Argentina 2021: pros y contras que ofrecen el escenario local y el internacional según siete economistas

Los analistas brindaron su diagnóstico y llegaron a una conclusión poco auspiciosa, pese al buen entorno global por el precio de las materias primas y la abundante liquidez

El Gobierno apuesta al campo para volver a crecer sin ajuste (Reuters)

¿Hay razones para ser optimistas respecto de la economía argentina en 2021? Si se observara solamente el frente externo, las noticias parecen ser casi todas positivas después del peor año de la economía desde la Gran Depresión de 1929, con precios altos de materias primas y abundante liquidez.

Sin embargo, fronteras adentro, cuesta encontrar argumentos para sostener el buen ánimo, aunque claramente -a menos que la economía global vuelva entrar en otro hoyo negro- la economía local se recuperará en torno del 5%, tras caer cerca del 10% en 2020. ¿Qué opinan los economistas al respecto? ¿Qué bases hay para ser optimistas o pesimistas en este año electoral? Aquí, el resultado del diálogo con Infobae, dejaron una conclusión semiamarga:

María Castiglioni Cotter (C&T): “En términos de actividad, el 2021 arrancará con un ´arrastre estadístico´ positivo, lo que permitirá una recuperación del PBI. El bajo costo de la construcción en dólares seguirá ayudando al sector, que es mano de obra intensivo. Además, el elevado precio de las materias primas es otro factor clave para este año, por su impacto en la oferta de divisas y su impacto fiscal”. En cambio, “los factores que me hacen ser pesimista son el elevadísimo déficit fiscal, con dudas sobre el cumplimiento de las metas 2021, por gastos extras derivados de la crisis. Al respecto, no están contemplados en el Presupuesto, tanto en lo que hace a gastos sociales como los subsidios por congelamiento de tarifas, que parece que seguirán en buena medida. Además, la tensión monetaria derivada del financiamiento del déficit y especialmente las fuertes presiones inflacionarias”.

Hay cuellos de botella en energía, derivados del congelamiento de tarifas y falta de inversión, que complicarán la reactivación en los próximos meses (Castiglioni Cotter)

“Todo esto se traducirá en crecientes controles sobre precios y tipo de cambio, que llevan a acentuar las distorsiones de precios relativos y de inflación reprimida. Hay cuellos de botella en energía, derivados del congelamiento de tarifas y falta de inversión, que complicarán la reactivación en los próximos meses, al igual que las trabas a importaciones para sostener superávit comercial, única fuente de divisas”, expresó.

Lorenzo Sigaut Gravina (Ecolatina): “Antes de hablar de lo positivo y lo negativo, quisiera plantear qué sería positivo, porque en términos del PBI podríamos volver al nivel del 2019 si este año creciéramos 10%. Ahí también está un poco el sesgo que uno le puede imprimir al optimismo; la pregunta del millón es si la economía recupera el terreno perdido en términos de empleo y los niveles de actividad perdidos el año pasado”, aclaró.

De todos modos, consideró que “hay términos favorables por las tasas de interés en niveles mínimos, mucha liquidez, el dólar depreciado a nivel internacional; todo esto genera que los precios de activos particularmente de riesgos y emergentes mejoren en un contexto de tasas de riesgo país muy baja para la región”.

“Las condiciones externas son muy buenas y eso se traduce en precios de materias primas muy altos o que están continuamente mejorando, lo que es una bendición para la Argentina”, opinó. Pero agregó: “Del lado negativo, aunque habrá más recursos para el fisco por este aumento de los precios de las materias primas, a la vez el Gobierno deberá destinar buena parte de este excedente a reforzar el gasto social en un contexto que, sin contar la última parte del 2020, ya mostraba una pobreza del 45% en general y del 65% entre los niños”.

Si hay acuerdo con el FMI y el Club de París, finalmente la Argentina terminará de despejar los vencimientos de deuda en moneda dura elevados que había recibido y eso también es positivo, porque se sacará una mochila o bajará, al menos, un poco la carga de la deuda, sobre todo moneda dura para los próximos años”, apuntó Sigaut Gravina.

Si hay acuerdo con el FMI y el Club de París, finalmente la Argentina terminará de despejar los vencimientos de deuda en moneda dura elevados que había recibido y eso es positivo (Sigaut Gravina)

Gabriel Zelpo (Seido): “Los elementos para el optimismo básicamente son externos: el mundo está con tasas en mínimos históricos, los países desarrollados mantienen fuertes estímulos fiscales y el precio de las materias primas se mantiene en niveles elevados en términos históricos”, señaló. Sin embargo, explicó que “todo lo que nos concierne al manejo económico brinda motivos para el pesimismo: no veo plan consistente, le están rezando demasiado a que la soja este arriba de USD 500 la tonelada y que no haya sequía este año y, aun así, es poco consistente el programa económico; nos dejaría en una muy mala posición para el 2021”. “Hay atrasos de tarifas, restricciones a las importaciones y a la cuenta de capital en general, una nominalidad más elevada, con una inflación más cercana al 4% mensual que al 2%, demoras en la vacunación y con ello en la recuperación económica. Además, es probable que haya demoras en un programa con el FMI, se van a seguir financiando con emisión y ya está casi al tope esa canilla de financiamiento. A eso hay que sumarle todas las medidas propopulistas de un año electoral”.

Los elementos para el optimismo son externos: el mundo está con tasas en mínimos históricos, los países desarrollados mantienen fuertes estímulos fiscales y el precio de las materias primas se mantiene elevado (Zelpo)

Guido Lorenzo (LCG): “Hay factores para ser optimistas: la abundancia de liquidez, sumado a una mejora de los términos de intercambio son oportunidades. Con el primero, en un contexto de depreciación global del dólar e inversores que buscan rendimiento, deberíamos ser atractivos. Lamentablemente no estamos lo suficientemente integrados; esto por un lado nos da autonomía y nos protege de los vaivenes del ciclo financiero global, pero por otro nos hace ver por la ventana como el resto de los países emergentes aprovechan esta oportunidad. No es solo la integración, la solvencia fiscal del Tesoro sigue en dudas”.

En segundo lugar, “la mejora en los términos de intercambio es ganancia para el país, es una locura que estemos discutiendo si exportar más o cuidar la mesa de los argentinos. Esto dejará a la Argentina en una situación relativamente mejor al resto de países y tiene que ser aprovechado. Luego existen mecanismos de redistribución en caso de que se requiera”. De inmediato, aclaró que “de todas formas una cosa es que la soja se incremente USD 200 y otra es que multiplique por cinco; el marginal es el que importa más que el valor absoluto del precio de los granos, porque genera los recursos extra, respecto a la situación actual”.

La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, y el ministro de Economía de Argentina, Martin Guzmán (Reuters)

“Este optimismo por el viento de cola se refuerza debido a que parece que serán shocks permanentes, durarán años. Se contrapone un mundo con cada vez más tensiones al mismo tiempo, la relación entre Washington y Beijing seguirá tensa, se inició el Brexit con barreras para arancelarias, y China empieza a tener con algunos países políticas agresivas en materia arancelaria”. Este contexto “por un lado es una oportunidad; las iniciativas de One Belt One Road podrían reactivar la Unión Europea que está con un desempleo elevado. Pero en ese contexto Argentina no tiene una plataforma de negociación importante e incluso regionalmente hay conflictos en nuestros vecinos”, apuntó Lorenzo.

Del otro lado, se lamentó, “el saldo positivo a nivel internacional lo compensan las eternas discusiones en Argentina: una inflación acelerándose sin un Banco Central que tenga un plan para ello, la amenaza constante de conflicto entre Estado y empresas no dan buen clima para la inversión y la incertidumbre con la que se desenvuelve la economía es alta”.

Hay una inflación acelerándose sin un Banco Central que tenga un plan para ello, la amenaza constante de conflicto entre Estado y empresas no dan buen clima para la inversión (Guido Lorenzo, LCG)

“Hay objetivos: exportar más, desacelerar la inflación, que creo que nadie esté en desacuerdo, pero falta lo que media entre la realidad y esos objetivos. Por lo general es un plan, pero ya se adelantó que el Ejecutivo no cree en ellos, así que ni se espera”, aclaró Lorenzo.

¿Puede haber un año mucho mejor que 2020? “No sé si mucho; se pueden tomar medidas distorsivas que hagan pasar una sensación de que ‘la cosa anda bien’, con un atraso del tipo de cambio que haga ceder a los precios, medidas sobre el comercio exterior que permitan acumular reservas, pero este Gobierno tiene tres años por delante y no sería incluso inteligente acudir a esas soluciones cortoplacistas, aún en un año electoral”, amplió el director de LCG.

Sin duda, la inflación que repercute en salarios reales y el empleo serán los temas del año, dado que repercute directamente en los indicadores socioeconómicos donde quizás no se ve un horizonte promisorio. Hay que entender que es una economía que viene de tres años de recesión y que no tiene un rumbo claro”, concluyó Lorenzo.

Federico Furiase (Eco Go): “Lo positivo es la soja en USD 500, la hiper liquidez global, el dólar débil y las tasas negativas en el mundo; es un viento de cola, pero que lamentablemente no lo podemos capitalizar del todo por la alta brecha cambiaria y una deuda en dólares que rinde 16/175 anual”, resaltó. Lo que resulta completamente negativo es que “las restricciones políticas del año electoral pueden meter ruido en las negociaciones con el Fondo y arriesgar la consolidación fiscal y el ajuste monetario que se requiere para bajar la inflación y revertir los desequilibrios macroeconómicos acumulados”.

“Las restricciones políticas del año electoral pueden meter ruido en las negociaciones con el Fondo y arriesgar la consolidación fiscal y el ajuste monetario por parte del Banco Cenral que se requiere para bajar la inflación y revertir los desequilibrios macroeconómicos acumulados” (Bloomberg)

La alta inflación -los analistas estiman que llegará al 50% este año, mientras que el Gobierno estimó que será del 29%- y una devaluación del 4% mensual y “poca nafta en las reservas del Banco Central implica un riesgo para la nominalidad, la brecha, y el propio costo de fondeo de Finanzas con el grueso de las colocaciones en pesos atada a la inflación”, dijo.

De todos modos, opinó que no habrá un salto importante del tipo de cambio oficial antes de las elecciones de octubre: “Con cepo, soja en USD 500 la tonelada, un BCRA con 15.000 millones de nominales en bonos soberanos en dólares líquidos, pero que rinden 16% anual, para vender contra pesos y cierto capital político, los desequilibrios macroeconómicos pueden perdurar más tiempo sin importar de lo que predice el Excel de los economistas”, agregó Furiase.

Las restricciones políticas del año electoral pueden meter ruido en las negociaciones con el Fondo y arriesgar la consolidación fiscal y el ajuste monetario que se requiere para bajar la inflación (Federico Furiase, ECO GO)

Andrés Borenstein (Econviews): “En cuanto a optimismo no hay mucho, pero la normalización de la economía, que tarde o temprano va a venir, va a hacer recuperar nivel de actividad. Lo segundo es que, pese a muchas medidas populistas, esta vez no hay apreciación cambiaria. Mal que mal habrá superávit de cuenta corriente. Y si bien no espero que genere mucha credibilidad cuando llegue el acuerdo del FMI generará un corsé para que se vayan encausando las variables fiscales al menos”, explicó.

"Si bien no espero que genere mucha credibilidad cuando llegue el acuerdo del FMI generará un corsé para que se vayan encausando las variables fiscales al menos”, dijo Andrés Borenstein

En cambio, se manifestó muy preocupado porque “la institucionalidad está gravemente herida y esto va más allá de la economía. En este contexto veo muy poca inversión en los próximos años, tanto externa como doméstica”.

La institucionalidad está gravemente herida y esto va más allá de la economía. En este contexto veo muy poca inversión en los próximos años, tanto externa como doméstica (Andrés Borenstein, Econviews)

“Veo una estructura impositiva que es muy alta y sobre todo muy ineficiente. Clima de negocios que tiene más chance de empeorar que mejorar. La inflación va a crecer en 2021. Y creo que nuestro escenario de déficit fiscal de 3,5% del PBI tienen más para subir que para bajar. Políticamente es difícil cualquier cosa que sea una baja seria del déficit. Veo mucha discrecionalidad en general la política. Y obviamente la grieta hace que la solución a los problemas sea mucho más difícil”, afirmó Borenstein.

Pablo Repetto (Rubinstein & Asociados): “Los factores para el optimismo tienen que ver con la posibilidad de que se logre una vacunación masiva y efectiva hacia la segunda mitad de año; un contexto global positivo para materias primas y emergentes y que se vaya disipando el riesgo de sequía”. Del otro lado, “hay una inconsistencia que se percibe en la política económica del gobierno con persistente déficit fiscal que debe ser financiado en gran parte por emisión; junto a la muy baja credibilidad del gobierno para atraer inversión, la innumerable cantidad de controles existentes -y los que vendrán- para evitar sincerar precios, tipo de cambio y desempleo”.

Todas las medidas auguran una economía con desempeño mediocre, frágil y no sustentable en el mediano plazo (Pablo Repetto, Rubinstein & Asociados)

“Todas medidas que auguran una economía con desempeño mediocre, frágil y no sustentable en el mediano plazo”, concluyó, categórico Repetto.

Las cifras del Presupuesto Nacional 2021 marcan una recuperación del PBI del 5,5%, una inflación del 29%, un déficit primario del 4,5%, luego de una caída de la actividad económica del 10% aproximadamente, una suba de precios del 36,1% y un rojo del 8,5% en las cuentas públicas en 2020. Habrá que ver en unos meses si el Gobierno logra cumplir parcialmente sus proyecciones o la Argentina se encamina a tener otro año mediocre en el marco de su nueva “década perdida”, observó el economista de Rubinstein & Asociados.

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