“Nos resultaría aceptable finalizar estas negociaciones antes de la fecha límite con el Club de París en mayo de 2021″, dijo el ministro Martín Guzmán sobre la negociación con el FMI a finales de enero en una entrevista con Latin Finance Connect.
“El ministro Guzmán reiteró el deseo de las autoridades de llegar a una conclusión en mayo y haremos lo posible para cumplir con ese plazo”, afirmó el jueves Gerry Rice, vocero del Fondo.
Y ayer habló Kristalina Georgieva, la número uno del FMI y aseguró que: “Es prematuro hablar del programa, pero buscaremos equilibrio entre la estabilidad y el apoyo a la gente vulnerable”.
¿Todo bien, entonces, en la esperada negociación entre el gobierno de Alberto Fernández y el FMI? No tanto. O no al menos en los términos que pretenden en la Casa Rosada y del otro lado de Hipólito Yrigoyen, en el ministerio de Economía.
El equipo de Fernández piensa que acordar cerrar ahora, en este contexto y en los términos que se habló, es igual a perder las elecciones
Reina una tensa calma sobre la reprogramación del pago de la deuda de más de 44.000 millones que contrajo la administración de Mauricio Macri. Habrá en las próximas semana idas y vueltas y diálogo abierto, según allegados de ambos lados. Nadie va hablar de congelamiento, de trabas y, mucho menos de ruptura, pero este tema, central para el Gobierno, está con el freno de mano puesto.
El panorama electoral y la vital elección de medio término de este año son la explicación de todo. Parte del Gobierno, sobre todo un sector del ala política, no quiere saber nada con la posibilidad de algún tipo de ajuste en campaña. Piensan que cerrar ahora, en este contexto y en los términos en los que se habló (un programa de “facilidades extendidas”), es igual a perder las elecciones. Pero tampoco quieren la noticia de un “no arreglo” en los portales, porque dispararía el riesgo país, impactaría en el dólar, destrozaría las escasas expectativas y desataría otros vendavales. Guzmán y su núcleo cercano sólo hablan de cerrar “ya” con el Fondo.
¿Con qué sueña el Gobierno? Con un acuerdo a su medida: rollover de la deuda –dinero para pagar lo que se debe– y nada de las reformas estructurales que implica un plan de facilidades extendidas como el que se anunció el año pasado que se buscará acordar. Nada de eso pasará.
¿Y ahora?
Con más o menos diplomacia, desde los despachos oficiales asoman algunas ideas de lo que podría venir. Suenan conceptos como “acuerdo a medias” y “ficción acordada”, pero a la hora de describir el contexto todos los premios se los lleva la informalidad y el verbo “patear”. En definitiva eso es lo que se buscará hacer con los vencimientos de este año: las dos primeras cuotas del crédito de 2018 de USD 1.910 millones, a pagar el 22 de septiembre y el 22 de diciembre (otros cargos “de membresía” elevan a USD 5.193 millones la cuenta total de este año; ya se desembolsaron USD 315 millones).
“Alguna fórmula hay que encontrar para no entrar en default porque los vencimientos están. Se podría acordar en corto y luego hacer algo más formal para más adelante, pero hay que escribirlo y firmarlo, de palabra no se puede hacer nada”, asegura una fuente cercana a la negociación. Sin dudas: el Fondo no acuerda nada de palabra, todo en papel, sustentado por sus staff reports y aprobado por el board del organismo multilateral.
“Habrá que bailar, pero este será un minué que no va a ser el clásico. Quizás se busque alguna opción dentro del programa facilidades extendidas que creo se tendría que firmar lo antes posible. Es verdad que los pagos de este año son un problema”, reconocen en un despacho cercano.
El Fondo no acuerda nada de palabra, todo en papel, sustentado por staff reports y aprobado por el board
Lo cierto es que el Gobierno no moverá una sola pieza que haga temblar el tablero electoral. “Cuando a Guzmán le pregunten por qué no cerró en mayo dirá, como siempre, que la prioridad es el interés de la gente y que como el acuerdo pide ajuste, no se hará por el momento. Y listo”, hace futurismo un integrante de la coalición gobernante.
Así, el acuerdo, hoy por hoy, está en una meseta. No ayudan, claro, la pandemia y la imposibilidad de verse las caras –algo que se suple en parte por videollamada–, el cambio de gobierno en EEUU y las prioridades de la nueva administración.
La política paralizó todo y la encerrona está en que el Gobierno tiene pinzas por todos lados. Nada que no se supiera meses atrás que iba a ocurrir, por otro lado. El propio Guzmán mira con un ojo a DC y con el otro al interior. El Presidente lo instruyó para que recorra el país y muestre resultados, que hable y se haga conocer más. Luego de los dardos de Cristina Fernández a integrantes del Gabinete, el titular de Economía asomó como uno de los funcionarios que mejor ponen la cara por el Gobierno: tiene para mostrar el acuerdo con los bonistas, los datos de asistencia en la cuarentena y números de la recuperación que podría venir. Mucho, en contexto.
Como destacó Infobae días atrás, luego de la conversación entre Fernández y Georgieva –el 21 de enero–, la búlgara número uno del Fondo habló de una “muy buena llamada” y que habían discutido “prospectos de crecimiento global y acciones para combatir la crisis sanitaria y económica”. También destacó a Guzmán y “la gran colaboración” que tienen para “reforzar la estabilidad y apoyar un crecimiento fuerte e inclusivo”. No hubo en ese tuit palabras claves en este tipo de comunicaciones formales que, aunque suenen a diplomacia extrema, muchas veces dicen más de lo que parece. No hubo mención a sustantivos como “programa” y adjetivos como “progreso”. Tampoco estuvieron el viernes, cuando la directora del Fondo dijo que era prematuro hablar del programa y que había contactos, pero técnicos. Para muchos de los conocedores de la letra fina de los comunicados y declaraciones –y de las palabras que se eligen y lo que no se dice–, son indicios de un posible estancamiento en las conversaciones.
Club de París
Hay un capítulo anterior y cercano: el Club de París. Las posibilidades de que Argentina pague un vencimiento de USD 2.400 millones a ese consorcio de países son bajas. Menos aún sin un acuerdo con el FMI rubricado. En Economía confían en que se puede negociar otra extensión por un año.
El Fondo no habla del “caso argentino”, más allá de las declaraciones públicas de Rice y Georgieva. La semana que viene, Alejandro Werner, jefe del Hemisferio Occidental, disertará en el Consejo de las Américas: habrá preguntas sobre la Argentina, sin dudas. Se intuyen las respuestas. Fue una de las caras visibles del fallido acuerdo que firmó Macri y por eso ahora quien negocia es su segunda, Julie Kosack. Según pudo saber Infobae de fuentes de la capital de EEUU, los contactos con el organismo siguen y son fluidos, pero se dan casi exclusivamente entre técnicos. Georgieva lo dejó muy en claro el viernes.
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