En el contexto de un empeoramiento del mercado financiero para los activos argentinos y una renovada presión sobre el dólar libre legal, a pesar de la intervención oficial también en este mercado, el Banco Central sigue demorando una reacción a los datos que señalan una clara aceleración de precios.
A diferencia de lo que ocurrió en noviembre, cuando apenas conocido el dato inflación de 3,8% del mes anterior, el BCRA dispuso una inmediata suba de tasas, la entidad -y todo el equipo económico- dejó pasar sin inmutarse el índice difundido la semana pasada, que marcó 4% para diciembre de 2020, el nivel de inflación más alto de todo el año pasado. Tampoco produjo urgencia en las autoridades el dato publicado ayer por el INDEC, que indicó que los precios de la canasta básica alimentaria corrieron muy por encima del nivel general de inflación, por casi 10 puntos porcentuales.
En sintonía con el silencio de los funcionarios del equipo económico que conduce Martín Guzmán, tampoco de la habitual reunión de directorio del Banco Central surgieron novedades. En la autoridad monetaria, sin embargo, no descartan aplicar los retoques a la tasa de interés, que en mayor o menor magnitud esperan en el mercado, pero recién a partir de febrero. “No se va a considerar al menos hasta la primera semana de febrero”, afirmaron fuentes oficiales.
Se asume que la mayor calma de las últimas semanas en el mercado cambiario, que permitió al Central recomponer algo de reservas, habilita postergar la definición sobre una variable que tendría efecto negativo en la recuperación económica. En contrapartida, empiezan a acumularse los riesgos.
No sólo la esperable caída de la demanda de pesos, tradicional de febrero, que se producirá en un contexto de tasas negativas aun cuando se disponga una suba (se descarta que será moderada), sino que desde el miércoles se agrega la caída en el precio de las acciones argentinas en el mercado local y en Wall Street, que podría derivar en una nueva ola de presión sobre el tipo de cambio. La incertidumbre por el rumbo económico, la indefinición en las negociaciones con el FMI y el reciente impacto de las decisiones respecto a YPF, que en plena reestructuración de deuda afrontará un recambio de autoridades, podrían romper la precaria “pax cambiaria” que logró Guzmán en los últimos meses.
Se asume que la mayor calma de las últimas semanas en el mercado cambiario, que permitió al Central recomponer algo de reservas, habilita postergar la definición sobre una variable que tendría efecto negativo en la recuperación económica
“Una suba de tasas enfriaría la economía, por eso es complicado que lo quieran hacer, sobre todo en un año electoral. El foco ahora es el Merval”, consideró el analista Alejandro Bianchi, socio de Asesor de Inversiones, quien destacó la fuerte baja del indicador. “Si inicia una nueva tendencia bajista, va a ir a buscar los mínimos del año pasado, de la pandemia, lo que puede impulsar a los inversores a vender y refugiarse en el dólar. Si eso pasa, le va a costar mucho al Gobierno mantener a raya el dólar libre y la brecha”, sostuvo.
Con todo, el contexto internacional favorable, que incluye particularmente un precio de la soja a USD 500, abre la posibilidad a no sólo enfrentar una posible nueva ola compradora de divisas sino, incluso, a unificar el mercado de cambios según Bianchi.
En el medio, y para que esto ocurra, no sólo sería necesario un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario que genere expectativas en los inversores sino, sobre todo, evitar la tentación, en año electoral, de atrasar el tipo de cambio.
Una suba de tasas enfriaría la economía, por eso es complicado que lo quieran hacer, sobre todo en un año electoral. El foco ahora es el Merval (Bianchi)
“Hasta ahora Guzmán siempre buscó mantener alineadas las tres variables: inflación, tasas y dólar”, sostuvo Martín Vauthier, director de EcoGo. “Durante la pandemia estaba la ´ayuda´ de una inflación anestesiada, pero ahora empiezan a aparecer los desafíos a medida que la nominalidad se va acelerando. Si el tipo de cambio sigue a este ritmo arriesga ponerle un piso elevado a la inflación en los próximos meses”, explicó el economista quien remarcó que si se optara por atrasar el dólar, aumentará la presión sobre la brecha cambiaria y las reservas del BCRA.
“Para salir de la encerrona hace falta que aparezca un programa de estabilización creíble, con una pata fiscal, otra monetaria y otra financiera, que comprima el riesgo país y la brecha cambiaria. Y, en ese marco, que la tasa en pesos se ubique algo por encima de la inflación y el dólar”, cerró Vauthier.
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