Caos de papel: los múltiples diseños de billetes que conviven en la Argentina

A la par de la caída del valor del peso, la inestabilidad económica y política también devaluó la calidad del cono monetario. Hay hasta 7 versiones distintas para una misma denominación

Todos los billetes en circulación que existen en la actualidad

Desde que empezó a circular en el año 1992 en reemplazo del Austral, el peso argentino supo tener 10 denominaciones distintas de billetes y 9 de monedas. A medida que la inflación fue haciendo inútiles a las denominaciones más bajas, tres de esas -la de $1, la de $2 y la de $5- fueron retiradas. Pero más allá del efecto del avance de los precios, el dinero que circula en múltiples familias y diseños muestra algo más: la falta de continuidad de políticas a lo largo de los gobiernos.

En la Argentina existen hoy 7 diseños distintos de billetes de $100 de curso legal, es decir, que se deben aceptar para el pago de bienes y servicios. Y existen 17 billetes diferentes, a pesar de existir sólo siete denominaciones en total.

La de $100 se trata, por lejos, de la denominación que más relevancia tiene en el cono monetario. De un total de 6.959 millones de billetes -estamos hablando de cantidades, no de valores- 3.187 millones son papeles de $100. Más del 45% del total. Si en cambio comparáramos en términos de valor, veríamos que el 45% de los billetes que existen explican el 16% del total del valor de billetes que emitió el país. Con muchas menos unidades, los de $ 1.000 explican casi el 49% del total, y los de $500 casi el 28%.

En la Argentina existen siete denominaciones distintas de billetes, con 17 diseños diferentes

Pero más allá de ser los más numerosos, los billetes de $100 también son los que más personalidades tienen. En este momento, circulan 3 versiones diferentes del billete de $100 con la efigie de Julio Argentino Roca, otras 3 con la efigie de Eva Duarte de Perón y una más de la familia de billetes de animales autóctonos, que tiene a la Taruca como protagonista.

Se trata de capas geológicas de la política argentina plasmadas en papel moneda. Si la emisión original de Roca corresponde al lanzamiento del peso durante el primer gobierno de Carlos Menem, las versiones de Evita y la taruca son las emisiones kirchnerista y macrista, respectivamente.

Actuales y ex funcionarios del Banco Central admiten que el collage que se forma en las billeteras de los argentinos trae algunos problemas, que aunque no son enormes, tampoco son despreciables. Son difíciles de reconocer para personas con problemas de visibilidad o de edad avanzada, traen complicaciones a la hora del conteo automático, de la disposición de billetes dañados para su destrucción, para el atesoramiento por parte de los bancos y otras complicaciones.

Conviven dos familias de billetes. Cuando se lanzó la ultima familia nunca terminaron de retirar de circulación la anterior. Es normal

También, en principio, la convivencia de tantas versiones facilita la falsificación. Pero al menos so se soluciona por otro lado: los billetes valen tan poco que intentar falsificarlos no es atractivo.

Hoy, unificar los diseños de billetes no es para nada una prioridad.

“Conviven dos familias de billetes. Cuando se lanzó la ultima familia nunca terminaron de retirar de circulación la anterior. Es normal. Se aprovecha la vida útil de los billetes, que suelen rondar los cinco o seis años”, dijeron voceros de la administración actual del Banco Central. “No se ha registrado ningún inconveniente por la coexistencia de distintas familias de billetes”, agregan.

Un ex funcionario del gobierno anterior, en cambio, admite que la actualidad del dinero en papel está lejos de ser la ideal.

“En diciembre de 2015 el 93% de la circulación monetaria eran billetes de $ 100, en ese momento decidimos renovar el cono monetario con la idea de no poner próceres que generaran debates, y se creó la nueva familia más los billetes de $ 200, $ 500 y $ 1.000. El objetivo era retirar las versiones anteriores y así simplificar los billetes existentes, además de reaccionar a la inflación”, dijo Nicolás Gadano, economista y ex gerente general del Banco Central que participó en la creación de la familia de billetes de animales autóctonos.

“La inflación no se pudo frenar y hasta el billete de $ 1.000 ahora no alcanza, se necesita uno de mayor denominación porque los costos de manejar tanto papel para tan poco valor. Hoy, lo que tenés es un cono monetario que te muestra la inestabilidad económica y política argentina. Además de mostrar que, y acá me tengo que hacer cargo, cada Gobierno que llega quiere empezar todo de cero”, agregó.

Hoy, lo que tenés es un cono monetario que te muestra la inestabilidad económica y política argentina

Las mismas capas geológicas se ven en el billete de 50, que con todo cuenta con menos versiones. Originalmente dedicada a Domingo Faustino Sarmiento, en 2015 durante el segundo Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner surgió su segunda versión, dedicada a las Islas Malvinas y a la imagen del “Gaucho Rivero”. La tercera versión, emitida en 2018, está dedicada al Cóndor dentro de la familia de animales autóctonos impulsada durante el gobierno de Mauricio Macri.

Menos prolíficos fueron los billetes de $10 y de $20, pero aún así tienen dos versiones en existencia. Ni el kirchnerismo ni el macrismo dejaron su firma en esa parte del cono monetario, en este caso apenas se trata de distintas variantes de la original dedicada a Manuel Belgrano. Con el valor del peso ya muy castigado, la renovación de la era macrista no pensó en reemplazar ese billete: pasaría a ser una moneda.

En el caso del billete de $20, dedicado a Juan Manuel de Rosas originalmente, el kirchnerismo pasó de intentar reemplazarlo. Pero el macrismo no: la versión de 2017 estuvo dedicada al Guanaco y convive hoy con la original.

Sólo los billetes de $ 200, $ 500 y $ 1.000, las denominaciones más nuevas, tienen un sólo diseño cada uno. Y eso es porque no existían antes del lanzamiento de la serie de billetes con figuras de animales autóctonos.

La multiplicidad de versiones llegó también a las monedas, aunque en este caso fue más la practicidad que la ideología la que pesó. Como el Banco Central nunca sacó de circulación a las monedas 1, 5, 10, 25 y 50 centavos, estas todavía son moneda de curso legal en el país. En los hechos, fueron los propios usuarios los que prácticamente las hicieron desaparecer.

Según explican técnicos que supieron trabajar en Casa de la Moneda, las monedas en la Argentina siempre aparecieron como una complicación. Esto es porque, por algún motivo -y aún antes de que terminaran de perder relevancia por sus valores ínfimos- por cada partida que se saca a la calle, una cantidad enorme se atesora. Se guarda sin uso en casas y empresas.

Además, para los bancos su traslado y manejo es engorroso y caro. Con lo cual tampoco las impulsan. Dicho esto, al ser moneda de curso legal, en principio todavía al día de hoy se puede hacer depósitos bancarios con monedas de $ 0,01.

Las múltiples personalidades, en este caso, sólo afectan a las monedas de $ 1 y $ 2. Las versiones más antiguas -grandes, bicolores y muy ornamentadas-, pasaron a ser demasiado caras. El metal que se usa para acuñarlas terminó siendo más caro que el propio valor monetario que representaban. Así, en 2018, cuando fue lanzada la serie “Árboles de la República Argentina”, acuñar una moneda de un peso de dos metales distintos costaba $ 1,38. Las nuevas, de acero electrodepositado, costaban menos de la mitad.

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