El 2020 finalizó con un dólar oficial que creció dos puntos por encima de la inflación (38% contra 36%) y el tipo de cambio real multilateral se ubicó prácticamente en los mismos niveles que un año atrás, aunque algo apreciado con respecto al real brasileño. “El tipo de cambio actual es competitivo”, dicen en el Gobierno, mientras descartan una devaluación más fuerte, que el mercado ve, a la larga, inevitable.
El objetivo del equipo económico es lograr que la evolución del dólar acompañe a la inflación y que ambos crezcan en torno al 30% –así quedó establecido en el Presupuesto, aunque el mercado proyecta una nominalidad del 50%–, pero la historia muestra que durante los años impares, en los que hay elecciones, la tentación de atrasar el tipo de cambio está latente. No sólo para generar una sensación de mayor bienestar en los ciudadanos y abaratarles los productos en dólares, sino como ancla antiinflacionaria. De todos modos, las expectativas juegan y mucho en la economía, y si los agentes creen que tras los comicios de octubre el Gobierno sincerará las variables que mantuvo pisadas durante casi todo el año, se cubrirán de cualquier forma.
Aún así, varios economistas consultados por Infobae coinciden en que la situación económica actual es mucho más endeble que en años anteriores y hace casi inviable atrasar el dólar.
Hoy, las reservas de libre disponibilidad oscilan entre USD 4.000 y USD 5.000 millones, lo cual le quita poder de fuego al Banco Central (BCRA) para intervenir en el mercado cambiario para contener el valor de la divisa.
La historia muestra que durante los años impares, en los que hay elecciones, la tentación de atrasar el tipo de cambio está latente
“En un año que es electoral, el gobierno no va a convalidar un salto importante del tipo de cambio oficial y va a minimizar la suba de tarifas. Va a usar el dólar oficial y las tarifas como semi ancla para tratar de que el salario le gane a la inflación. Pero el problema es que no tiene mucha nafta para hacer eso porque al BCRA le quedan pocas reservas, porque no puede colocar deuda en los mercados y porque no hay mucho espacio para emitir”, afirmó el economista de EcoGo, Federico Furiase.
El analista agregó que avizora un riesgo de que el acuerdo con el FMI se dilate debido a las restricciones del año electoral y las demandas del organismo, pero “con cepo, el precio de la soja a USD 500 y USD 15.000 millones de bonos que tiene el BCRA para vender contra pesos, el Gobierno puede llegar a octubre sin una mega devaluación”. Pero los desequilibrios se acumularán y luego pasarán factura más tarde, advirtió.
Según indicó la Fundación Libertad y Progreso en un informe dado a conocer ayer, con el precio de la oleaginosa el organismo monetario se vería muy aliviado, ya que contaría con alrededor de USD 5.500 millones adicionales este año en concepto de exportaciones agrícolas que le quitarán presión al mercado cambiario. A su vez, dice la entidad, generaría ingresos al Tesoro Nacional en concepto de retenciones en torno a los USD 1.500 millones. Claro que para que eso ocurra los productores deben querer deshacerse de su cosecha, y no lo harán si creen que podrán hacerlo más tarde a un tipo de cambio superior.
“La estrategia del Gobierno va por la contención del tipo de cambio a cualquier costo hasta las elecciones. En este sentido el campo será el que pague la insolvencia hasta mitad de año, ayudado con la venta de títulos públicos en dólares en manos de organismos públicos. De ahí en adelante dependerá de una arreglo favorable con el FMI”, consideró Iván Cachanosky, miembro de la Fundación.
Según recordó el economista del IERAL, Jorge Vasconcelos, las reservas netas del Central cuando arrancó el cepo eran de USD 33.000 millones y ahora son de 4.000, por lo que “la capacidad del BCRA de manipular el tipo de cambio en un contexto de reservas finitas es mucho más limitada”. “Sería de patas muy cortas; podría empezar a subir la brecha. Puede ser que si hay un pico de inflación, el BCRA intente no convalidar toda esa suba durante ese mes, pero sostener eso varios meses le va a resultar difícil”, agregó, en coincidencia con el resto de los analistas consultados.
En materia de inflación, el mercado está proyectando niveles en torno al 50% para este año, frente al 29% establecido en el Presupuesto. Si se anualiza el 4% de diciembre, la cifra llega al 54%, y “no es lo mismo reprimir precios con una inflación del 20 o 25% que con una del 50%, ya que los desequilibrios que se acumulan son mayores” y luego la normalización es aún más costosa, añadió el economista del IERAL.
Fausto Spotorno, de Orlando Ferreres & Asociados, aportó: “La apreciación del tipo de cambio es la forma de regalarle dólares a la clase media, pero hoy el BCRA no tiene los dólares para regalar”. Según él, por más que quisiera avanzar por ese camino del atraso cambiario, “si hay una apreciación, será leve. No van a poder hacerlo”.
“2021 año electoral, ¿vuelve la bendición de los años impares?”, se titula un reciente informe de la consultora Ecolatina, en el que justamente hace un análisis de este tema. Según repasa, durante los años impares, los distintos gobiernos atrasaron el tipo de cambio –a fuerza de cepo en un momento y de deuda en dólares en otro– y pospusieron ajustes tarifarios en pos de reducir la inflación y recomponer el poder adquisitivo y el consumo. Por el contrario, agrega, en los años pares –ya pasadas las elecciones– realizaron correcciones cambiarias y tarifarias pendientes, para relajar los atrasos/desequilibrios acumulados en los años electorales.
Este año es impar y es electoral. ¿Volverá entonces la bendición de los años impares? ¿la actividad se recuperará y la inflación seguirá bajando?, se preguntan los analistas de Ecolatina. Y el informe deja bien en claro que la situación actual es más compleja y débil que la de 2013 y 2015, por ejemplo, cuando gobernaba la vicepresidenta Cristina Fernández. “Los grados de libertad para hacer política económica expansiva y, por tanto, para forzar desequilibrios, son menores. Como resultado, los atrasos que se acumulen serán más light que antes o, lo que es lo mismo, estarán edulcorados”, precisó la consultora.
Agrega que al igual que esos años, el mercado cambiario entró al año electoral con cepo: un férreo control a la compra de dólares que es una tentación constante para abaratar la divisa. Pero la situación de las reservas netas es diferente y la capacidad del BCRA para enfrentar una corrida es menor. De hecho, tras los sucesivos saltos de 2018 y 2019 y de un 2020 donde el dólar oficial subió en línea con la inflación, al comienzo del 2021 el tipo de cambio no está atrasado, por lo que las necesidades de una corrección por este lado son menores.
“No obstante, mientras haya expectativas de devaluación y presiones cambiarias, será difícil sostener la paridad oficial”, planteó Ecolatina. Y en ello impacta fuertemente la brecha, que hoy se ubica en torno al 70%. Según precisó la consultora, vuelve más rentable la subfacturación de exportaciones y la sobrefacturación de importaciones, por lo que las posibilidades de atrasar con éxito al tipo de cambio son menores que en otras épocas de gobierno kirchnerista.
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