Ya lo dijo el lunes el director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), Alejandro Werner, respecto de la posibilidad de que el Gobierno pueda alcanzar en mayo un acuerdo con el organismo: “No lo veo inviable. Es una fecha ambiciosa”. Estas declaraciones confirmaron las versiones que comenzaron a circular en las últimas semanas sobre la posibilidad de que las negociaciones se estiren más de la cuenta y el equipo económico no llegue a la meta para el quinto mes del año.
¿Por qué se viene hablando de mayo? Porque el 30 de ese mes vence la deuda con el Club de Paris, que asciende a USD 2.400 millones y este grupo de países aceptaría reestructurarla sólo si la Argentina tiene firmado un acuerdo con el Fondo. El ministro de Economía, Martín Guzmán, pondrá todo su empeño, y así lo dijo, en llegar para esa fecha, pero se guarda un as en la manga por si la negociación se estira un tiempo más. Según confirmaron fuentes oficiales, una cláusula de ese acuerdo firmado en 2014 por el entonces titular de la cartera económica, Axel Kicillof, establece que luego de esa fecha límite, “hay una ventana de 60 días en la que el Club puede declarar el default”.
Es decir que si no se llegara con los tiempos para cerrar el acuerdo con el FMI, el Gobierno tiene esos dos meses más para no entrar en cesación de pagos con los países del Club. Los acreedores podrían, si quisieran, declarar antes el default, pero nadie en el equipo económico ni en la Casa Rosada creen que eso es factible, más teniendo en cuenta que los socios del Club son los mismos que los del Fondo. Sin embargo, una vez transcurrido ese plazo, si el acuerdo no está, el país deberá pagar o entrará en incumplimiento.
La negociación con el organismo que preside Kristalina Georgieva para postergar vencimientos por USD 44.000 millones camina a paso lento. Fuentes que conocen de cerca la negociación afirmaron a Infobae que el staff del Fondo está esperando ver un programa económico y que la principal discusión entre las partes hoy pasa por las cifras de inflación, el déficit fiscal y el tipo de cambio. “Están esperando ver un programa. Guzmán les plantea que el programa es el Presupuesto, pero no sólo no les resulta confiable, sino que buscan un plan para 2022 y 2023 también. El FMI piensa en la sostenibilidad fiscal de mediano plazo y eso con el modelo actual no se puede garantizar”, dijo una fuente que conoce de cerca la discusión.
También Werner habló sobre esto días atrás. Cuando se le preguntó sobre la aceleración inflacionaria, dijo claramente que “la opinión del staff del Fondo es que el punto más importante para ir revirtiendo la tendencia al alza son políticas fiscales y monetarias de mediano plazo, y no tanto el operar directamente sobre algunos precios por más importantes que sean”.
De todas maneras, las negociaciones entre el staff del organismo y el equipo económico continúan. De hecho, trascendió que el ministro viajaría en las próximas semanas a Washington para mantener reuniones presenciales con funcionarios del Fondo y que además aprovecharía para encontrarse con la flamante secretaria del Tesoro norteamericana, Janet Yellen.
“El factor geopolítico, el riesgo de que la Argentina termine fortaleciendo sus lazos con China y acudiendo a este financiador de última instancia, será, sin duda, un factor que pesará en el G7 para terminar aceptando un acuerdo de baja intensidad para el refinanciamiento del préstamo del FMI con Argentina”, consideró, ante la consulta de este medio, el economista y ex director del BID por la Argentina y Haití en el BID, Federico Poli.
La sensación que tienen los técnicos del Fondo Monetario que negocian con el equipo económico es que se harán todos los esfuerzos por lograr metas consistentes con un plan sustentable a mediano y largo plazo, pero que, al final del día, la resolución será más política que económica
A su turno, el ex representante argentino ante el FMI, Héctor Torres, remarcó que “para el FMI un EFF (Acuerdo de Facilidades Extendidas, según sus siglas en inglés) es una forma de asistir a países que necesitan financiamiento de largo plazo para implementar reformas que necesitan hacerse pausada y secuencialmente, pero pareciera que lo que el gobierno busca con el EFF es fundamentalmente estirar lo más posible los vencimientos con el Fondo”.
Recordó los recientes dichos de Georgieva sobre la negociación respecto de que “se necesitan dos para bailar un tango” y que ambas partes tienen que hacer su trabajo y encontrar una vía para un acuerdo. “Todavía no estamos en ese punto de tener un acuerdo completo”, dijo días atrás la titular del organismo. “Más allá de las cortesías de rigor, Kristalina Georgieva parece estar buscando respuesta a dos preguntas: ¿Hay dentro del espacio político del gobierno acuerdo sobre las reformas estructurales que harían falta (si acaso hicieran falta) para darle competitividad a la economía? ¿Tiene el gobierno capacidad política e intención de acordar con el FMI las reformas que necesita la economía argentina?”, agregó Torres.
La sensación que tienen los técnicos del Fondo Monetario que negocian con el equipo económico es que se harán todos los esfuerzos por lograr metas consistentes con un plan sustentable a mediano y largo plazo, pero que, al final del día, la resolución será más política que económica. Y que finalmente el organismo aceptará un plan más flexible. Elecciones mediante, el Gobierno no aceptará pautas que pongan en riesgo el triunfo en los comicios de medio término.
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