El mercado inmobiliario rural cerró el 2020 con una baja promedio del 20% en el valor de los campos producto de la tónica selectiva asumida por los compradores que hicieron valer el peso de sus dólares en el marco de la pandemia. Hoy la actividad parte desde ese piso y logra consolidar el negocio a partir de la predisposición de los inversores a alquilar campos productivos.
Juan José Madero, presidente de la Cámara de Inmobiliarias Rurales (CAIR), explicó a Infobae que “el 2020 fue un año muy difícil, signado por la pandemia, y con dificultades para mostrar los campos. Allí hubo que disponer una reingeniería total del negocio inmobiliario para poder sacar adelante las operaciones”.
Con una actividad inmobiliaria que tiene como base tres pilares, la valuación de inmuebles y campos, el alquiler y la compraventa, Madero comentó que “la compraventa de campos fue muy trabajosa hacerla desde el momento en que no se pudo circular con normalidad por el país. Con los pueblos cerrados, esto planteaba una dificultad para la logística, ya que hay que se debía ir y volver en el día para mostrar los lotes y propiedades: el cliente quiere ver lo que compra”.
Solamente en diciembre de 2020, el mercado inmobiliario rural experimentó una caída del 7,12 puntos en relación a noviembre anterior
Las dificultades atravesadas en el marco de la cuarentena y la decisión de los inversores de sostener el valor de sus dólares provocó que, tal como indicó el presidente del CAIR, que los precios de los inmuebles rurales verificaran una baja del 20%” para el cierre del año, una tónica que se verificó ya como estabilizada como promedio general entre todos los socios de la cámara del país. “En las zonas más centrales de la Pampa Húmeda, esa baja quizás fue inferior, al tiempo que en campos más marginales y ubicados a mayor distancia de los centros de comercialización, quizás la baja fue mayor a esto”, explicó.
Solamente en diciembre de 2020, el mercado inmobiliario rural experimentó una caída del 7,12 puntos en relación a noviembre anterior, tras situarse el indicador de la Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales en torno a los 30,93 puntos. Según la entidad, diciembre fue el cuarto mes consecutivo que se constató una baja en la actividad de compraventa de propiedades agropecuarias.
Respecto al informe de situación que la CAIR elabora para determinar lo ocurrido en el segundo semestre del 2020 y que sería difundido a finales de febrero, Madero adelantó a este medio que “allí se confirma el rango de valores de baja comentado: las zonas con un mayor número de operaciones fueron las realizadas, siempre en dólares, en Buenos Aires, y en áreas agrícolas ganaderas mixtas de Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos, todo en la Pampa Húmeda. Y lo que se vendió son negocios de escala pequeña, de mediana a pequeña y muy pequeña escala, con superficies de menos de 500 hectáreas, y también de menos de 100 hectáreas”.
Por ello, una hectárea que en el arranque del 2020 se le colgada un precio que rondaba los 16.000 dólares, hoy –según los datos estimados por la cámara– se la puede conseguir por unos 13.000 dólares.
En lo que respecta a la actividad actualmente, el titular de la CAIR reconoció que los valores de los campos hoy enfrentan “una especie de meseta” tras la baja verificada en los últimos meses del año pasado, en un negocio que hoy se ve estimulado por “la demanda de alquileres de campos para hacienda o para sembrar. Esto es permanente y esto es lo que sostiene los valores. Esto se debe a que la rentabilidad de dichos alquileres en dólares reales se ofrecen por arriba del 1% fuera de impuestos”.
Compras de chacras o la vida en el exterior
El cierre del 2020 ofreció una figura para el negocio inmobiliario rural: la venta de chacras de 10, 15, 20 y hasta 30 hectáreas para irse a vivir al campo pero a una distancia de 100 kilómetros de ciudades como Buenos Aires y Rosario. El objetivo de muchas familias fue vivir una vida más libre y en contacto con la naturaleza, y trabajar de manera online. “Se han hecho muchas operaciones en el corredor de la ruta 8”, explicó Juan José Madero.
Por otro lado, según señaló el titular de la Cámara, siguen las operaciones por un ciclo familiar terminado en lo productivo y donde hay varios hermanos que no se dedican al campo. Y en el 2020, también se vio una figura, que antes era eventual y que fue más frecuente, es la del que vende para irse al exterior. Esto se ha repetido más para aquellos que daban por terminado su ciclo en la Argentina. Antes se iban con la promesa de una posibilidad mejor en otro país, pero ahora vemos que se van sin tener idea todavía que van a hacer.
En el final de la entrevista, Madero precisó que “la causa que los mueve hoy es más expulsiva que atractiva para el que se va al exterior. Resulta muy doloroso ver en nuestra cartera de negocios que el motivo de la venta sea esta. Pero el negocio inmobiliario hay que hacerlo aunque duele que esta sea la causa que mueve al vendedor”.
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