y pasar a tener pagos digitales, sabiendo que con eso va a pagar más impuestos?
— Yo creo que el efectivo es lo más caro, es difícil de manejar, te come la inflación, tiene costos de manejo altísimos. Los comercios se quejan de que no reciben el dinero en vivo. Cuando cobrás con tarjetas te la pagan a los 14 o 21 días, ese era el gran problema. Entonces lanzamos hace dos meses un producto que creemos que va a ser revolucionario. Vos vendés y tenés el dinero en tu cuenta integrada a tu sistema de Ualá para que puedas o invertir en el momento, pagar tus servicios, recargar el celular o usar la Mastercard. Y tenemos costos un 40% más bajos que el resto.
— ¿Es posible que haya algún tipo de baja en la presión impositiva para fomentar la digitalización de los pagos?
— Yo creo que el gran problema de los impuestos en la Argentina es que tenemos impuestos muy, muy altos sobre una base muy, muy chica. Hay que hacer una revolución para que los pagos digitales ganen terreno y beneficiarlos impositivamente. Yo creo en el impuesto al efectivo y una baja radical de los impuestos para los pagos digitales. Brasil tuvo una regulación muy inteligente donde dijo: bajo un cierto umbral al pequeño cuentapropista, al pequeño comerciante no le voy a cobrar nada, porque yo quiero que digitalice esos pagos y elimine la economía en negro. El efectivo para el Estado es caro, y de esa manera lo logras digitalizar mucho más.
En el futuro, el 70% de las transacciones serán digitales, como es en China. En Estados Unidos después de la pandemia creció del 40% al 50%, en Europa del 40 al 60%. Argentina está en el 15%
— ¿Tenés ahorros en bitcoin?
— No, no tengo. Pero sí creo que bitcoin está creciendo para convertirse en un tipo de oro digital. Uno de los mejores inversores de los últimos 100 años, Stanley Druckenmiller, dijo que lo que fue el oro para muchas generaciones hoy se convierte en el bitcoin para los millennials y los centennials. Cuando uno tiene una reserva de valor, está dada por lo que el resto de la gente crea que eso es reserva de valor, creo que hay, gracias al excelente marketing que tienen los defensores del bitcoin y de los criptoactivos. Hay mucha gente en el mundo que quiere guardar parte de sus ahorros de esa manera. Nadie va a transaccionar en bitcoin para pagar un café, pero sí en una reserva de valor digital independiente que funciona como un oro digital, para tener algo de tus ahorros ahí.
— ¿Y tiene riesgo de burbuja, de que un día estos precios fabulosos caigan?
— Todo activo financiero tiene riesgo de burbuja, y especialmente en los últimos meses donde vemos tasas globales en cero y una inflación de precios de activos financieros grandísima. Pero creo que es posible que se convierta en una reserva de valor, como un oro digital.
— ¿Por qué la Argentina repite, cíclicamente, las mismas crisis económicas?
— Tenemos un problema de acuerdos básicos que no sabemos encontrar y desafortunadamente eso nos lleva a esos ciclos. Recuerdo un paper de (Pablo) Gerchunoff al respecto: primero tenemos tipo de cambio alto y el problema inflacionario, después el tipo de cambio demasiado bajo y los problemas asociados. Vamos repitiendo ciclos y no llegamos a un acuerdo básico para poder evitar esos movimientos que cada vez nos hacen más pobres y menos competitivos a nivel regional. Necesitamos tener acuerdos básicos que nos permitan que la economía crezca de manera real, para que los salarios crezcan, que haya menos inflación que daña al que menos tiene y por ende obtener desarrollo para más gente.
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