La economía arrancó 2021 con la expectativa de rebote a media máquina de la caída que registró el año anterior, aunque más traccionada por el lado de la oferta, a partir de la flexibilización de las medidas preventivas de la pandemia de covid-19, que de la demanda que depende de la posibilidad de recuperar los puestos caídos y el salario real que acumuló tres años de deterioro.
Frente a ese escenario el Gobierno dispuso mantener como ancla de la inflación la extensión de los controles de precios, la regulación de las exportaciones de alimentos y la agudización de los atrasos tarifarios, aunque al costo de correr el riesgo de que se produzcan deficiencias en los servicios.
Y como en 2020 el objetivo de Economía fue la reestructuración de los vencimientos de la deuda, ahora la meta es cerrar un nuevo acuerdo con el FMI que posibilite estirar los plazos de pagos del stand-by que firmó el gobierno anterior en 2018, aunque no promete mucho a cambio, por el condicionante que imponen las elecciones legislativas de medio término.
Frente a ese escenario, Daniel Artana, economista Jefe de FIEL destacó en diálogo con Infobae que el Gobierno no podrá repetir el desempeño que tuvo en 2020 en los planos monetario, fiscal y de uso de reservas para bajar la brecha cambiaria. Alertó sobre “políticas imprudentes” y contradictorias entre anunciado y lo dispuesto.
- Economía lo hizo otra vez, intervino el Banco Central con el desplazamiento del Secretario de Finanzas al directorio de la entidad ¿Se puede asociar a lo ocurrido en diciembre de 2017 que dio lugar al inicio de un nuevo ciclo recesivo?
- No lo veo parecido. En aquel momento se intervino un BCRA independiente. Hoy el BCRA es mucho más dependiente del Poder Ejecutivo.
- En paralelo, pareciera que el ministro Martín Guzmán dio un giro en su intención de iniciar un proceso de austeridad del gasto público y disminución de la asistencia del Banco Central al Tesoro ¿Es así? ¿A qué lo atribuye?
- No podemos saber eso ahora. El discurso político se ha vuelto mucho más imprudente, pero el cierre fiscal de 2020 luce algo mejor de lo proyectado. En cualquier caso, el Gobierno no tiene opción a volverse más prudente si quiere evitar un rebote en la brecha cambiaria. No hay espacio para absorber emisión para el fisco perdiendo reservas (más allá de las que se compraron en las últimas semanas) y el margen para colocar Leliq y pases en los bancos es mucho menor que el que hubo en 2020 producto de una suba temporaria en los depósitos transaccionales. Si la política finalmente predomina y los aumentos tarifarios son menores a los del Presupuesto, el Gobierno no podrá aumentar la inversión pública como tenía proyectado (o tendrá que bancarse más inestabilidad nominal).
El discurso político se ha vuelto mucho más imprudente, pero el cierre fiscal de 2020 luce algo mejor de lo proyectado
- Los datos de recaudación de 2020, y en particular de diciembre, dieron cuenta de la alta dependencia de los recursos extraordinarios derivados del aumento de la presión tributaria, pero al mismo tiempo reflejaron una clara pérdida de efectividad, en particular en lo que respecta al dólar ahorro y sobre el comercio exterior ¿Qué cabe esperar para el corriente año?
- Durante 2020 la presión tributaria nacional en la Argentina subió en algo menos de 2% del PBI (la recaudación bajó menos que lo que cayó el PBI). El 70% de ese aumento se explica por el Impuesto PAIS y por la suba en Bienes Personales, ambas medidas aprobadas a finales de 2019, previo a la pandemia. En la región ocurrió lo contrario y se redujo la presión tributaria.
- Asimismo, la distribución de los recursos tributarios mostró, tanto en 2020 en general, como en diciembre en particular, que las mayores beneficiarias fueron las provincias, y un claro deterioro de los giros a la Administración Central y de la Anses ¿Qué implica para el conjunto de la economía?
- Los recursos del gobierno nacional se vieron resentidos por la caída de retenciones, en parte explicados por un adelanto de exportaciones a finales de 2019, y por los aportes a la Seguridad Social. Estos dos ingresos no se coparticipan con las provincias. En 2021 la recaudación por retenciones debería mejorar por la suba de los precios internacionales y porque no se atrasaría el tipo de cambio real. Los recursos que percibe el Sistema de Seguridad Social dependen de la evolución del empleo formal (no la veo positiva) y del salario real que podría recuperar algo.
En 2021 la recaudación por retenciones debería mejorar por la suba de los precios internacionales y porque no se atrasaría el tipo de cambio real
- ¿Ese desempeño fiscal y el relajamiento de la política monetaria pueden explicar la resistencia a la baja de la brecha cambiaria y la firmeza en un alto nivel del índice de riesgo país?
- Para que la brecha cambiaria se reduzca es necesario que se visualice primero, y se concrete después, una disminución sustancial en el ritmo de emisión. Eso depende de la consolidación fiscal que se logre, ya que no hay un gran margen para colocar mucha deuda por encima de lo que vence y además porque el rendimiento de la deuda en pesos ya es alto si se quiere colocar a plazos medianos o largos. El riesgo país se mantiene elevado por las dudas que generan las decisiones económicas futuras del Gobierno y por intentos cortoplacistas de reducir la brecha cambiaria aun pagando el costo de perder reservas o malvender bonos de los organismos públicos.
- El consenso del mercado espera para 2021 un tipo de cambio mayorista que acompañará al ritmo de la inflación, y un moderado aumento de las exportaciones ¿Las estimaciones de FIEL están en esa línea? ¿Puede esperarse crecimiento del intercambio comercial si no cae abruptamente la brecha cambiaria?
- En FIEL creemos que el tipo de cambio se depreciará durante el año en forma similar a la inflación, que a su vez estimamos será alrededor del doble de la prevista en el Presupuesto 2021. La brecha cambiaria es otro disuasivo más a las exportaciones que se suma a las retenciones y los altos costos regulatorio e impositivos que genera un Estado ineficaz. Pero en el corto plazo el efecto del aumento enorme en el precio de las materias primas y la recuperación de Brasil juegan a favor de un aumento en las exportaciones.
- ¿La decisión del Gobierno de fijar cupos mínimos diarios de exportación de maíz y de aumentar las retenciones a las ventas de vino y productos lácteos lo asocia a una motivación política con el campo y parte de la agroindustria, o a una clara necesidad de “proteger” la mesa de los argentinos, pese al innegable déficit de divisas?
- Es curioso que el Gobierno trate de justificar decisiones desacertadas en un intento de proteger la mesa de los argentinos al mismo tiempo que toma decisiones que encarecen otros productos esenciales (desde ropa a celulares) con impuestos y protección no arancelaria. En verdad, se esconde en esa retórica una vieja y anacrónica política de castigar al campo y proteger a la industria que otros países han superado hace rato. Si alguien se tomara el trabajo de calcular el valor agregado nacional de las diferentes actividades económicas quizás vería que hay muchos subsidios que se dan a actividades de bajísimo valor agregado. Un ejemplo elocuente es el tratamiento impositivo especial que se da a la producción de Tierra del Fuego, que ya era muy beneficioso y que fue profundizado por este Gobierno.
- A lo largo de 2020 el ministro Martín Guzmán basó su estrategia en acordar con los bonistas extranjeros el reperfilamiento de vencimientos de la deuda para provocar un giro positivo de las, pero pese a estirar los plazos de pago sin quita no logró torcer el humor del mercado. Ahora pareciera que todo girará en torno a un nuevo acuerdo con el FMI, más allá de la incertidumbre propia que genera la pandemia de covid-19 ¿Qué cabe esperar?
- Un acuerdo con el FMI proporcionará alivio, pero difícilmente resuelva todos los problemas crónicos de la Argentina que dependen de decisiones y acuerdos entre los distintos partidos políticos que respeten los principios económicos básicos. La coalición que gobierna enfrenta varios dilemas que la llevan a inconsistencias entre lo que su equipo económico cree que es deseable y algunas decisiones que se toman. Un ejemplo elocuente es la afirmación de la necesidad de un salto exportador al mismo tiempo que se castigan las exportaciones con una brecha cambiaria elevada o se ponen restricciones a las ventas al exterior de algunos productos. Otro es pretender controlar la inflación a machetazos cuando se sabe hace años que eso no funciona. Otro es tratar de hacer populismo sin plata.
La coalición que gobierna enfrenta varios dilemas que la llevan a inconsistencias entre lo que su equipo económico cree que es deseable y algunas decisiones que se toman
- ¿Es para preocuparse por el ritmo de crecimiento de los instrumentos de regulación monetaria, principalmente las Leliq que remuneran una tasa levemente superior a la tasa de inflación?
- Es un problema para observar con atención. En parte, el aumento observado en la cantidad de Leliq y pases netos fue posible por un aumento temporario en la demanda de depósitos. Hay que evitar entrar en el círculo vicioso de alentar a los depositantes (que son los que en definitiva permiten que haya Leliq) con tasas de interés muy elevadas en términos reales. Eso termina mal. Por eso, hay un escenario virtuoso en el cual los depositantes aceptan tasas moderadamente positivas en términos reales porque confían en el programa económico y otro vicioso donde la confianza no existe y se trata de compensar con tasas reales extravagantes o con supercepos cambiarios que en algún momento se vuelven insostenibles.
- ¿Una reflexión final sobre qué debiera hacer el Gobierno en el actual escenario de crisis sanitaria y debilidad de las finanzas públicas, para mejorar las expectativas de inflación, actividad y empleo?
- La crisis sanitaria nos agarró en un momento de debilidad porque no teníamos la opción de otros países de financiar parte del desequilibrio con deuda. Eso obligaba a ser muy prudentes con el gasto no covid-19. El Gobierno no hizo esto, en parte por preconceptos ideológicos de que el gasto público “es bueno” y lo privado es “siempre sospechoso”. Hacia adelante hay un desafío similar. Hay una posibilidad de sorprender con un programa estructural que ataque los problemas de larga data de la Argentina, pero no veo probable que ello ocurra. El relato “épico” basado en una visión de la economía y del mundo perimida creo que mata las chances de un programa estructural que nos permita abandonar décadas de decadencia.
Fotos: Gastón Taylor
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